Por Andrea San Esteban

La  deserción  escolar  presenta  el  primer  desafío  que  debería  ser  abordado  para  enfrentar  la exclusión de los jóvenes de la sociedad, en razón de la necesidad del primer empleo para subsistir.

En el marco de las cifras de pobreza que ha difundido Conclusión, con respecto a los trabajadores y desocupados en Argentina, según informe  de la UBA (Universidad de Buenos Aires), registró una inflación mucho mayor entre los trabajadores registrados de menores ingresos con respecto de los trabajadores de mayores ingresos, con una considerable diferencia en el impacto del 25,3%, con lo cual la inflación interanual asciende a un 52.6% para los hogares más vulnerables. Esto implica que frente a la pauperización en la calidad de vida de los trabajadores, los jóvenes no están ajenos a esa realidad.

En particular, los problemas de deserción escolar en la educación formal adquieren gran dimensión en los dos últimos años del nivel secundario. Uno de los mayores inconvenientes que se producen en la educación argentina y que tienen un fuerte impacto en la sociedad es la deserción en las escuelas, principalmente en el nivel secundario, lo cual produce un incremento en la cantidad de jóvenes que no logran ingresar al mercado laboral formal y pasan a engrosar los llamados NI-NI (ni trabajan, ni estudian).

En Santa Fe

En Santa Fe se hablaba de la baja de 2 puntos en la deserción en el año 2014. Estos datos de Idesa (Instituto de Desarrollo Social Argentina), son recientes y nacionales, debido a la gran desocupación del primer semestre del año.

La deserción escolar llega a la escandalosa cifra del 70% en la secundaria.

Asimismo, del trabajo basado en datos propios del Ministerio de Educación de la Nación, se precisa que entre los jóvenes que asisten a escuelas privadas, el 59 por ciento termina las cursadas a tiempo. Pero, entre los que concurren a las escuelas estatales, apenas el 31 por ciento termina su cursada en los plazos que corresponden. Más claramente casi el 70% no concluye la escolaridad.

Se consignó, asimismo, que estos datos difundidos por Idesa (Instituto de Desarrollo Social Argentina) entran en sintonía con los brindados actualmente por la Unesco (UnitedNationsEducational, Scientific and Cultural Organization) según los cuales el secundario concentra el mayor porcentaje de abandono educativo de la población argentina.

Crecimiento de precios

De acuerdo al detalle de los datos del índice de inflación medido por la Universidad de Buenos Aires, «el aumento del costo de vida de los trabajadores fue impulsado fundamentalmente por el crecimiento de los precios de los  productos de los sectores de alimentos y bebidas (29.4%), vivienda y sus servicios (19%) y de transporte y comunicaciones (17%), aportando un total de 65.4% del total de la inflación de los trabajadores entre junio de 2015 y junio de 2016».

Esta situación, obligó a los jóvenes a tener que elegir entre trabajar o estudiar.

Este vínculo entre la deserción escolar y el trabajo infantil, sin entrar en detalles sobre causalidad, se torna más apremiante para su abordaje porque, a pesar de la existencia de una legislación específica para  proteger  el  trabajo  en  este  grupo  etáreo,  el  trabajo  para  el  mercado  desarrollado  por  estos

adolescentes no se realiza dentro del marco legal (al que resta incorporar alguna reglamentación).

Este tipo de inserción laboral en el mercado de trabajo presenta mayor incidencia entre los hombres.

Las mujeres

Por su parte, las mujeres suelen destinar más tiempo a las tareas domésticas y de cuidados, que a  las  remuneradas.  Si  bien  muchas  adolescentes  pueden  asistir a  establecimientos  educativos  a  pesar  de  dedicar  tiempo  a  tareas  domésticas  intensivas,  éstas  encuentran mayores dificultades para conciliar las actividades del hogar y de cuidado con la actividad laboral cuando intentan ingresar al mercado laboral. Asimismo, entre las mujeres, las  tasas  de  deserción  escolar  también  son  afectadas  por  embarazos.  Esta  mayor  presencia  de  mujeres en tareas de cuidado durante la adolescencia condiciona sus futuras trayectorias laborales, reproduciendo, en otras dimensiones, importantes brechas de género.