La Ley Nacional de Etiquetado Frontal N° 27.642, que advierte sobre los excesos de grasas, sodio y azúcares en los alimentos, cumple dos años de ser sancionada y especialistas coincidieron que si bien «se está implementando de manera correcta», aún «queda mucho por hacer».

La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como Ley de Etiquetado Frontal, se aprobó el 26 de octubre de 2021 y, según explicó Andrea Graciano, matriculada en el Colegio de Nutricionistas de la provincia de Buenos Aires, «estamos celebrando un momento histórico en nuestro país».

Si bien fue aprobada en octubre de 2021, se promulgó como ley el 12 de noviembre de ese mismo año, y el 23 de marzo de 2022 se aprobó para ser puesta en vigencia por etapas desde agosto del año pasado.

La Fundación Interamericana del Corazón (FIC) de Argentina realizó un monitoreo del cumplimiento de la ley en ocho supermercados de la Ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Buenos Aires donde, de un total de 138 productos, observaron que cuatro de cada diez productos incumplen la norma en algún aspecto.

«En el 88% de los supermercados vimos que había promociones asociadas a esos productos con sellos, que es una cualidad prohibida por la ley. Por ejemplo, 50% de descuento en la segunda unidad o dos por uno. Ese tipo de promociones están prohibidas justamente para desincentivar la compra de estos productos», señaló Victoria Tiscornia, magister en Nutrición e investigadora de FIC.

Según precisó la especialista, el incumplimiento que más observaron fue con respecto a las «técnicas de marketing».

«La ley prohíbe que los productos con al menos un sello puedan presentar una técnica de marketing dirigida al público infantil, por ejemplo, personajes, regalos, juegos en el envase. El 28% de los casos evaluados tenían este tipo de técnicas», remarcó.

Por su parte, Ariana Krochik, coordinadora de Política Nacional en Consciente Colectivo, señaló que a pesar de que hay muchos puntos de la ley que se están cumpliendo de manera correcta, «aún queda mucho por hacer y seguir aplicando».

En ese sentido, la especialista indicó que hay productos que hoy vemos en góndolas que no tienen los octógonos de advertencia sobre sus ingredientes debido a las prórrogas para su aplicación y que esto «está confundiendo mucho al consumidor, porque cree que un alimento es saludable cuando no lo es».

«Esta es una ley que busca prevenir enfermedades no transmisibles como cáncer, diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Esto se previene brindando información a la gente y empoderando al consumidor para que pueda elegir», remarcó.

Y agregó que «los sellos de advertencia brindan información al consumidor para que pueda elegir de manera consciente y veraz, sabiendo qué tienen los productos y así elegir qué consumir. No se prohíbe el consumo de ningún producto».

Para Graciano, la ley es «integral» y contiene múltiples regulaciones, entre ellas algunas «menos conocidas» como la protección de los entornos escolares.

«En esos artículos se establece la implementación obligatoria de contenidos de educación alimentaria y nutricional, y se prohíbe que los productos que tengan aunque sea un sello de advertencia se ofrezcan o comercialicen en las escuelas», señaló e indicó que es en esos artículos en los que aún «no se ha avanzado».

Las especialistas coincidieron en que el impacto general «ha sido muy positivo».

«Donde es más efectivo el etiquetado frontal es en los productos falsamente percibidos como saludables. Aquellos productos que elegíamos con el convencimiento de que eran opciones saludables y nutritivas y que ahora podemos identificar que en realidad no lo son», enfatizó.

Por su parte, Tiscornia señaló que otro aspecto importante que se está evaluando es la reformulación de los productos por algo más saludable, en algunos casos cambiaron su composición.

«Lo ideal es cambiar los productos ultraprocesados por alimentos más naturales» señaló y agregó que «esperamos que con el tiempo se den resultados positivos en Argentina, sobre todo por la evidencia que ya existe en la región».

La especialista ejemplificó el caso de Chile, que implementó la ley de Etiquetado Frontal en 2016 y donde hubo «resultados positivos en mejoras de los hábitos alimentarios».

«Facilitar la identificación de los productos no saludables de manera fácil y rápida cuando uno va a hacer las compras hizo que redujeran significativamente la compra de los productos con sellos, por ejemplo disminuyendo un 25% la compra de bebidas azucaradas a sólo seis meses implementada la ley», concluyó.