El martes 19 a las 19.10 finalizó la reunión de coordinación entre equipos de municipio, provincia y Nación para cerrar detalles e intercambiar información respecto del acto por el Día de la Bandera. Cuando los presentes se levantaron de las sillas la visita del presidente estaba garantizada. Por Nación habían asistido representantes de Gendarmería, Policía Federal, Casa Militar, Prefectura y Protocolo y Ceremonial.

No más de 15 minutos después desde Buenos Aires se distribuyó el comunicado del Ministerio de Interior: «Con motivo de haber recibido notificaciones de los responsables de la seguridad presidencial y del gobierno de Santa Fe, en las que se indicaba que se debían reforzar las medidas de seguridad para evitar la posibilidad de que se generaran disturbios en las calles de Rosario de organizaciones políticas, se suspenderá la asistencia del presidente”.

Por cómo se sucedieron los hechos, es evidente que la decisión de bajarse a último momento de la visita fue tomada en el núcleo político del gobierno. Quizás sólo hayan sido el ministro Frigerio, el secretario general Fernando De Andreis y el presidente. Y las razones no tuvieron nada que ver con la seguridad. Los responsables de la seguridad presidencial tenían todo arreglado en Rosario a esa misma hora.

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La decisión de no venir

El miércoles para el gobierno era un día de “buenas noticias”. El FMI le aprobaba el acuerdo con el crédito stand by y Morgan Stanley Capital International lo ascendía de categoría “país fronterizo” a “emergente”. Sin embargo, la valoración de esas noticias no es la misma en amplios sectores de la sociedad.

Era de público conocimiento que la Multisectorial contra el Tarifazo había convocado a una manifestación en ocasión del presidente. De hecho el año pasado también marchó y la seguridad no los dejó pasar de la Plaza 25 de Mayo. Para este año estaba definido que ni siquiera se los iba a dejar entrar a la plaza.

¿Sería una manifestación masiva, inmanejable, pondría en riesgo al presidente o le haría pasar un mal momento? Toda manifestación callejera puede tener provocadores o infiltrados, pero en la reunión de coordinación el martes a la tarde todos los participantes volcaron la información que tenían: coincidieron que no serían más de mil personas. Es un número más que manejable en condiciones normales, ni hablar cuando se dispone de inteligencia, las tres fuerzas de seguridad nacionales, personal de Presidencia y la colaboración de toda la Policía provincial.

La foto que el gobierno no quería

Probablemente se quiso evitar que Macri compusiera gratuitamente una foto que el gobierno quiere evitar a toda costa: una foto que signifique a un presidente mandando vallar todo para poder aparecer en público, alejado de la gente en un contexto de protestas callejeras y potenciales choques con la policía como consecuencia de las políticas de ajuste que impone el acuerdo con el FMI.

De ninguna manera la Casa Rosada quería esa foto desparramándose por los portales de noticias del mundo el mismo día del salvataje del FMI.

Se sumó el planteo del gobernador al ministro de Interior Rogelio Frigerio. No le parecía oportuno que para que el presidente venga apenas media hora haya que vallar el centro, complicar la circulación y restringir la participación de la gente, y apenas eso terminara desmontar todo rápidamente para que el público pudiera ingresar al parque y participar de los festejos.

La decisión del gobierno de no venir tiene sus bemoles. Hay cierta imagen de debilidad que se va autoconstruyendo en estas decisiones, a lo que se suma esto de las apariciones encapsuladas y sólo con público amigo o hipercontrolado. Pasaba como un dato secundario al principio de la gestión, pero se resignifica en esta etapa marcada por conflictividad y malhumor social en crecimiento.

Es todo un desafío para el gobierno reacomodar el vínculo del presidente con la gente en tiempos de tensión económica y social. ¿Van a esconder al presidente, lo van a aislar más todavía de la calle?

El diputado nacional Lucas Incicco ensayó al día siguiente del acto una explicación/excusa polémica en Radio Dos: “Lifschitz se jactó de hacer un acto sin vallado y da la sensación de que el gobierno provincial optó por tener un acto para ellos, buscaron tener su propio acto”, lanzó. Para el diputado “tener al presidente deja en segundo plano al gobernador y ellos quisieron quedarse con el acto”.

El síndrome de la silla vacía

Indudablemente el gobernador y la intendenta aprovechan la vidriera, como cualquier mandatario. Lifschitz tras el acto se paró detrás de una valla con el público para seguir el desfile, luego fue a su casa, se vistió de sport y volvió un rato más tarde a mezclarse entre la gente en el parque nacional. Una gacetilla de la Municipalidad posterior postulaba que unas 200 mil personas pasaron por el Parque Nacional a la Bandera. Sólo faltaba decir: “Y nadie preguntaba por el presidente”.

