La diplomacia estadounidense tiene un nuevo jefe: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, despidió el martes a Rex Tillerson, que será reemplazado como secretario de Estado por el director de la CIA, Mike Pompeo.

«Mike Pompeo, director de la CIA, se convertirá en nuestro nuevo secretario de Estado. ¡Hará un trabajo fantástico!», tuiteó Trump. «¡Gracias Rex Tillerson por sus servicios!», agregó.

La Casa Blanca destacó el deseo del presidente de tener un nuevo equipo al entablar negociaciones históricas con Corea del Norte. Trump aceptó la semana pasada una invitación del líder norcoreano Kim Jong Un a una reunión para fines de mayo para discutir la desnuclearización de la península coreana, cuya fecha y lugar aún no se han determinado.

Consultado sobre las razones de la salida de Tillerson, el presidente mencionó desacuerdos, entre ellos sobre el problema nuclear iraní. «Rex y yo (…) nos llevamos bastante bien, pero discrepamos en cosas», dijo. «El acuerdo con Irán pensé que era terrible, él pensó que estaba bien. Yo quería romperlo o hacer algo, él se sentía un poco diferente. Entonces, realmente no estábamos pensando lo mismo».

Trump elogió la «tremenda energía» y el «tremendo intelecto» de Pompeo, un exoficial del ejército estadounidense y congresista que dirigió la Agencia Central de Inteligencia (CIA) desde enero de 2017, considerándolo como «la persona adecuada para el trabajo en este momento crítico».

«Continuará nuestro programa de restaurar la posición de Estados Unidos en el mundo, fortalecer nuestras alianzas, enfrentar a nuestros adversarios y buscar la desnuclearización de la península coreana», dijo.

Aaron David Miller, un exdiplomático especializado en Medio Oriente, no ocultó su asombro. «Después de haber trabajado con media docena de secretarios de Estado, pensé que había visto casi todo en términos de intriga burocrática y telenovela política», escribió en un artículo publicado en el sitio web de CNN.

El presidente también anunció la nominación de Gina Haspel como directora de la CIA, la primera mujer elegida para el puesto. La designación es controvertida: Haspel, una espía experimentada, es señalada de participar en torturas a detenidos tras los ataques del 11 de septiembre.