Los obispos argentinos, en el final de la 175º Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), difundieron hoy un comunicado en el que dieron un mensaje para la próxima Navidad al afirmar que «Jesús entra en nuestra casa para quedarse», pero también reclamaron inversiones para generar empleos.

«Nada es fácil en la Argentina de ayer y de hoy, sobre todo para los que dependen de uno o dos sueldos, y ni pensar si la familia con varios hijos está al margen del sistema laboral y previsional», sostuvieron.

Consideraron que «ahí nuestra nación muestra su peor rostro, porque cuesta creer que en la tierra bendita del pan, a uno de cada tres argentinos le falte comida, trabajo, salud, educación e igualdad de posibilidades para progresar».

La CEA que preside el arzobispo José María Arancedo analizó que «las estadísticas visibilizan el número de los pobres, pero nunca alcanzarán a reflejar el dolor, la angustia e indignación de los padres que no pueden sostener a sus familias».

En tanto, «la emergencia social, declarada hace unos días por el Estado Nacional, nos excusa de dar más ejemplos y comprueba esta cruda y cruel realidad que hoy padecen muchos compatriotas», dijeron.

«Hacemos un llamado apremiante a los que tienen algún grado de decisión en la economía argentina, para que inviertan en fuentes de trabajos dignos y bien remunerados», formularon los prelados.

Manifestaron que «los cálculos mezquinos, la especulación financiera y la subordinación del bien común a intereses electorales, no responden a las expectativas y hacen mucho daño al país».

«Como pueblo necesitamos sentarnos a la mesa, disponernos para el diálogo responsable y permanente, y así fortalecer nuestra aún frágil convivencia ciudadana. Que nadie se sienta excluido de esta invitación, porque la hora de la patria reclama de todos gestos de grandeza», precisaron.

Respecto de la Navidad, recomendaron que «cuando nos reunamos como familia delante del pesebre, contemplemos el misterio de la humildad de Dios que viene a salvarnos. Esta fiesta de la fe, vivida en familia, nos invita a fortalecer nuestros vínculos. ¡Dejémonos conmover por este Dios manso, que entra en nuestra casa para quedarse!»

Destacaron que «el Jubileo del Año Santo nos ha unido más a la persona del Papa Francisco, incansable apóstol de la misericordia divina». Estamos convencidos de que sus enseñanzas nos comprometen a bajar a las manos nuestra fe, para que se traduzcan en gestos de caridad ante toda miseria humana».

«El Niño Dios de nuestros pesebres revela el rostro de la misericordia y, al hacerse como uno de tantos, nos ayuda a confiar en el perdón generoso del Padre Dios y nos invita a perdonar de corazón a nuestros hermanos», dijo la Conferencia.

Para los prelados, «en este desborde de gracias, la Iglesia confirmó la santidad de dos hijos de nuestra tierra: San José Gabriel del Rosario Brochero y la Beata María Antonia de San José. Ambos fueron entusiastas evangelizadores, solícitos con los enfermos, los pobres y los presos».

«¡Qué bueno sería que sus imágenes estuvieran junto a la Virgen María y a San José en el pesebre! En ellos también se manifestó el amor de Dios por su pueblo peregrino en la Argentina», agregaron.