Por Gabriel Fernández *

Hace algunos días señalamos la configuración de un bloque nacional vinculado por la necesidad de activar el mercado interno.

Sólo el espacio propio, conjugado en derredor de la acción estatal sobre Vicentin, puede ofrecer semejante volumen en la vida política nacional: la CGT, la CFT –el diálogo al aire con sus dirigentes resultó nítido-, ambas CTA; los movimientos sociales; las asociaciones pymes y las cooperativas; la CGI –nuestra entrevista de ayer con su referente fue de conclusiones inequívocas-, la CGE, una parte de la UIA y la Federación Agraria Argentina, entre otros, cerraron filas para sostener la presencia del Estado en la economía y su despliegue sobre las zonas alimentaria, exportadora y monetaria.

POTENCIAL. Ese conglomerado que abarca casi la totalidad de la realidad económica nacional es de un potencial significativo y habilita el desarrollo de más y mejores decisiones para poner de pie una nación devastada por el proceso liberal durante cuatro años. Si desagregamos los porcentajes del Producto Bruto Interno encontraremos que ahí, en el bloque citado, se halla (casi) todo lo que un país precisa para encarar un ciclo de desarrollo potente y equilibrado. Sindicatos, territorio, emprendimientos, empresas privadas. Máquinas herramienta, tecnología, know how.

FILTRO. Sin embargo su vigor no aparece traducido en la narración oficial ni en los medios de comunicación públicos. En línea con la labor de los lugares periodísticos ligados a agroexportadores, bonistas, compañías privatizadas y grandes bancos, las voces del gobierno nacional siguen debatiendo –y respondiendo, acorraladas- al eje de debate planteado por ellos. El desajuste es claro, pues los orientadores de esos medios concentrados están encarnando, con beneplácito en la mensura, un 20 por ciento de la economía real argentina. No más.

BANDERAS. Al concurrir a una batalla, los ejércitos prestan atención a la propaganda. El sentido de los pabellones, las banderas y también la inteligencia a la hora de concretar un enfrentamiento, hasta las tareas comunicacionales que brindan información adecuada y esperanzas de victoria a los pueblos que sostienen esas formaciones, componen una trama decisiva para el éxito. Si pese a contar con fuerzas imponentes los combatientes y sus impulsores sociales creen ser minoría desharrapada, dividida y sin potencial, la tensión de su pelea –configurada por el saberse probables vencedores de antemano- se diluye y menoscaba.

¿MINORÍAS?. Hoy, al dialogar con cualquiera de los integrantes del bloque indicado al comienzo, nos encontramos con desánimo e ignorancia del propio poder. La combinación de la algarada mediática antigubernamental y sus condenas al “estatismo” –con todas las variantes argumentales que el liberalismo acostumbra-, y las réplicas tímidas de quienes sólo articulan un “bueno, pero fue una estafa”, conlleva a esa sensación de minoría y aislamiento ante el “clamor” de quienes pretenden defender la propiedad privada y «liberar» a la población de las restricciones sanitarias.

SENSACIÓN. Ese desajuste está originando que una mayoría nacional popular que respalda medidas industrialistas y sanitarias se perciba en desventaja justo cuando una sencilla acción gubernamental la amalgamó con perspectivas de avance. Es para asombrarse, pero las entidades citadas, que reúnen al conjunto del mercado interno argentino, se piensan doblegadas por voces que apenas canalizan el interés de un puñado de empresarios rentísticos que contrastan con el proyecto productivo nacional.

INTROYECCIÓN. Esta realidad con espejo muy deformado también influye sobre las restantes decisiones del área económica oficial. Mientras los acreedores intensifican el ataque para correr al ministro Martín Guzmán porque exigen cobrar mucho y rápido, frente a la evidente y sensata labor dilatoria de las negociaciones adoptada por su cartera, las restricciones sobre aguinaldos, sueldos y jubilaciones agigantan los cuestionamientos en vez de licuarlos. Porque las caras lindas destinadas mostrar equilibrio fiscal sólo abren las compuertas a más demandas ya que alimentan el agujero negro de la primarización, que se ve fortalecido en recursos y argumentos.

SINCERAMIENTO. El gobierno se encuentra ante un desafío único. El virus, al insertar su presencia en medio de una batalla económica complejísima, lo lleva a acelerar y desacelerar continuamente. Pero las salidas no son imposibles, precisamente, debido al interés de fondo que evidencia la coalición de fuerzas que necesita el crecimiento. El primer paso radica en sincerar el panorama: la mayor parte de la comunidad está alineada con un Estado activo, con la inversión productiva, con el trabajo y con la dinamización del mercado interno. Hay que mostrarlo; los discursos oficiales y los medios propios son las herramientas disponibles para hacerlo, y así infundir poder visible a quienes lo poseen en modo larvado.

ENERGÍA. Una vez planteada la situación en esos términos, donde cada quién sabe qué vigor posee y se caen las máscaras elaboradas por los medios concentrados, otro clima entornará el diseño de las políticas y otra energía insuflará vida a las iniciativas que promuevan la reconstitución de una economía sana y pujante.

Este periodista piensa que gran parte de la sociedad no tiene idea del capital que posee.

 

*Fuente: La Señal Medios.

• Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica

Ilustraciones Cleto Ciocchini