Especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) analizaron la actual campaña agrícola 2016-2017 y coincidieron en que la producción de maní argentino crecerá un 32 %.

Con rendimientos que alcanzarán los 4.100 kilos por hectárea, las perspectivas son prometedoras para el cultivo industrial.

El clima favorable, sumado a las innovaciones tecnológicas del sector, permitirá alcanzar rendimientos superiores respecto del año anterior, según el informe del Inta.

En la Argentina, el maní es una de las economías regionales con fuerte perfil exportador de productos industrializados.

Según el Departamento de Información Agroeconómica de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), para este año la estimación de producción en caja asciende a 1,1 millones de toneladas, un 32 % superior al ciclo pasado; a pesar de las 9.600 hectáreas anegadas.

De acuerdo con el análisis de especialistas del Inta, el aumento en los rindes se debe principalmente al clima y a las innovaciones tecnológicas adoptadas por productores del sector.

Mariela Monetti, especialista del Inta General Cabrera (Córdoba), analizó el momento por el que pasa el cultivo en la provincia: «En general, el estado del maní es de bueno a muy bueno, se encuentra a comienzo de madurez (R7) y no se observan graves problemas sanitarios».

Con rendimientos que se estiman rondarán entre 3.500 y 4.100 kilos por hectárea en vainas, Monetti advirtió que la calidad dependerá principalmente del clima: «En especial, de las precipitaciones que ocurran desde ahora en adelante y de la ocurrencia o no de heladas tempranas».

En cuanto al inicio de la labor de arrancado, se prevé que será durante la primera quincena de abril, aunque en algunos lotes sembrados más tempranos, la tarea comenzó a fines de marzo.

Asimismo, Monetti se refirió a la sanidad de los cultivos y detalló que se observaron malezas del tipo Amarantus sp. y Conyza bonariensis.

«El carbón (Tecaphora frezii) avanzó en toda la zona y, en lotes de rotaciones cortas, se observó Esclerotinia sumado a focos importantes de arañuela (Tetranychus sp.), mientras que fue un año con muy baja presión de Cercospora», señaló.

El clima es un aliado estratégico de los cultivos, pero muchas veces el exceso de lluvias seguidas por anegamientos juega una mala pasada.

En lo que va del año, algunas de las mejores zonas productivas de la provincia de Córdoba se ven afectadas por precipitaciones superiores a lo normal.

Desde el Instituto de Clima y Agua del Inta advierten que el patrón medio de los últimos 100 años muestra que no hay una tendencia climática marcada sino, más bien, una gran variabilidad que se intensificó en los últimos años.

Los laboreos del suelo, la intensificación de las actividades agrícolas, la ausencia de rotación de cultivos y la elevada extracción de nutrientes sin una adecuada reposición, deterioran el suelo.

Por esto, experiencias realizadas por el Inta, junto con las universidades nacionales de la región, permitieron identificar prácticas de manejo para asegurar un cultivo sustentable y de bajo impacto ambiental.

La rotación con gramíneas y una frecuencia de implantación no menor a cuatro años resultan fundamentales para reducir al mínimo el impacto y maximizar los rendimientos.

En este sentido, la recomendación de especialistas del Inta General Cabrera es que, en un plan de rotación de cuatro años, sólo una vez se siembre maní.

Mientras más frágil sea el recurso mayor debe ser el lapso entre una campaña y la siguiente.

Al mismo tiempo, el programa de rotaciones y fertilización de cultivos que lo preceden, impacta en la nutrición del maní y resulta imprescindible para lograr elevados rendimientos y excelente calidad.

Ensayos realizados por el Inta General Cabrera demostraron que la respuesta a la nutrición mineral en este cultivo la mayoría de las veces está más asociada a la fertilidad residual del suelo, que a la aplicación directa, por lo cual es importante la buena nutrición del cultivo antecesor.