El ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva afirmó este sábado que eligió ir a prisión en vez de al exilio porque debía «probar la mentira» que lo encarceló, mientras el mandatario Jair Bolsonaro dijo que aquel «está suelto pero con todos sus crímenes sobre la espalda».

«Podría haber ido a una embajada, a otro país, pero precisaba probar la mentira y que Sérgio Moro (el actual ministro de Justicia que lo condenó) no era un juez sino un canalla», dijo Lula frente a una multitud agolpada frente a la sede del sindicato metalúrgico en San Bernardo del Campo, en las afueras de San Pablo.

Un día después de su salida de la cárcel tras más de un año y medio, Lula se acercó a ese lugar simbólico, donde además de iniciar su vida política como líder obrero estuvo atrincherado dos días antes de acatar la orden de prisión en su contra.

Miles de personas y dirigentes de movimientos afines se congregaron frente al edificio, en el que el ex mandatario mantuvo una reunión con la dirección del Partido de los Trabajadores (PT) antes de pronunciar su discurso.

Tras agradecerles por la «solidaridad» mostrada, el líder y fundador del PT dijo que al ir a la cárcel actuó como quien tiene «claridad sobre lo que quiere en la vida» y seguridad «de que sus captores están mintiendo».

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Destacó que «si hubiera salido de Brasil» cuando se ordenó su prisión, después de una condena por corrupción ratificada en segunda instancia, «hubiese sido tratado como fugitivo».

Lula admitió que afronta aún una decena de procesos, a los que calificó como «una mentira tras otra», y señaló que tiene «la conciencia tranquila» y se siente «libre como un pajarito», reportó la agencia de noticias EFE.

A su juicio, no ocurre lo mismo con Moro, los fiscales que le acusaron y el propio Bolsonaro, su principal antagonista en la política brasileña.

«Duermo con la conciencia tranquila de los hombres justos y honestos» y «dudo que Moro duerma así, que los fiscales duerman así, que Bolsonaro duerma así», expresó Lula.

El ex gobernante dejó el pasado viernes la prisión que cumplía en la ciudad sureña de Curitiba gracias a la decisión de una corte local, luego de que el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema) determinara el jueves que, tal como lo establece la Constitución, una pena de prisión no puede hacerse efectiva hasta que esté completamente firme.

Además de a Lula, el fallo del STF beneficia a una veintena de políticos y empresarios condenados por la operación anticorrupción Lava Jato y a cerca de 5.000 personas encarceladas por diversos delitos.

Lula había sido encarcelado en abril de 2018 al confirmarse en segunda instancia una condena a ocho años y 10 meses de prisión por corrupción, cuando aún no se habían agotado las instancias de apelación que permite la ley.

Bolsonaro opinó esta mañana, a las puertas de la residencia presidencial, que Lula «está suelto pero con todos sus crímenes sobre la espalda» y sostuvo que «la mayoría del pueblo brasileño es honesta, trabajadora, y no va a dar espacio para contemporizar con presidiarios».

Más tarde agregó en Twitter: «Iniciamos hace pocos meses una nueva fase de la recuperación de Brasil y ese no es un proceso rápido, aunque avanzamos con hechos. No le dé munición al canalla, que está momentáneamente libre, pero cargado de culpa.»

En tanto, el diputado federal Eduardo Bolsonaro, hijo del jefe del Estado, clamó «basta de impunidad» porque «Brasil no aguanta más», y añadió, en un mensaje publicado en redes sociales: «Además de Lula, (el ex jefe de Gabinete, José) Dirceu y otros bandidos, miles de criminales serán soltados en el país para que usted quede a merced de sus actos malignos».