«Una vez fui a un quilombo (comunidades habitadas por los descendientes de esclavos rebeldes de Brasil) en Eldorado Paulista. El afrodescendiente más liviano pesa siete arrobas. No hacen nada, no sirven ni para procrear», Jair Bolsonaro.

Al hombre más votado en la primera vuelta de las elecciones brasileñas no le tiembla la pera a la hora de definirse como racista, xenófobo, homofóbico y misógino. Su postura es claramente neofascista, sueña con un país hermanado a lo dogmático religioso, al uso irrestricto de las armas de fuego y a la disciplina militar, un verdadero retroceso a los años más oscuros.

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Entre las “perlas” discursivas de quién obtuvo el 46.03 %, se pueden destacar las siguientes:

– Sería incapaz de amar a un hijo homosexual y preferiría que muera en un accidente a que aparezca con un hombre con bigote por ahí.

-Pinochet debería haber matado a más gente.

-Las mujeres deben ganar menos porque se quedan embarazadas.

-El error de la dictadura fue torturar y no matar.

-No voy a combatir ni discriminar pero, si veo dos hombres besándose en la calle, los voy a golpear.

Sin lugar a dudas una carta de presentación más que atractiva para atraer la atención de los sectores conservadores y reaccionarios. Pero  ¿Por qué gente de escasos recursos, afrodescendientes y mujeres lo votaron? Sin duda alguna esto sería un disparador maravilloso para analizarlo desde la psicología social.

Katia Rosalva y Bárbara Paiva son brasileñas, nacidas en Recife, brindaron una profunda charla en los estudios de Conclusión para conocer detalles sobre la cultura de un país que eligió la mano dura en lugar de profundizar la democracia.

“Sin dudas es un personaje que llama mucho la atención, debe tener mucho carisma y éste amedrenta. Su discurso es muy claro, abierto, racista, xenófobo y con un odio manifiesto al indígena”, recalcó Katia Rosalva, profesora de idiomas y con 13 años de residencia en nuestra ciudad.

Bárbara Paiva es estudiante de medicina y pernambucana como su compatriota, consultada sobre la figura de Bolsonaro, sostuvo: “El gobierno pasado hizo mucho por la región norte y nordeste, que es la nuestra. Escuelas, universidades, hospitales, pero por sobre todas las cosas, le devolvió la dignidad a las personas más vulnerables. El voto a Bolsonaro es un castigo al PT, es el odio a sus políticas”.

Sobre el análisis de un voto con anclaje en el odio, ambas coincidieron. Para Katia una de las hipótesis tiene sustento en un viejo sueño, “muchos brasileños sueñan con parecerse a los Estados Unidos, siempre les gustó eso, y otros tantos, votaron creyéndose empresarios y no trabajadores”, relató Katia.