La semana pasada se encendieron algunas luces amarillas en el frente cambiario, cuya estabilidad es una de las grandes prioridades del Gobierno. Un objetivo que no estará exento de presiones, como ante toda campaña electoral. El salto del dólar blue a su máximo nivel del año y la necesidad de que el Banco Central intervenga para contener las cotizaciones financieras activaron intercambios en el elenco gobernante para analizar la situación. Lejos del alarmismo, en el Gabinete económico ratificaron la confianza en su poder de fuego y reafirmaron que no habrá una devaluación después de los comicios.

Los funcionarios consideran que, detrás de la disparada del dólar ilegal de $10 en solo cinco ruedas hasta los $174 (este lunes cedió a $173), hubo algunas manos del mercado que aprovecharon la mayor demanda producto del pago de aguinaldos para activar unas primeras presiones sobre el blue, un segmento donde el BCRA no puede intervenir. “Nos están midiendo, pero hay espalda”, le dijo una fuente del Gobierno a Ámbito.

Lo cierto es que, más allá de que en junio se redujo la compra de divisas del Central respecto del récord de mayo, el saldo sigue siendo importante. Según un reporte de BAVSA, con u$s628 millones netos adquiridos, se trata del mejor junio entre los años en los que hubo cepo cambiario. Con todo, los movimientos en el blue, el MEP y el CCL frenaron la sostenida tendencia a la baja de las expectativas de devaluación implícitas en los contratos de dólar futuro para después de las elecciones: la semana pasada el contrato a diciembre subió 1,3%. Para el Gobierno se trata de movimientos infundados.

Un informe del Gabinete económico, al que accedió este diario, señala que no existe un atraso pese a la ralentización del ritmo mensual de depreciación iniciado en febrero en el marco de la estrategia oficial para ayudar a desacelerar la inflación. El texto señala que la mejora del contexto internacional permite desplegar esa política sin sacrificar “la competitividad y la sostenibilidad del resultado externo”.

Enumera tres factores: la revaluación de las monedas en algunos de los principales socios comerciales, el alza de precios de los commodities y la mayor inflación a escala global. Sobre todo gracias a la apreciación del real, el tipo de cambio real multilateral se ubica se ubica 0,5% por encima del promedio de los últimos 23 años y se mantuvo “relativamente estable durante los meses en los cuales el BCRA desaceleró el ritmo de depreciación”, apunta el informe. Además, a pesar de la reciente corrección, el índice de precios de las materias primas elaborado por el Central se ubicaba al 22 de junio un 48% por encima de los registros promedio de 2020 y 49% arriba del promedio de 2016-2019.

Así, el Gabinete económico concluyó: “Lejos de los análisis que buscan vincular el cambio en la estrategia cambiaria con un escenario de insostenibilidad que obligará a una corrección cambiaria tras los comicios electorales, el análisis de la información estadística y los cambios ocurridos en el contexto internacional reflejan que la moderación del ritmo de depreciación no solo aportó al proceso de desinflación en curso, sino que no implicará pérdidas sustantivas de competitividad cambiaria, al tiempo que convive con una mejora en la posición de reservas”.