El rechazo al uso del herbicida glifosato sigue multiplicándose entre las ciudades de la Argentina. Tras lo establecido por Rosario, Paraná, Gualeguaychú y Concordia, entre otros centros urbanos, ahora Santa Fe acaba de aprobar una ordenanza que veta la comercialización y el uso dentro del ejido del producto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) vincula con el cáncer.

La normativa, además de fijar la prohibición, establece como obligación que la local Secretaría de Ambiente y Espacios Públicos municipal genere «medidas alternativas para el control de malezas y plagas, en armonía con el ambiente, la salud humana y los derechos de la naturaleza».

En caso de incumplimiento, la disposición fija sanciones monetarias que, en caso de recurrencias en la falta, puede derivar en la inhabilitación definitiva de «establecimientos, empresas y profesionales responsables».

Mientras se espera una resolución favorable en la Cámara de Diputados, en el marco de la discusión por la modificación de la ley 11.273 que perdería estado parlamentario en octubre, la actual prohibición en la ciudad de Santa Fe, sirve como bálsamo para renovar las esperanzas.

La militancia por la salud que viene llevando a cabo el colectivo Paren de Fumigarnos, tiene su anclaje en el estoicismo de sus participantes que no conocen el significado de bajar los brazos.

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“La normativa se constituye como una herramienta importante para el resguardo de la salud de los santafecinos ya que prohíbe la venta del biocida en forma minorista”, le dijo a Conclusión Facundo Viola, pieza fundamental en el andamiaje de la Multisectorial.

Sobre la peligrosidad de naturalizar la convivencia con un veneno, sostuvo: “Es común ver en la ciudad y su periurbano, como supermercados, ferreterías y viveros, entre otros, lo comercializan como <matayuyo>, algo que está normalizado y es de uso común para reducir hierbas en jardines y alrededor de piscinas. Incluso se lo puede conseguir fraccionado de forma irregular y sin etiquetas que adviertan su peligrosidad. Por otra parte, es muy importante el valor simbólico que tiene erradicar el glifosato de la capital de una de las provincias más productoras de soja en el país”, enfatizó.

“Mucho se ha engañado y perjudicado a la población, argumentando que el glifosato era agua y hasta que se podría beber, con la sola finalidad de poder instalar el modelo agroindustrial vigente. Hoy las consecuencias de su uso indiscriminado se percibe con gran preocupación entre la población. Es evidente que el glifosato no tiene nada que hacer entre la gente, es veneno y mata. Hoy dimos otro paso para liberarnos de él”, concluyó Viola.

Rafael Colombo integra la ONG Capibara, Naturaleza, Derecho y Sociedad, consultado sobre la ordenanza que prohíbe el glifosato en la ciudad de Santa Fe, indicó: «Con la sanción de esta ordenanza, Santa Fe le ha declarado la guerra al glifosato, prohibiendo su aplicación área y terrestre, como así la prohibición de su utilización por parte de la Municipalidad para controlar plagas y malezas. La ciudad capital, de esta manera, se suma a ciudades como Rosario o San José del Rincón, que junto a decenas de jurisdicciones del país, ya han enviado un mensaje claro y contundente contra este herbicida que tanto daño causa en la salud y el ambiente de manera sistemática, envenenando y contaminando personas, animales, suelos, ríos y alimentos”.

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En relación a los fundamentos, Colombo recordó que «La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC-OMS) ha incluido al glifosato en el grupo 2A de principios activos que ´se clasifican como probables carcinógenos para los seres humanos´. Más cerca aún, una reciente recopilación de más de 830 investigaciones científicas, toxicológicas y epidemiológicas – de las cuales 100 pertenecen a Universidades Públicas – ordenó todas las pruebas que advierten sobre la relación entre este herbicida con el cáncer, malformaciones, problemas respiratorios crónicos, intoxicaciones y abortos espontáneos, entre otras afecciones”.

Un dato que pasó inadvertido es la inclusión de la expresión «derechos de la naturaleza”. Al respecto el letrado afirmó: “Esta referencia expresa a la noción de ´derechos de la naturaleza´ como la segunda innovación que introduce la ciudad de Santa Fe, colocando a nuestra jurisdicción en la misma dirección que las tendencias constitucionales de América Latina que dialogan con las cosmovisiones andinas, proponiendo una relación más respetuosa y armónica con la naturaleza, considerada como una entidad que posee un valor inherente y un derecho a existir. En esta ordenanza coexiste además, una perspectiva ligada a la protección de los derechos humanos fundamentales, como la salud, junto a la protección del ambiente y la naturaleza como fines en sí mismos, situación que también ha sido puesta de manifiesto a principios de año por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con la Opinión Consultiva N° 23, que sostuvo que la calidad de nuestros ecosistemas es una condición esencial para la realización de los derechos humanos”.

Por último, quién brindaría su punto de vista ante esta nueva prohibición, sería Mauricio Cornaglia,  integrante del colectivo Paren de Fumigarnos, “la aprobación de esta ordenanza es un gran triunfo que debemos celebrar. En tiempos donde escasean las buenas noticias, semejante logro merece un festejo. Son años de intensas luchas que vienen dando organizaciones ambientales, sociales y políticas, los coletazos de la prohibición en la ciudad de Rosario, sin duda alguna sirvieron como antecedentes para lograrlo”.

Para finalizar, Cornaglia hizo hincapié en las metas cercanas, “esto es un estímulo más para las distintas comunas y municipios que vienen peleando para que se prohíban las fumigaciones. Pero no hay tiempo para relajarse, ahora debemos ir por las leyes provinciales, por los proyectos de ley que están detenidos. El fin último sigue siendo el mismo, pensar una Santa Fe con un modelo productivo sin venenos”.