Por Lautaro Zeballos

La escalada del precio de la harina no se detiene y enciende alarmas en distintos niveles. Si bien hay meses estacionalmente inflacionarios para este insumo, la trepada muestra una constante y profundidad. Los proveedores no dan precisiones de qué puede esperarse en el corto plazo, así que en algunos sectores decidieron comenzar a acopiar en pequeños volúmenes.

El alerta llegó a diferentes actores de la economía. Por ejemplo, tal expuso Conclusión en el último tiempo, las panaderías enfrentan un escenario complejo al momento de mantener el precio del kilo de pan. Si bien entienden que el poder adquisitivo de la población no está para enfrentar incrementos al momento de pagar en el mostrador, llega un punto en el que no pueden seguir conteniendo la suba y deben trasladarla al cliente. De lo contrario, la rentabilidad sería nula y la continuidad de los negocios estaría jaqueada.

Como muestra también cabe recordar el acuerdo al que llegaron en febrero pasado el Gobierno nacional y un grupo de panaderos de la provincia de Buenos Aires para que el kilo de pan francés oscile entre 180 y 220 pesos. El alcance de dicho acuerdo, labrado por el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, pronto se extendió a otros puntos del país. La Asociación de Industriales Panaderos y Afines de Rosario comunicó la adhesión a esos precios cuando apenas habían pasado 48 horas del acuerdo fijado en territorio bonaerense. Aun así, las bases sobre las que sentaron el pacto tardaron poco en resquebrajarse.

Los números que utilizaron para consensuar un valor promedio quedaron alterados a las pocas horas, cuando la escalada del precio de la harina no encontró un tope. «Hace 20 días acordamos con los panaderos y molineros el precio del kilo de pan francés con una bolsa de harina a 1.300 pesos. Hoy la tenés que comprar por arriba de 2.000 pesos», expresó entonces el titular de la Federación Industrial Panaderil bonaerense, Raúl Santoandré.

Lo mismo ocurrió localmente. La Asociación de Industriales Panaderos y Afines de Rosario denunció la semana pasada que en tan solo 10 días el precio de la harina aumentó un entre un 50 y 70%, dependiendo la marca. Además advirtieron que hay faltante de esta materia prima y culparon a los grandes molinos por ser «formadores» de precios.

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Estos datos también pueden confirmarse en otros sectores. Un relevamiento de Conclusión encontró que en algunos sitios compraron harina a 53,5 pesos el kg. el 25 de febrero y a 70,29 el pasado 4 de marzo. La tendencia al alza estuvo lejos de aplacar y este 10 de marzo llegó a los 84,13 pesos el kg. El incremento es constante y, si bien suele darse de manera estacional en momentos puntuales del año, no alcanza la meseta donde habitualmente se estabiliza. Frente a esto, explicaron ante este medio, empezaron a comprar pequeños volúmenes de más en un intento de ganarle a la carrera inflacionaria. La idea -dicen- también surgió ante el fantasma del desabastecimiento, algo que -teniendo en cuenta algunas políticas oficiales específicas y la escasez de antecedentes de esta índole- parece difícil, pero prefieren estar prevenidos.

En una cultura como la argentina, las productos que incluyen harina en su elaboración ocupan un lugar central en la dieta semanal. El impacto social de estos incrementos no puede dejarse de lado. Más cuando el escenario muestra que hay eslabones de la cadena que están atravesando un período de gracia mientras la población de mayor vulnerabilidad económica agudiza su situación.

¿INTENTAN DAR RESPUESTA?

A partir de un trabajo conjunto entre los ministerios de Agricultura, Ganadería y Pesca y de Desarrollo Productivo, el Gobierno nacional llegó a un acuerdo con el sector productivo en la primera semana de marzo para la creación de un fideicomiso de trigo. Dicha herramienta, según indicaron fuentes oficiales, apunta a tener certidumbre y eliminar la volatilidad, dos de los principales requerimientos de la industria para garantizar abastecimiento y precio de alimentos básicos como son los fideos secos y harina.

Es un mecanismo que intenta dar respuesta a la necesidad de desacoplar precios para proteger el mercado interno en un contexto global de conflicto bélico y con el precio internacional del trigo alto y sostenido.

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«El secretario de Comercio Interior de la Nación, Roberto Feletti, acompañado por el subsecretario de Políticas para el Mercado Interno, Antonio Mezmezian, y el subsecretario de Agricultura del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Delfo Buchaillot, acordaron junto a autoridades del sector del trigo y molinos, la creación de este mecanismo financiero que tiene por objetivo asegurar el precio de comercialización de harina de trigo pan tipo 000 y fideos secos de presentación hogareña, incluidos en el programa +Precios Cuidados», fue la comunicación oficial del 3 de marzo.

En detalle, la implementación de esta política busca volcar al mercado doméstico 800 mil toneladas de trigo para garantizar el abastecimiento e intentar una estabilización de precios de esos productos esenciales para la dieta cotidiana de los argentinos.

Lo que ocurrió con posterioridad deja claro que la construcción de certezas enfrenta sismos constantes que sacuden la base de lo acordado. «El fideicomiso seguramente lo iremos ampliando en función de las necesidades que se presenten. Lo armamos para garantizar que los productos de Precios Cuidados como los fideos y la harina tengan su insumo, que es el trigo, a un precio estable en el año; pero la suba ha sido muy fuerte así que estamos evaluando si hay que reforzar ese fideicomiso o tomar otras medidas para abordar las tensiones en el mercado interno», subrayó Kulfas en dialogo con AM 990 y radio La Red.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

La medida se plantea en el contexto de la aceleración del precio internacional del trigo, cuyo contrato para mayo cerró -apenas unas horas antes de las mencionadas declaraciones del ministro de Desarrollo Productivo- a US$ 475,46 la tonelada en el mercado de Chicago, y que acumula un alza de 38,42% desde el conflicto entre Rusia y Ucrania por el temor a un desabastecimiento pues ambos países representan casi el 29% de las exportaciones mundiales del cereal.

En ese contexto vale identificar que, tal expusieron desde la Bolsa de Comercio de Rosario, las exportaciones argentinas de trigo tuvieron su mejor diciembre de la historia al alcanzar 2,27 millones de toneladas, por un monto total de US$ 629 millones. De esa manera, el primer mes de la campaña comercial del cereal cerró con volúmenes récord por un monto nunca antes registrado, en un contexto donde la producción final -siempre siguiendo los datos de la BCR- fue de 22,1 millones de toneladas.

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En el inicio del 2022 la tendencia continuó en el mismo rumbo. «Las exportaciones del mes pasado mostraron el mejor enero desde el 2008. En línea con las previsiones publicadas en el Informe de Coyuntura Económica, las exportaciones totales de la economía argentina sumaron US$ 5.547 millones en enero pasado, apenas un 3% por encima de las previsiones publicadas en las estimaciones de comercio exterior agroindustrial de la Bolsa de Comercio de Rosario», informaron desde la BCR.

Y el dato de mayor importancia para este enfoque: «En este marco de crecimiento exportador, el trigo representó más del 15% del total de las exportaciones del mes pasado totalizando despachos al exterior por US$ 868 millones, un 137% por encima de enero del 2021».

Así, acumulando los datos de los dos primeros meses de la campaña comercial, puede encontrarse el mayor volumen despachado en 12 años. No solo eso: las exportaciones en dólares también llegaron a máximos de más de una década, superando los US$ 1.400 millones y casi triplicando los valores del mismo período la campaña pasada.