Todo estaba preparado a la medida para que el presidente sea la máxima figura del día y en la tapa de los diarios del jueves. Lo único que ocurrió fue que a último momento dejó la silla vacía. Un error político. Es para revisar que un gobierno no esté dispuesto a correr el riesgo de una silbatina, un insulto desde el público o una refriega entre manifestantes y policías. Nadie está exento, son sinsabores que vienen con la banda y el bastón.

Cada uno con su acto

Cada gobierno nacional tiene sus formas. Con Menem concurrían bulliciosas hinchadas menemistas que de ser necesario se volvían fuerzas de choque para cortarle el paso a quienes protestaran; Néstor Kirchner cultivó el protocolo abierto, desenfadado y el contacto con la gente; Cristina Fernández se blindaba con columnas de agrupaciones kirchneristas obsesionadas por copar espacios, evitar cualquier manifestación en contra y amedrentar a opositores, ya sean militantes rasos o el gobernador.

Este gobierno, desde su llegada impuso un formato de acto (no sólo en Rosario, sino en todos los lugares que asiste el presidente) cerrado, distante de la gente, puro protocolo, costosísimo en términos económicos.

Si a eso se suma el acostumbrado perfil bajo del presidente, por no decir las deslucidas intervenciones discursivas, pareciera que sólo la foto es lo que importa: un touch and go de 45 minutos a lo sumo, sin “pérdida de tiempo” en desfile.

En 2017 sólo en el vallado de un perímetro de 300 metros alrededor del Monumento Nación gastó medio millón. Esta vez la cifra era mucho mayor porque la orden fue cerrar el paso a 400 metros de distancia. El martes a la noche estaban agotadas las vallas metálicas de alquiler en la ciudad y por lo tanto venían en viaje camiones con refuerzos desde Buenos Aires.

Los actos 2016 y 2017 con Macri (y este año lo mismo) se diseñaron encajonados en el Patio Cívico. En este caso, sólo con invitados (autoridades, cadetes y familiares de éstos) y medidas de seguridad infernales. Para este 20 de Junio, los familiares podían entrar antes de las 8 de la mañana y no después, a pesar del frío y la espera. El resto a las 9. Esas pautas están calculadas en función del tiempo que le llevaría a la PSA escanear (como en los aeropuertos) a cada uno de los 800 invitados al acto.

La reunión de coordinación Municipio/provincia/ Nación inició a las 18.10 y terminó una hora después.

De Nación había representantes de la PSA, Gendarmería, Federal, Prefectura, Armada y Protocolo.

A las 18.50 se emitió gacetilla confirmando la presencia del presidente. Media hora después se comunicó que se bajaba.

Frente a las amenazas de algunas agrupaciones de generar disturbios mañana en Rosario, decidimos priorizar la tranquilidad de los vecinos y garantizar que tengan un festejo en paz. Por eso el Presidente no viajará.

La previsión era que la Multisectorial contra el tarifazo iba a movilizar unas mil personas.

No más que el año pasado.

¿Cómo era el operativo?

Se había dispuesto vallado cien metros más lejos que el año pasado. La manifestación no iba a poder ingresar a la plaza 25 de Mayo.

Al acto en sí los familiares de los cadetes tenían que ingresar antes de las 8.

Era un acto cerrado, sólo se entraba con una de las 800 invitaciones. Destinadas a cadetes, familiares de los mismos y funcionarios de los tres niveles.

Incluso ese número estaba calculado en función del tiempo operativo que demandaba a la PSA pasar con los scanner móviles de rayos X a cada uno de los invitados.

Recalquemos esto, no con Macri sino con todos los presidentes. Cuando hay una visita presidencial, sea donde sea, el control del acto lo toma Presidencia, y anoche a las ls 19.15 estaba todo bajo control.

Entonces cuáles son los verdaderos motivos

1- Si realmente fue por una movilización que encabezaban dirigentes sociales reconocidos, es una muestra de debilidad. Esta claro que no es el mejor del presidente y el gobierno, pero que van a hacer, lo vana esconder al presidente? Va a dejar de salir a actos públicos por temor a que lo chiflen?

2- Ahora, la otra posibilidad es que esto haya sido pensado como una forma de dejar en falsa escuadra a la ciudad y a los gobiernos locales, que se lea como que es un lugar donde el presidente no puede ir, no se puede hacer un acto tranquilo, etc. Quienes abonan esta hipótesis señalan el repentino cambio de opinión, que la información sobre la marcha estuvo siempre y se convocó públicamente. El coro de dirigentes locales que afirmó que era porque no se garantizaba seguridad, cuando la seguridad la garantiza presidencia. Si los que estaban a cargo de seguridad estaban en la reunión de coordinación, quiere decir que la decisión se tomó por determinación política en el núcleo de Presidencia, Interior, secretaría general y el presidente.

Sea cual fuere la verdadera razón, el presidente no viajó y como toda adhesión subió a Facebook este video de izamiento de la bandera pero desde Buenos Aires y sin gente.