Por Aldo Battisacco desde Buenos Aires

El bochornoso final precedido por el escándalo «del papelito» que recibió la diputada Cerutti en manos de parte de un colaborador del ministro de Finanzas Luis «Toto» Caputo, no pudo acallar las críticas que recibió el intento de defensa que ensayó el funcionario, ante la Bicameral de Seguimiento de la Deuda.

Caputo no logró salir indemne de la interpelación que le formuló la oposición por su participación en el circuito offshore, a pesar de que argumentó ante los legisladores que ser titular de esta figura societaria “no es delito”.

La respuesta del funcionario no conformó a la oposición, quienes tras escuchar que no era delito tener cuenta en paraísos fiscales, remató su posición diciendo que “el único tema es tenerlas declaradas”.

El primero en adelantar su cuestionamiento fue el senador de proyecto Sur, Pino Solanas, quien al ser consultado por Conclusión sobre si ser propietario cuentas offshore también era un delito penal, respondió que además «es un problema, ético, político, económico y moral, porque el excedente de ganancia que produce un pueblo en cualquier país del mundo, es reorientado por las políticas a que sea reinvertido porque si no, hay vaciamiento».

 

 

Por su lado, desde el oficialismo, el diputado Daniel Lipovetzky, defendió la postura del titular del ministerio de Finanzas, al manifestar que el ministro respondió «con solvencia» las preguntas sobre cuentas fuera del país y la evolución de la deuda. También argumentó sobre el uso de las cuentas offshore al manifestar que «no se trata de estar de acuerdo o no, porque son sistemas que se usan en el mundo».

 

 

A su turno, el diputado y referente empresarial del Frente Renovador, José Ignacio de Mendiguren, centró sus dardos en la fuga de capitales, «porque no se genera confianza en los argentinos» y porque no hay «inversión genuina ni de riesgo, solo especulación financiera».

Ante los dichos del gobierno que tildaron a los empresarios de llorones, Conclusión le consultó al legislador sobre si la solución era reorientar sus actividades hacia el mundo de las finanzas. De Mendiguren aseveró: «En 2001  Federico Sturzenegger decía que había que quedare tranquilos porque tenemos uno de los sistemas financieros más sólidos del mundo porque cumple con las normas de Basilea Plus, y sin embargo todos sabemos que sucedió tres meses después».