Las empresas del complejo oleaginoso del país ya comienzan a dar síntomas de preocupación frente a la huelga que protagonizan los trabajadores aceiteros, medida que ya lleva 17 días con 40 plantas del sector que siguen paralizadas, como las de Cargill, Aceitera General Deheza, Nidera y Molinos-Cañuelas, entre otras.

Versiones sobre desabastecimiento de aceite de mesa se han lanzado a rodar, y nada existe por ahora que pueda demostrar tal afirmación. Ayer, Conclusión recorrió tres cadenas de supermercados y pudo verificar que esto no ocurría.

Por su parte, la Bolsa de Comercio de Rosario advirtió que el paro de los trabajadores del sector por tiempo indeterminado está “fuera de control” y que este ocasionará «gravísimas consecuencias” en las operaciones del comercio exterior.

La entidad bursátil desgranó una serie de apreciaciones que los afectan puntualmente y reveló que la situación ha “derivado en la imposibilidad de concretar entregas de granos de productores en plena época de cosecha» generando «enormes problemas logísticos» que encarecen los costos operativos y propicia el «corte de la cadena de pagos».

En el mismo sentido, alertan sobre los efectos “no sólo en los propios eslabones de la cadena de comercialización, sino que también impactan en los más diversos proveedores de bienes y servicios” y agregaron que existen “cuantiosas pérdidas económicas por incumplimientos de compromisos de embarques, en la paralización de exportaciones de granos y derivados, con inmediatos efectos en la menor entrada de divisas al país y en caída de los ingresos fiscales», expresó la institución.

El titular de la Bolsa rosarina, Raúl Meroi, afirmó hoy que en «plena campaña del principal producto, llámese soja, nos encontramos con este conflicto que está afectando no sólo a las partes sino a la cadena».

Las cadenas como Carrefour, Coto y Walmart «reconocieron» que se instrumentan procedimientos de emergencia ante la falta de entrega de los aceites por parte de los molinos productores.

Desde la conducción sindical negaron que haya inconvenientes. «De ninguna manera habrá desabastecimiento», reafirmó ayer el secretario general de la Federación de Trabajadores Aceiteros, Daniel Yofra.

Las cerealeras admiten un gasto diario de u$s 20.000 por buque que no pueden cargar, lo que hace un monto de u$s 10.000.000 desde el comienzo de la protesta.

Otro de los motivos que distorsionó los acontecimientos que trasciende la disputa por la renta en la recomposición del salario se relaciona con un buque que quedó varado en el río y que obstruye la circulación de otros 40.

Esta suma de factores generó la caída de ingresos que provienen de la exportación acumulando u$s 6.964,4 millones en el año.

No hay buenas expectativas que el conflicto se resuelva en la reunión que se desarrolle hoy en el Ministerio de Trabajo, de la que participará la Cámara Argentina de la Industria Aceitera (Ciara), Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio) y la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmontadores de Algodón y Afines de la República Argentina (Ftciodyara).

Los trabajadores conducidos por Daniel Yofra buscan una recomposición salarial del 42 por ciento, una cifra muy lejana a la contraoferta empresaria del 24 por ciento.

En un comunicado, los aceiteros habían denunciado que el complejo oleaginoso registra ganancias extraordinarias. Quienes especificaron con contundencia en sus argumentos que “con sólo el 0,5% de lo que facturaron las empresas aceiteras en 2014 se puede pagar el aumento de todo el año a los 20 mil trabajadores aceiteros del país».

Otro de los puntos que definen la profundidad del reclamo centra la atención sobre “la rentabilidad por tonelada de soja procesada, que en 2006 era de u$d 4,2, -en ese entonces equivalente a $ 13- es hoy de u$d 35,8 o $318. Es decir, se ha multiplicado por 25″.

Tampoco cayó bien la propuesta que le hizo ayer el Gobierno a las compañías de «redistribuir ganancias» entre los trabajadores como forma de encauzar una salida.

El titular de la cartera laboral, Carlos Tomada, manifestó tener expectativas de que “se encamine” y se pueda destrabar la situación a la que definió como “extraña” debido tanto a la posición del gremio -que decidió lanzar un paro por tiempo indeterminado en el marco de las negociaciones salariales- como del sector empleador, que hasta ahora mantuvo firme su rechazo a las demandas.

Tomada había manifestado que la distancia «entre una posición y la otra es muy grande, y hace ciertamente difícil el acuerdo. Hubo una situación muy extraña que espero que se aclare y ayude a la normalización porque, lanzar paro por tiempo indeterminado en una negociación de salarios, me parece una cosa bastante extraña”.

El ministro de Trabajo de la Nación consignó haber planteado en las negociaciones que, “más allá del aumento salarial y dadas las características de este sector”, le parecía “razonable” que se estableciera “algún mecanismo de premios a la rentabilidad o de distribución de ganancias” que permita que “los trabajadores también reciban algo” de esa rentabilidad.

Sin embargo, sostuvo que, hasta el momento, “los empresarios se niegan” e hizo referencia a “una actitud bastante extraña por parte del sector empleador” en el marco de este conflicto.

“No tenga duda que éste no es un conflicto que genera una sola parte: claramente, ha habido una actitud bastante extraña por parte del sector empleador y una dificultad en el diálogo entre ambos y eso motivó intervención directa de Trabajo”, explicó el ministro.

A futuro, aparecen nubarrones en el horizonte. En diálogo con Conclusión, el titular de la CGT San Lorenzo, Edgardo Quiroga, anunció un paro de 24 horas el 1º de junio con cortes de ruta y obstrucción de portones en las 21 terminales portuarias que componen el complejo oleaginoso. De la medida participará también la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmontadores de Algodón y Afines de la República Argentina (Ftciodyara).

Lo cierto es que los aceiteros habían alertado desde el comienzo de la medida de fuerza que una de las estratagemas que urdirían las patronales oleaginosas y los supermercadistas seria responsabilizar a los trabajadores del faltante de aceite. Los primeros para buscar una sanción moral de la población generando descontento sobre el conflicto y presionar para desactivar el paro, y los segundos para especular con la remarcación del producto desabasteciendo.