Las panaderías no están pasando por su mejor momento y con el correr de los meses presentan bajas en las ventas, aumento de desempleo y hasta cierre de locales. El sector atraviesa una realidad «muy complicada», producto de varios factores: caída del consumo interno, gran aumento tarifario y fuerte crecimiento del sector informal.

Gerardo Di Cosco, presidente de la Asociación Industriales Panaderos y Afines de Rosario, informó a Conclusión que «el 45% del pan que se consume en la ciudad proviene de panaderías clandestinas» y que al igual que la crisis que enfrentan muchas de las pequeñas y medianas empresas, las panaderías «no son la excepción de ninguna Pyme».

«Siempre en Rosario se calculó entre un 15 y un 20% de panaderías informales, pero ahora se duplicó la cantidad y ya el 45% del pan que se vende en la ciudad proviene de panaderías clandestinas: kioscos, almacenes, carnicerías, locales a puertas cerradas, ya venden pan en cualquier lado y no venden poco, son entre 40 y 50 bolsas por día», se quejó el referente gremial.

Consultado sobre las consecuencias que esto genera, señaló el aumento de la informalidad laboral, competencia desleal en el rubro, y problemas de salud para los consumidores.

«Lamentablemente con esta tendencia sube el empleo en negro; se pierde la competencia igualitaria entre panaderías porque no todas corren con los mismos gastos de producción, servicios, habilitación; y el consumidor corre riesgos en la salud porque no sabe de dónde proviene el pan, cómo se hizo, no tiene ninguna garantía de calidad y de higiene», resaltó Di Cosco.

Entre otros datos, el especialista expresó que «aunque el precio de la materia prima más o menos se ha mantenido respecto a años anteriores», los problemas más serios residen en el aumento de los servicios: «Un 50% o más de lo que pagamos corresponde a servicios».

«La caída del consumo interno y el gran aumento de tarifas constituyen un combo explosivo, es un cáncer que nos va matando de a poco», lamentó y agregó: «Lo peor es que no vemos ningún signo que diga que la situación va a cambiar;  realmente tenemos miedo de repetir el panorama económico del año 2001«.

A pesar de que el rubro panaderil no se ha caracterizado por la caída de mano de obra masiva, Di Cosco reconoció que «se terminaron de dar horas extras» pero todavía tratan de conservar a los empleados: «No somos grandes empresas, el trabajador para nosotros no es un número, entonces es muy difícil echar a una persona. Cuando la situación se complica tratamos de acomodarnos y darle para adelante como sea», explicó para concluir.