«Los orcos van a tener que medir muy bien cuando quieran hacer desmanes». Esta frase no está sacada del Señor de los Anillos, la emblemática trilogía literaria escrita por J. R. R. Tolkien, sino que se trata de una expresión que el ex presidente Mauricio Macri eligió utilizar para referirse a un amplio sector de la sociedad, que se verá muy afectada por el feroz ajuste que el presidente electo Javier Milei, de quien es principal aliado, viene anunciando, y podrían salir a las calles para ejercer su derecho  a la protesta. Se trata de un mensaje muy peligroso también ya que habilita a simpatizantes y militantes de ese espacio a dirimir las diferencias política e ideológicas desde la violencia y desde una supuesta superioridad de unos sobre otros.

“Los jóvenes no se van a quedar en casa y los orcos van a tener que medir muy bien cuando quieran hacer desmanes en la calle”

Mauricio Macri

La frase se viralizó, algunos la festejaron, otros la repudiaron, pero dejó muy en claro el profundo prejuicio con el que el sector que representa el ex presidente considera a sus compatriotas.

Es una expresión que incita a la violencia, sin eufemismos, y tiene también tiene un claro objetivo: deshumanizar a los otros para justificar todo tipo de represión o acciones violentas contra ellos.

Los otros, «los orcos», serán los trabajadores, los desocupados, los gremios que defiendan a sus afiliados, los pobres, los que dependen de un comedor comunitario o un merendero para tener, al menos, una comida al día, los jubilados y pensionados que pierdan beneficios en el Pami, los despedidos de las empresas estatales que serán privatizadas, los que se queden sin trenes y sin subsidios, los que viven en los barrios más humildes y no saben cómo sobrevivirán el día siguiente. En resumen, los otros, «los orcos»,  que pueden (y deben, según Macri) ser reprimidos o golpeados y atacados por la militancia libertaria, son todos aquellos que no apoyen el modelo de ajuste, que no quieran caer en la exclusión y que salgan a las calles a expresarlo.

Referirse a otros argentinos en esos términos también deja en evidencia que aquellos que tanto han hablado de «la grieta», se han quejado de ella, han afirmado que hay que acabar con las divisiones y los enfrentamientos, siguen lucrando con las históricas diferencias que atraviesan a nuestra Patria desde sus orígenes como estado. Pero bueno, sólo para que quede más claro: ¿Qué es un orco?

Los orcos: feos, sucios y malos

Etimológicamente, la palabra orco deriva del latín, Orcus (Huerco en castellano), cuya traducción sería «dios de los infiernos». En la mitología romana, el orco era un demonio del inframundo. En tanto, para la mitología celta, eran las criaturas responsables de los hechos de sangre y muerte que ocurrían en campos y bosques.

Pero, tras la aparición de los sucesivos libros del escritor inglés J.R.R. Tolkien, el término «orco» remite instantáneamente a esas criaturas creadas por el mal para su exclusivo servicio. Los orcos son seres despreciables, oscuros, deformes y miserables. Son «humanoides», incapaces de belleza y nobleza. Todo en ellos es corrupto, desde su aspecto deforme y su olor nauseabundo, hasta su comportamiento.

«Su aspecto físico es deforme y vasto, poseen rostros brutales y feroces, piel de tono fluctuante entre verde oscuro y pardo, orejas puntiagudas y afiladas. Sus brazos son fuertes y anormalmente largos, y sus piernas, aunque arqueadas, les permiten correr a gran velocidad por cualquier tipo de terreno. Los orcos tienen una complexión física totalmente fuerte y robusta, aunque con una espalda jorobada que los hace ver encorvados. Su musculatura es poderosa y pueden desarrollar gran fuerza a la hora de luchar», explicó Tolkien.

Para Macri, los orcos tienen limitada inteligencia, pero gran astucia, y son criaturas traicioneras que siempre están al servicio del mal, y su principal misión en el mundo es la guerra y la destrucción.

A resistir los argentinos…