El papa Francisco afirmó este domingo que la pandemia por coronavirus permitió «la reflexión sobre la relación del medio ambiente y el hombre» y remarcó que «la cuarentena redujo la contaminación y permitió descubrir la belleza de muchos lugares libres de tráfico y ruido».

En el encuentro para el rezo del Ángelus con los fieles reunidos en la plaza San Pedro, el Sumo Pontífice pidió que con la reanudación de las actividades, todos deberían «ser más responsables de cuidar la casa común».

«Destaco las muchas iniciativas que, en todas partes del mundo, nacen ‘desde abajo’. Por ejemplo, hoy en Roma hay una dedicada al río Tíber. ¡Pero hay muchas!. Que fomenten una ciudadanía cada vez más consciente de este bien común esencial», indicó.

También se refirió al Día Mundial de los Refugiados de Naciones Unidas, celebrado el sábado: «La crisis que provocó el coronavirus puso en relieve la necesidad de asegurar la protección necesaria también a las personas refugiadas, para así garantizar su dignidad y seguridad».

Asimismo, recordó a los cristianos perseguidos y los mártires de estos días: «¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Si sufren por el Evangelio y con amor, son los mártires de nuestro día».

Por último, el Papa recordó que a estos discípulos de ayer y de hoy que sufren persecución, Jesús les recomienda: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma».

«No hay que temer a los que intentan extinguir el poder de la evangelización mediante la arrogancia y la violencia, pues no pueden hacer nada contra el alma, es decir, contra la comunión con Dios. Nnadie puede quitársela a los discípulos, porque es un regalo de Dios. El único temor que debe tener el discípulo es el de perder este don divino, renunciando a vivir según el Evangelio y procurándose así la muerte moral, efecto del pecado», concluyó.

Por otra parte, en el Vaticano se prevé para este lunes el regreso del papa emérito Benedicto XVI, quien se desplazó a Regensburg, cerca de Múnich, el pasado jueves 18 de junio para acompañar durante unos días a su hermano Georg Ratzinger, de 96 años y también sacerdote, gravemente enfermo.