La decisión de Walmart de achicar su estructura en Argentina con el cierre de uno de sus supermercados y la venta de varias de sus tiendas de cercanía a otro competidor marca la continuidad de la crisis que atraviesan las grandes cadenas de retail en el país y que se evidenció claramente cuando Carrefour puso en marcha un plan similar.

Fue a principios de abril cuando la filial local del grupo francés encaró ese proceso mediante el cual redujo personal y cerró algunas de sus sucursales. Lo hizo gracias al marco oficial que le dio el proceso preventivo de crisis otorgado por el Ministerio de Trabajo.

De a poco cerró nueve de sus tiendas y negoció salidas consensuadas con parte de sus trabajadores en el marco de un proceso que sigue abierto y que le permitió recuperar algunos ratios comerciales y financieros al punto que comenzó a ganar share en algunas áreas.

También puso más el foco en las necesidades de los clientes, en estar atentos a lo que el consumidor reclama mas allá de tener en cuenta que el precio es un ratio fundamental pero que no invalida la necesidad de mantener las promociones.

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Es más, Carrefour hasta implementó urnas en las que los clientes sugieren la incorporación de productos que la cadena no ofrece. También tienen el foco puesto en la línea de espera y se encuentra visible el celular del gerente de cada tienda para tener un contacto más directo con los consumidores.

Es decir, un conjunto de medidas que le permitieron “hacer el trabajo sucio” antes que sus competidores, tal como ahora se demuestra con la decisión de Walmart de ir hacia el mismo camino del achique.

Y el disparador de ese achique fue la situación económica del país que empujó para abajo al consumo y por ende a los ingresos de las cadenas de hipermercados. De hecho, en los últimos tres años ninguno de los grandes jugadores de este sector logró generar balances positivos y debió recurrir a fondos inyectados desde sus casas matrices para subsistir. En el caso de Carrefour, desde París enviaron la orden para terminar con esta situación y designaron un nuevo CEO de origen francés para que ordene la filial argentina.

Ahora le tocó el turno a Walmart y a Cencosud, que también vienen sufriendo el escenario inestable y volátil con el que conviven las empresas en la Argentina.

En el caso de la filial local del grupo norteamericano decidió cerrar el supermercado que operaba en el shopping DOT, del barrio porteño de Saavedra. Además, le vendió 12 locales de sus tiendas de cercanía a Día%, cadena de origen español que se destaca precisamente por operar este tipo de superficies comerciales.

En el caso del establecimiento que funcionaba en el primer subsuelo del shopping de IRSA, la decisión se tomó porque Walmart nunca logró que generara ganancias. Es más, desde que se puso en marcha en el 2009 a la fecha acumula pérdidas por u$s21 millones, lo cual terminó por sellar su suerte y del personal que ahora busca ser relocalizado o cobrar las indemnizaciones adecuadas en lo que se proyecta como una nueva pelea entre el grupo y el sindicato.

A través de un comunicado, Walmart había anunciado el cierre de este local argumentando “razones exclusivamente comerciales” y admitiendo que desde su apertura, y pese los diversos esfuerzos e iniciativas por mejorar la operación, la tienda en cuestión no obtuvo resultados positivos. En el anterior ejercicio fiscal acumuló un rojo de $40 millones, y en el último trimestre ese rojo llegó a los 21 millones de pesos.

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