Por Fabrizio Turturici

«No hay 2019 sin 2017», se escucha asiduamente –en voz baja y entre dientes– desde las mesas chicas de distintos partidos políticos. Tanto el Gobierno como la oposición tienen en claro la importancia de las elecciones legislativas del año que viene, donde se renovará la bancada parlamentaria y se barajarán las cartas una vez más en el Congreso.

¿Quién corre con ventaja? ¿El oficialismo podrá recuperar su imagen? ¿El kirchnerismo tiene futuro político? ¿Puede rearmarse el peronismo? Los analistas Rosendo Fraga, del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, y Mariel Fornoni, directora de Management & Fit, fueron entrevistados por Conclusión para responder éstas y otras preguntas emergentes, con el fin de despejar las dudas y brindar un puntilloso panorama de la actualidad política argentina.

¿Cuál es la imagen de Macri en particular y del gobierno en general?

Rosendo Fraga: La imagen de Macri lógicamente ha descendido por dos razones. La primera es que al asumir, a un presidente no sólo lo apoyan quienes lo votaron, sino también aproximadamente un tercio de quienes no lo hicieron. Por lo cual, se llega a niveles de aprobación cercanos al 70%, que son irreales y que descienden rápidamente. La segunda es que el país ha vivido una fuerte recesión y eso le ha hecho perder uno de cada cinco de sus votantes, que son los de último momento o de opción. La aprobación de Macri se mantiene, así, cercana al 40%.

Mariel Fornoni: Claro que la imagen del Presidente y del gobierno lleva una caída. Al principio, nosotros teníamos 48 por ciento de aprobación de gestión y ahora tenemos 43. Era esperable también, dentro de la situación económica y de las medidas en general, ya que ninguna fue una medida muy populista. El tarifazo es una de las cosas que más afectó su imagen.

¿Y de Cristina Fernández y el kirchnerismo?

Fraga: La imagen positiva de la ex presidente ha descendido unos 20 puntos desde que dejó el poder, pese a que tiene un nivel de imagen positiva cercana al 30%. Está por debajo de las principales figuras del oficialismo y la oposición dialoguista, pero es la figura con mejor imagen en la oposición “dura”. El kirchnerismo parece estar teniendo un clima similar al del menemismo o el duhaldismo. Una vez que el líder del peronismo deja el poder, pierde el control del movimiento, más tarde o más temprano. Ello no impide que se mantenga como una minoría activa en la política.

Fornoni: La ex presidente tiene 10 puntos más de imagen negativa que de positiva. De la misma manera, el resto de los dirigentes que la acompañan tienen imágenes negativas muy altas, como Julio De Vido, Aníbal Fernández, Guillermo Moreno, Amado Boudou. Dentro de todo, Cristina y Scioli son los que mas zafan, aunque siempre con un margen negativo más amplio que el positivo.

En este contexto, ¿Cristina tiene futuro político?

Fornoni: La verdad que en este país, dar algo por concluido es difícil, porque la opinión pública es muy variable y tiene vaivenes. No me animaría a dar por muerto ningún proyecto político, aunque uno cree que a partir de la ultima elección se generó un cambio de paradigmas. Lo que venga del peronismo, será un peronismo reciclado, más pragmático y alejado de los caudillos tradicionales.

No obstante, ese peronismo está en su génesis. ¿Cuándo se lo verá unido y con fuerza? ¿Para las legislativas?

Fornoni: Creo que antes, el proceso de reorganización del peronismo se aceleró luego del caso López, donde todo el mundo comenzó a querer despegarse de un caso de corrupción muy grave. Pero falta correr mucha agua todavía, es muy pronto.

Fraga: El peronismo ha cumplido setenta años desde su llegada al poder. Es la fuerza opositora más relevante y mantiene la capacidad de adecuarse a los cambios de orientación de la sociedad. Siempre suele tener la oferta para la demanda de la sociedad. Cuando el no-peronismo está en el poder, los gobernadores adquieren mayor protagonismo, como está sucediendo hoy. El nuevo líder recién se constituye como tal cuando llega a la presidencia. Mientras tanto, coexisten diversas figuras y tendencias, hasta que una de ellas logra imponerse con su arribo al poder nacional.

¿Macri apunta a peronizarse de alguna manera y captar un público que hoy no tiene? De hecho, lo ha demostrado con el acercamiento a algunos dirigentes del PJ. ¿Es la jugada que tiene entre mangas el gobierno?

Fornoni: Es cierto que Macri necesita un desarrollo territorial, habiendo ganado Buenos Aires y otras provincias importantes, siendo un partido que solamente tenía desarrollo en la ciudad porteña. Por eso necesita tener una pata peronista en otros lugares.

¿Cómo se está desarrollando esta carrera política hacia las legislativas 2017?

Fraga: Hoy sabemos que el peronismo ganará en la mayoría de los distritos, dado que controla la mayor parte de las gobernaciones y que Cambiemos sumará más bancas, aunque sin llegar a la mayoría en ninguna de ellas. Será el resultado de la elección de senadores nacionales en la provincia de Buenos Aires, lo que definirá el efecto ganador a nivel nacional. Por esta razón, las figuras nacionales de Cambiemos “timbrean” el Gran Buenos Aires, desde mediados de 2016, es decir más de un año antes de la elección. Para el peronismo, la votación bonaerense puede servir para definir candidaturas para 2019. Aunque para ganar, el oficialismo necesita que la gente sienta que la economía está creciendo entre abril y octubre de 2017.

Fornoni: El que tiene más en juego en las legislativas en el gobierno, ya que los demás no se juegan nada definitorio en esta elección. El que tiene que demostrar y plebiscitar su apoyo es Cambiemos. Uno se pregunta, entonces, ¿y si no cumplen las expectativas y salen mal parados? Claramente una derrota en las legislativas a dos años de gobierno sería un golpe duro de asimilar. De todas maneras, tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández perdieron las legislativas y siguieron adelante, así que tampoco sería una sentencia.

¿Está bien que haya elecciones cada dos años, o esto distrae de la función pública a los políticos, que pasan más tiempo haciendo campaña que ejerciendo sus tareas?

Fornoni: Lo veo mal. Sería bueno que fueran cada cuatro años. En definitiva, todas las cuestiones de largo plazo terminan quedando relegadas por las elecciones, porque si la gente no ve algo explícito dentro del tiempo de gestión, no renueva sus esperanzas.