Ya no es noticia que aumentan la pobreza y el desempleo, y que la pandemia profundizó las desigualdades. La novedad es que la recaudación fiscal mejoró por los aumentos de precios (que engrosan el IVA), por la mayor cotización de las commodities, y por el cobro del impuesto a las grandes fortunas.

La referente social, Silvia Saravia afirmó :»El gobierno recauda más, pero la ayuda llega menos. Si no hay trabajo, debe volver el IFE urgente».

¿Y entonces? Es evidente que el gobierno decide dar la espalda a una amplia franja de pobres e informales. Aquellos a quienes el año pasado «descubrió» al tener que ampliar el IFE. Tampoco mejora la asistencia alimentaria a los comedores comunitarios, y demora los pagos para insumos y herramientas del Potenciar Trabajo.

Este ajuste pega duro en los barrios. Ante una segunda ola más extendida que obliga a aislarse, la encrucijada es enfermarse por Covid o directamente no comer. Hay que elegir, y no es justo. Las familias llegan a nuestros comedores, pidiendo un plato de comida y un trabajo.

Hay bronca y dolor. Pero también hay dignidad. El gobierno debería tomar nota de que la situación es muy grave, dejar de fabricar peleas y decidir si va a continuar emprolijando planillas de cálculo a pedido del FMI, o va a asistir a los sectores más castigados.