Padres y madres deberían prestar mucha atención a las fechas de vencimiento cuando salen a hacer las compras para llenar la heladera y las alacenas. De lo contrario, la salud de sus hijos puede estar en un serio peligro, dado que en las góndolas es común encontrar productos infantiles en mal estado.

Así lo comprobaron, al menos, inspectores de Defensa al Consumidor al cabo de un operativo especial que se propuso controlar las condiciones de venta de la mercadería dirigida especialmente a bebés y niños. Los agentes, que visitaron 69 supermercados y autoservicios, detectaron unos 518 productos que seguían a la venta, pese a estar vencidos.

Se secuestraron, por ejemplo, 12 cartones de leche de fórmula Nutrilón para bebés que habían caducado hace más de cinco meses. También había cinco leches para bebé de Sancor de un litro cada una expiradas 46 días atrás. Se retiraron también cereales infantiles Nestum, postres Serenito, yogures Yogurísimo y jugos Ades, aunque el récord fue para 42 cajas de Zucaritas que llevaban 7 meses vencidas.

“Estos operativos son posibles gracias a que los vecinos nos reportan estas faltas en la aplicación BA 147, la web www.buenosaires.gob.ar y por el 147, con datos precisos y fotos que agilizan la tarea de los inspectores”, destacó Facundo Carrillo, secretario de Atención y Gestión Ciudadana.

“Las infracciones detectadas son graves porque ponen en peligro la salud de los ciudadanos más vulnerables, que son nuestros niños”, remarcó a su vez Vilma Bouza, la directora de Defensa al Consumidor de la Ciudad. Y contó que los comerciantes involucrados podrían recibir multas de hasta 5 millones de pesos.

Además de los alimentos para niños, también encontraron en venta 85 trozos de queso por salut envasados vencidos por 12 días, 17 paquetes de salchichas caducadas hacía 5 días, alfajores vencidos 32 días atrás y 15 paquetes de salsa golf que debían haber salido de las góndolas dos semanas antes.

Según Jorge Surin, experto en Derecho del Consumidor, los vecinos perjudicados por productos infantiles en mal estado deben denunciarlo en la oficina de Defensa al Consumidor. «Con un dictamen médico que acredite el daño a la salud por intoxicación, se puede reclamar una indemnización administrativa de hasta $ 130.000, además de iniciar una acción judicial por daños y perjuicios», explicó.

En el «país de las vacas», ahora se come más pollo y cerdo

Aunque su consumo resurgió recientemente, la tendencia de los últimos años es que la la carne vacuna viene perdiendo el lugar privilegiado que tradicionalmente tuvo en la mesa argentina.

Los registros del Ministerio de Agroindustria reflejan que actualmente cada argentino come en un año 11 kilos menos de carne vacuna que hace una década. Se pasó de 69 kilos anuales per cápita en 2007 a 58 en lo que va de este año. Si se recuerda que en 1980 el nivel era de 85 kilos y que en 1956 se había superado los 100, el derrumbe es claro.

En paralelo, desde 2007, el consumo de pollo saltó de 28,9 kilos anuales per cápita a 45,6 (sumó casi 17) y el de cerdo pasó de 7,9 a 13,8 (casi 6 más).

Producto de estos cambios, el consumo de pollo y cerdo ya suman unos 59,4 kilos anuales por habitante, contra los 58 de carne vacuna. Así, por primera vez en la historia, la carne vacuna pasó a ocupar menos de la mitad de la “parrilla” nacional. En fenómeno se detectó por primera vez en 2016, y este año se mantuvo.

Una pista sobre las causas de este fenómeno está en la evolución de los precios de cada alternativa, que perjudicó en especial a los cortes vacunos, volviendo relativamente más económica a su competencia.

Según registros del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, en los últimos cinco años el precio promedio del asado en Buenos Aires subió en pesos un 247%, frente a un 204% del pechito de cerdo y un 178% del pollo entero. En comparación con los precios de hace 10 años, en tanto, el asado se encareció un 1.483%, prácticamente el doble que el pollo entero (732%) y el pechito de cerdo (760%).

Sin reacción: las ventas de lácteos volvieron a caer

Si las carnes redujeron sus aumentos de precios y eso favoreció un rebote del consumo, con los lácteos pasa lo opuesto. En 2016 la ingesta leche y derivados había caído al nivel más bajo desde la crisis de 2003. Y este año el derrumbe se profundizó.

Según datos oficiales, las ventas de leche fluida bajaron otro 9% en los primeros 8 meses de 2017. Un informe del Observatorio de la Cadena Láctea agrega que, en el primer semestre, se desplomó 3,5% el consumo de yogur, 5,1% el de dulce de leche y 18,8% el de manteca.

En 12 meses, en el índice de precios oficial porteño, los lácteos subieron un 30,1%, contra 20,6% de todos los alimentos.

Fuente: Clarín