La profunda crisis en la que cayó la industria frutihortícola neuquina está llevando a la desaparición a un barrio de casi cien años porque sus habitantes se van quedando sin empleos.

Se trata del barrio obrero de Nueva España, ubicado entre la ciudad de Neuquén y la localidad de Centenario, donde viven unas 400 personas: los hombres y mujeres trabajaban ligados al sector frutihortícola.

El barrio se fundó en 1922 al calor de la entonces creciente producción de frutas y ahora, casi un siglo después, su gente analiza alternativas que podrían llevarla a abandonar el lugar en busca de un sustento.

Los trabajadores del lugar se vieron en jaque cuando perdieron sus empleos entre 2016 y este año. Algunos se desempeñaban en la maderera MAM, dedicada a realizar cajones y pallets, que cerró a principios de este mes.

Allí, los 92 empleados fueron despedidos por la empresa, que decidió cerrar sus puertas aduciendo una crisis a raíz del aumento en la tarifa eléctrica y la imposibilidad de mantener la producción por la escasa rentabilidad.

Otros de los habitantes de Nueva España trabajaban en la compañía recientemente quebrada Jugos del Sur SA, por lo que también perdieron sus puestos de trabajo, según publicó el diario LM Neuquén.

Además, la avanzada de loteos en la zona rural aledaña están amenazando la estabilidad laboral del barrio, ubicado en el límite entre Centenario y Neuquén capital.

«Esto duele y mucho. Este es un barrio de trabajo, la gente vive de algunas pocas empresas y de las chacras, que están desapareciendo», dijo Juana Espinosa, una vecina que fue suspendida por MAM y que trabaja desde 1989 en esa maderera. Asimismo,  remarcó que en el barrio «ninguno tiene una clase social alta, somos todos trabajadores» y que «el cierre de las fábricas golpea a los vecinos, algunos de ellos que montan su economía alrededor de esas empresas del parque industrial».

En los alrededores, todo lo que estaba dentro del mundo de la fruticultura se fue extinguiendo con el paso del tiempo: se vendieron chacras y aparecieron barrios cerrados. Además,  el trabajo de temporada y de invierno que tenían los peones está en crisis; sólo algunas chacras están en producción, pero tienen dramas para seguir con la actividad.

«En el barrio estamos muy golpeados porque la gente se defiende como puede. Algunos trabajan en el Municipio (Neuquén), pero la mayoría hace changas«, agregó la vecina, que reside allí hace años.

El lugar está en medio de los cañadones de arcilla, donde se asentaron familias; tiene electricidad (en algunas zonas de manera ilegal), gas natural y hasta teléfono e internet, provistos por la Cooperativa Telefónica Centenario (CTC).