Por Aldo Battisacco

A tan sólo una semana de que se consagre el triunvirato cegetista, y en medio de discusiones que tiene a los popes sindicales como los responsables directos de la unidad del movimiento obrero, Conclusión dialogó con Guillermo Moser, titular de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza, quien manifestó que «hay que concretar la unidad de todos los trabajadores en una central única, porque si esto sigue así el Gobierno tendrá grandes problemas».

El dirigente manifestó a Conclusión que «más allá de quienes se posicionan en la idea de dar vida a un triunvirato, consideramos que de acuerdo a los estatutos que organizan la CGT, decimos que hay que cumplirlo y elegir un solo secretario general, sin embargo hay quienes creen que se debe constituir una conducción colegiada».

Entre los temas que cree prioritarios para dar tratamiento urgente, el lucifuercista señaló que «la desocupación, la inflación y la reapertura de paritarias para subsanar los aumentos de productos y servicios, y los tarifazos que tanto afectan el salario de los trabajadores, son temas centrales para abordar».

«Creemos que sería muy importante darle una señal a la sociedad instituyendo una conducción como la que históricamente representó a la CGT y no dilatar estas discusiones en un marco que por su complejidad, de ser  la conducción con forma de triunvirato, se vería impedida de tener la rapidez necesaria».

—Mientras se dirime qué tipo de modalidad regirá los destinos de la central obrera, siguen pasando situaciones que impactan en los trabajadores. ¿Cree que la rapidez para normalizarse y la metodología que instrumenten será clave para defender los derechos de los representados?

—Seguramente, además preocupa que sea esta figura una alternativa viable, porque si miramos la historia los triunviratos duraron poco y terminaron bien, y es un mal antecedente si queremos darle una respuesta inmediata a los trabajadores. Necesitamos estar muy firmes y fortalecidos porque los problemas que tenemos son muy graves. Se está complejizando la salida porque hay que demandar trabajo frente a los despidos, pero también reclamar al Gobierno que cumpla con las promesas de campaña de abolir el impuesto a las ganancias, y para lograrlo es necesario una unidad monolítica.

—¿Cuál es la dificultad que percibe para lograr la unidad?

—Llevamos mucho tiempo funcionando divididos, y esto influye mucho para encaminarnos con facilidad en la unidad que buscamos. Son pasos previos necesarios de dar. Ya hay dirigentes que entendieron que había que dar un paso al costado y lo están haciendo. Por eso es importante que las segundas líneas nos pongamos de acuerdo y demos un paso importante para lograr la unidad.

—En momentos críticos de la década del 90, hubo dirigentes que priorizaron a las organizaciones a costas de los trabajadores, otros consideraron que si era necesario había que darle importancia solo a los representados, pero hubo otros como (Hugo) Moyano que consideraron que organizaciones y trabajadores poseían el mismo grado de importancia. ¿Cómo cree que el movimiento obrero debe resolver hoy su organicidad?

—No podemos volver a equivocarnos en función de lo que estamos viviendo, la prioridad es de los trabajadores, nadie puede ignorar lo que estamos pasando. Son sobrados los ejemplos que podemos dar de lo que padecimos en la década del 90. Desde la precarización laboral, los contratos basura o chatarra, la inflación, las importaciones que inundaron el país y atacó el empleo, tarifazos que también hubo, innumerables son las similitudes con la década del noventa. No se puede perder la memoria, le cabe al movimiento obrero la responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias. Esto obliga a no repetir errores. En el 90 convivió la CGT política que estaba con el gobierno de Menem y el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA) conducido por Moyano que enfrentó la situación. Sin embargo el primero que le realizó un paro a Carlos Menem fue Lezcano de Luz y Fuerza cuando amenazó con la privatización de la empresa, incluido YPF, y otras.

—¿Con esta enseñanza aquilatada, cuál es la respuesta a la situación y a las urgencias?

—No tenemos tiempo, hay medidas que ya impactaron en la clase trabajadora, el plan del gobierno esta en marcha y quien ya fue despedido no tendrá oportunidades fácilmente, le resultará casi imposible insertarse laboralmente, y este no es un dato menor. La unidad no puede esperar.

