En su cara a cara, el papa Francisco y el presidente Mauricio Macri hablaron de la situación de la Argentina y de un mundo plagado de conflictos, es decir, temas duros. Pero cuando, al final, se sumó la familia extendida al encuentro, hubo cariño, distensión y buen humor.

Antonia , la hija del primer mandatario con su tercer mujer, Juliana Awada , que cumplió cinco años el lunes pasado, fue quien se llevó toda la atención de Francisco, que, se sabe, adora a los chicos por su espontaneidad y modo de ser directos.

Según contó Macri en la conferencia de prensa que concedió tras la audiencia privada de casi una hora con el Papa, «Antonia no se acordaba que ya lo había visto hace dos años», cuando el Pontífice recibió a Macri -que era aún jefe de Gobierno de Buenos Aires- después de haberle dicho, el día de su asunción, «traigame a Antonia».

Esta segunda vez, ya más grande, sin ninguna timidez ni tapujos, Antonia le hizo una mini-entrevista al Pontífice. Macri reprodujo un fragmento en la conferencia de prensa posterior al encuentro.

«Antonia tenía un cuestionario y le preguntó si tenía mamá y papá, a lo que Francisco contestó que sí pero que estaban en el cielo; si dormía con la misma ropa, le dijo que usaba pijama, y por último qué comida comía», contó el Presidente.

«Fue un momento muy gracioso. El Papa se rió mucho con el cuestionario de Antonia», contó Macri en la conferencia de prensa.

A lo largo de los 24 minutos que duró la conferencia de prensa, Macri más de una vez destacó la «familiaridad» que siempre hubo entre él y ahora obispo de Roma y jefe de la Iglesia católica.

Esta vez, la reunión con el Papa fue informal y familiar: el Presidente fue con su mujer y la hija de ambos, además de la hija mayor de él, Agustina, y la hija de ella, Valentina.