Pocas personas años atrás se hubiesen imaginado que los futboleros (y los no tanto) argentinos iban a tener las miradas puestas en el resultado del partido entre Camerún y Nueva Zelanda por la primera fase del Mundial de fútbol femenino. Y si alguien lo hubiera comentado seguramente hubiese sido tildado de loco. Pero pasó.

Argentina finalizó su participación en el grupo D del Mundial de Francia con posibilidades de clasificar. Luego de empatar dos partidos -resultados históricos para la selección nacional- y perder uno, contra una potencia como Inglaterra.

Los argentinos estaban atentos a los partidos de los rivales, pero, por supuesto, más lo estaban a los propios. Era común ver a grupos de varones que se detenían en los televisores de las casas de electrodomésticos para observar a un equipo de mujeres jugando al fútbol. Pocos lo hubiesen avizorado tan solo hace unos años.

Si algo demostró este mundial es que la pasión por el fútbol de los argentinos no discrimina géneros. Y que si aún quedan hombres que se resisten al avance del mujeres con la redonda es por conservar una dosis reaccionaria y por el miedo irracional a que las mujeres le puedan llegar a quitar protagonismo en la práctica de un deporte, que hace mucho dejó de ser exclusivo de un sexo.

La clasificación a la segunda fase finalmente no se dio debido a la victoria de Camerún por 2 a 1. Sin embargo las argentinas fueron recibidas como verdaderos héroes del deporte, un deporte que deben practicar cuando no tienen que trabajar, estudiar o cuidar de sus hijos, ya que el sueldo que ganan aún no les permite dedicarse de lleno al fútbol.

Penal para la historia

Corría el descuento y Yui Hasegawa tuvo la pelota de partido, pero apareció Vanina Correa. La arquera, única superviviente de la Albiceleste que jugó los Mundiales en 2003 y 2007, regresó tras un retiro en el que tuvo a sus mellizos para entrar en la historia de Argentina.

Su atajada aseguró el primer punto de la Albiceleste en un Mundial, ante Inglaterra (0-0) en el Parque de los Príncipes de París, tras dos primeras ediciones del torneo (2003 y 2007) en las que solo conoció la derrota.

En los otros dos encuentros también fue decisiva protagonizando uno de los momentos más recordados de Argentina en la Copa, el penal atajado frente a Inglaterra. Si bien no alcanzó para llevarse al menos un punto, mantener la valla con menos goles en contra le sirvió al equipo para terminar su participación con chances de clasificar a los octavos de final.

Sobre ese momento en que enfrentó a la delantera inglesa Nikita Parris, Correa contó: “Estaba tranquila, se dio que abrió el pie a último momento y pude llegar a la pelota”.

Este Mundial lo disfrutó, cuenta. “Antes me creaba presiones pero en este torneo lo disfruté”, remarca la jugadora canalla.

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La arquera que hace nueve años dejaba el fútbol para ser madre fue una de las figuras de la albiceleste en el partido que marcará un antes y un después para el fútbol femenino, pero por sobre todo para miles de chicas que a partir de esta participación descubrirán el placer de jugar al fútbol. “Este un punto de partida. No hay vuelta atrás”, dice convencida, como cuando en el penal eligió arrojarse a su palo izquierdo, y no se equivocó.

Sobre lo que se vivió en el país mientras ellas jugaban en Francia, Correa comentó que “nos llegaban mensajes de cómo se vivía el Mundial en Argentina, pero estando lejos no lo sentimos hasta que llegamos al país”.

Ese entusiasmo lo pudieron vivir en un homenaje que les realizó el club Rosario Central a las dos jugadores locales. Vestir la camiseta de la Selección para la también local Virginia Gómez fue “lo más lindo”. “No me sentí nunca sola, el apoyo de las chicas de Central siempre estuvo. Yo soy una guerrera y así lo sentí”.

Del amateurismo a las ofertas de Europa

Correa adelantó que ya tiene ofertas para jugar en Europa, aunque dice estar enfocada en Central. Pero no se olvida por un segundo de sus compañeras. “La idea es que todas las que estamos acá tengamos un sueldo y podamos vivir del fútbol. Por ahora se complica, si bien va a ser profesional en Primera A no podemos vivir del fútbol”.

Vanina este martes comienza a entrenar y el jueves vuelve a su trabajo.

Siempre jugó al fútbol, desde chica. Pasó por otros deportes, pero siempre volvió al fútbol.

Desde ahora Rosario Central va a participar del torneo de AFA. La guardametas canalla es una de las jugadoras más antiguas del equipo y tras muchos años de carrera podrá disfrutar de participar del certamen más importante del fútbol argentino.

La Selección argentina de fútbol femenino abrió el camino para que muchas mujeres puedan comenzar la práctica del deporte y que, como dice Correa, que nos les pase como a ellas que no tenían ni donde entrenar. “Es lindo ver a las nenas jugar al fútbol, antes los padres no las dejaban jugar”, finalizó la arquera de la Selección.