—¿Qué piensa de las declaraciones del ministro Jorge Triaca que ha dicho que quienes piden reapertura de paritarias son unos «apresurados»?

—Es que cuando dicen que es apresurado reabrir paritarias, y mucho peor decir que no habrá desde el año que viene, la pregunta es como vamos a recomponer una inflación a esta altura del año de 43%. Esto no es entendible este tipo de declaraciones cuando los mismos funcionarios del gobierno reconocen que en 6 meses llegamos a estos índices de inflación. Lo oportuno sería que se ponga de acuerdo entre sí el poder político, y no dar este tipo de mensajes. Máxime cuando desde la gestión presidencial se decía que en el segundo semestre podríamos ser felices. Esto no se percibe, si vemos que incluso los empresarios que firmaron la tregua para no despedir no cumplieron, esta es la realidad, y debemos tener en cuenta que por cada puesto de trabajo formal hay dos o tres más que se pierden. Y a esto hay que ponerle un freno.

—¿En la medida que transcurre el tiempo el gobierno pierde credibilidad, y uno de los efectos más nocivos es el tarifazo. Como representante de los trabajadores, ¿qué grado de veracidad le atribuye a los planteos del ministro Juan José Aranguren?

—Creemos que es cierto que hay que dialogar, pero en esa aproximación no se nos puede decir que están aprendiendo mientras toman medidas que afectan al pueblo. No obstante, la devaluación, la inflación y el incremento del combustible y el transporte y además el del gas. Y todo eso perjudica el ingreso de los trabajadores. Hasta han incrementado el servicio de cable que hoy se paga alrededor de 1.200 pesos; sin embargo, por el servicio eléctrico se paga en Capital Federal 150 pesos por mes, y en Buenos Aires 5oo pesos promedio, y no digo que sea económico. No defiendo ningún tipo de aumentos pero no veo la misma actitud cuando aumentan el cable o internet que se esta pagando entre 1.200 y 1.500 pesos. Todo se fue incrementando. Pero a veces se mira solo las tarifas de luz.

—Convengamos que la realidad de Capital Federal y Buenos Aires no es similar a la del interior. ¿Cómo se interpreta esta asimetría tarifaria?

—Casi todo el NEA, NOA y parte del Litoral funciona a garrafa, pero en Capital Federal con el aumento de la tarifa de gas, lo apagaron y comenzaron con la demanda eléctrica, pero eso siempre ocurre en Capital Federal los cortes de luz, esto marca que tendrán que invertir mucho en el sistema de Caba para que no haya cortes, pero si no hubo inversiones hay que mirar bien y aceptar que los privados fracasaron porque esto no sucede solo ahora sino que años anteriores sucedió lo mismo. Y como las empresas comenzaron con el mismo discurso que la caja no alcanza, se la toman con los trabajadores y pretenden despedir 200 trabajadores. Pero también hay que ver que desde el proceso de privatizaciones en el 96 la demanda de energía creció un 60%. Y la instalación de medidores creció en capital 35%. Es tan notoria la falta de inversión que los cortes llegan hasta diez días. Habrá que ver que decide la justicia. Y todo esto no termina acá. Los sueldos hay que recomponerlos.

—Visto esto, ¿qué harán las representaciones gremiales?

—Creo que el movimiento obrero está siendo muy prudente, y trata de vislumbrar la salida, es un momento de inflexión donde se le puede echar nafta al fuego o agua al fuego. Podemos ir al paro y encontrarnos con nada, tendremos que profundizar un plan de lucha y allí ya cambió todo. Tampoco esperaremos la desesperación, tendremos que ponernos al frente de la protesta, porque esto terminaría muy mal.

—¿Cual es el límite de la prudencia como adelantaron los hombres del triunvirato cegetista? 

—La pregunta que nos hacemos es qué pasará cuando la decisión deba ser urgente, de un día para otro con un triunvirato que no asumió y que ya está siendo cuestionada. Vamos a tener aprietes de todos lados si largamos un plan de lucha. Y si estigmatizan las demandas de los trabajadores así va a ser el resultado. Tendrá que ver el Gobierno que a 7 meses de gestión ya tuvo varios cacerolazos y ruidazos en todo el país. O dan un volantazo para cambiar el rumbo que han tomado o van a tener grandes problemas.