Por Federico Morel

El día jueves, Rosario amaneció con la noticia de una nueva balacera con amenaza, esta vez frente al local de consumo masivo que posee la familia Roccuzzo, lo que hizo que tanto el periodismo rosarino como los medios de comunicación nacionales se hicieran presentes con sus diferentes líneas editoriales.

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Este ataque se suma a las decenas de acciones violentas que se muestran en las primeras planas de los diarios y son las novedades policiales de los informativos del prime time, pero que realmente preocupan a las familias y a la sociedad en su conjunto.

Este último hecho delictivo, marca registrada del tinte narco, fue replicado por todo el mundo por haber involucrado a la familia de la esposa del mejor jugador del mundo nacido en este suelo, Lionel Messi.

Realmente fue muy llamativo lo que se pudo apreciar a través de las redes sociales e informativos por la manera en que trataron a Rosario, pero más preocupante aún fue la participación de varios personajes del entorno político, quienes fueron elegidos democráticamente por la gente que habita este maravilloso suelo, y que en su discurso mostraron “la hilacha”, hablando de la ciudad que representan como un espacio inhabitable parecido a la Medellín de Pablo Escobar de principios de los ´90.

Una de las escenas más vistas y criticadas, por supuesto, fue la cobertura realizada por el periodista amarillista y porteño Esteban Trebucq quien acompañado de la oportunista diputada provincial Amalia Granata, montó una paupérrima escena en la que ambos posaban ante la cámara como si se tratase de una safari en las inmediaciones de 27 de Febrero y Boulevard Avellaneda, cubriendo sus cuerpos con un par de chalecos antibalas que fueron el hazmerreir de nuestros conciudadanos los cuales transitaban sin protección alguna – como todos los rosarinos cotidianamente – por la zona.

Es de esperarse, aunque indignante, que un canal de televisión de la Ciudad de Buenos Aires haga esta puesta en escena ninguneando a la sociedad rosarina, pero lamentablemente y aunque nos cueste creer, ya vimos a una periodista local utilizando un chaleco antibalas en una nota de color mientras transmitía la previa de la Fiesta de las Colectividades a principio del mes de noviembre del año pasado.

El manejo que dieron los canales, junto a la prestancia de los políticos que deben representar con honor y lealtad a los rosarinos, para este circo mentiroso y repugnante, habla a las claras de la crisis política y cultural que atraviesa Rosario y la necesidad que tiene la ciudad de que sus habitantes, definitivamente, defiendan la historia que ha hecho grande a esta localidad.

Rosario: una ciudad de laburantes

Si bien no se ha logrado oficializar el nacimiento de Rosario, desde sus comienzos de urbanización la ciudad se destacó por ser un polo productivo y de generación de empleo como ninguna otra.

El río Paraná, que es fiel testigo del crecimiento de este gigante, ha sido una vía de motorización estratégica para la logística comercial que ha sido una cualidad económica que grandes empresarios han aprovechado, y la que ha visto el nacimiento de gran cantidad de puestos de trabajos.

Un capitulo aparte se merecen los trabajadores y trabajadoras rosarinas que han puesto el cuerpo para sostener y estimular el crecimiento constante que posee este gran bastión económico de la región y el país.

Tal es así que Rosario se destaca en Argentina y el mundo por la gran cantidad de asociaciones privadas que conforman el cordón portuario e industrial, entidades cooperativas y mutualistas, organizaciones libres del pueblo como lo son sindicatos, organizaciones civiles y sociales y por supuesto cada una de las instituciones culturales que conviven en esta urbe. Todo esto para consolidar cada paso que se ha dado y, por supuesto, velar por la integridad de quienes “pusieron el lomo” en esta gran ciudad.

Tierra de puertas abiertas

La ciudad más grande de la provincia de Santa Fe siempre tuvo el corazón abierto hacia las demás provincias y países del mundo. Miles y miles de extranjeros que conforman las decenas de colectividades, turistas y cualquier forastero que pasó por esta tierra, han sido abrazados y contenidos por los rosarinos y rosarinas que entienden el desapego emocional que conlleva dejar su lugar de origen.

Un punto a destacar son las oportunidades creadas para ciento de miles de estudiantes que han pasado por las universidades rosarinas, buscando realizarse en la vida a nivel profesional teniendo al alcance de la mano la carrera elegida y de forma gratuita. Y hay que mencionar, nobleza obliga,  la vocación de servicio de cada uno de los trabajadores pertenecientes a la comunidad educativa que la conforma que, con dedicación y esfuerzo, posicionaron a la educación santafesina por encima de los estándares internacionales, los más elevados.

Que el narco no tape el bosque

La indignación que le ha generado a los rosarinos de a pie esta exacerbación y utilización burda de las tragedias que acosan el día a día, no pasó desapercibida y la molestia es generalizada.

Rosario es cuna de la patria y de las grandes victorias llevadas adelante por los próceres que han escrito cada una de las páginas de la historia de la Argentina y que cada argentino repite entonando las estrofas del himno que nos representa.

Esta ciudad ha parido grandes artistas que han aportado al ADN de la cultura de una gran nación como lo es la argentina, ubicándola en los escenarios más representativos del mundo. Como también lo ha hecho con deportistas de la talla de Lionel Messi.

La familia rosarina disfruta y transita por las veredas, calles y parques, teniendo en cuenta que cada rincón de la ciudad es un pulmón neurálgico de compañerismo, hospitalidad y amor fraternal.

Es por eso que Rosario, junto a su bella comunidad, le exige a los poderes políticos respeto y humildad frente a su historia, a su aporte cultural y a su fuerza productiva y trabajadora, teniendo en cuenta las generaciones venideras y las proyecciones que la ciudad tiene para con la familia.

Sobre todo, y valorando cada renglón de su historia, los rosarinos y las rosarinas que hacen grande a esta ciudad, piden respuestas prácticas de manera inminente  a los representantes políticos para, en principio, mejorar la situación creada por las malas decisiones que tomaron y que han dañado la estirpe y la integridad de quienes la habitan y, sobre todo, para que ningún medio de comunicación de características «tilingas» desarrolle un juego mediático, el cual responde a intereses ajenos, sigan difamando y ensuciando a Rosario y la belleza de su gente.