El 30 de octubre de 1983 las urnas volvieron a ser las protagonistas en la historia argentina, recuperando el lugar del que habían sido relegadas en tiempos en los que las botas reemplazaban votos. 

Los dos partidos mayoritarios llevaron a esa elección dos candidatos muy diferentes. Por un lado, Raúl Ricardo Alfonsín, nacido en la ciudad bonaerense de Chascomús el 12 de marzo de 1927, quien representa entonces la renovación de la Unión Cívica Radical. 

El radical había participado en 1975 de la fundación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y en 1982 fue parte del puñado de políticos argentinos que se opone a la incursión militar en Malvinas. 

Además, Alfonsín llegó a la contienda electoral con una postura férrea frente a los crímenes de la dictadura cívico militar y estaba decidido a juzgarlos. Su adversario, en cambio, muestra una postura distante.

Ítalo Argentino Luder, nacido la localidad santafesina de Rafaela un 31 de diciembre de 1916, era entonces un reconocido abogado que en 1975 llegó a ser Presidente Provisional de la Nación ante la licencia de Isabel Martínez de Perón.

La decisión del candidato radical se traduce a una oratoria convocante, cargada de un carisma contrapuesto al de la figura de Luder. Alfonsín es en esos días el que mejor sabe interpretar las demandas de verdad y justicia de la sociedad y el que mayor esperanza genera entre los votantes más jóvenes. «Con la democracia no solo se vota, también con la que se come, se cura y se educa», afirmará meses después el abogado de la UCR.

Alfonsín y Luder

Ese 30 de octubre de 1983 la participación fue masiva. La ciudadanía asumió su responsabilidad histórica y ocupó el protagonismo que el terrorismo de Estado había cercenado. Finalmente, Alfonsín venció con casi el 52% de los votos, mientras que Luder obtuvo el 40%, convirtiéndose en el primer candidato peronista en perder una elección presidencial.

Ese domingo el pueblo salió a festejar a las calles de todo el país con un horizonte claro. El 10 de diciembre, con la asunción de Alfonsín al frente de la Casa Rosada, volverán a tener un presidente electo por la voluntad de las mayorías y no seleccionado por las minorías y sus armas.

Santa Fe y Rosario: también democráticas

En el plano local, desde 1983 a la fecha, una decena de binomios de gobernadores dirigieron los destinos de los santafesinos. Aquel 30 de octubre del mencionado año también se definió quién sería el mandatario santafesino tras el periodo dictatorial.

En el caso de Santa Fe, se debía elegir al gobernador y al vicegobernador para el período 1983-1987, a los 50 miembros de la Cámara de Diputados, y a los 19 miembros del Senado Provincial.

A diferencia de lo ocurrido en el plano nacional, el Partido Justicialista se impuso casi con el 42% de los votos sobre los 40 puntos y medio que obtuvo el candidato de la UCR. Así, el contador José María Vernet, nacido el 24 de febrero de 1924 en Rosario, se convierte en el primer gobernador electo democráticamente en la etapa postdictadura tras vencer al radical Aníbal Reinaldo.

José María Vernet triunfó en 1983

El PDP, con Alberto Natale-Luis Ingaramo, terció en la contienda y obtuvo el 10,4%. Un escaso 0,68% obtuvo el Socialismo Popular, con Héctor Cavallero y Ricardo Barbieri, pero los vientos no tardarían mucho en cambiar de rumbo para el «Tigre».

En Rosario la tendencia fue coincidente con la victoria radical. El candidato de la UCR, Horacio Daniel Usandizaga, nacido un 15 de junio de 1940, gobernó desde el 19 de diciembre de 1983 hasta 1989, cuando -tras haber sido reelecto- dejó su cargo y cumplió con lo que había prometido: si Carlos Menem le ganaba a Eduardo Angeloz, se iría.