En una nueva entrega de Café Internacional, la agenda se centró principalmente en los movimientos geopolíticos entre potencias. En primer término, se abordó todo lo referente a la visita a China del Secretario de Estado de los EEUU, Anthony Blinken, que incluyó una reunión con el presidente Xi Jinping. Siguiendo esta línea de análisis, en el segundo bloque se tocó la cumbre presidencial Biden-Modi, en un contexto marcado por la guerra en Ucrania y la voluntad de generar contrapesos a China. Por último, y ya en un plano más regional, se contextualizó la previa a las elecciones presidenciales en Guatemala.

El fin de semana pasado tuvo lugar la visita a China del Secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, en lo que fue el evento de mayor importancia desde la llegada de Joseph Biden a la Casa Blanca en 2020, así como la primera visita de un secretario de estado al país oriental desde 2018, con Michael Pompeo a la cabeza de la diplomacia de línea dura hacia Pekín, uno de los sellos de la política exterior de Donald Trump. En este sentido, la gira de Blinken a China intentó representar una ruptura con la línea dura de la administración anterior, en un contexto de tensiones bilaterales marcado por los desacuerdos en torno a las diferentes posiciones en torno a la guerra entre Rusia y Ucrania y por incidentes como lo de los presuntos globos de espionaje sobre espacio aéreo estadounidense y, sobre todo, el conflicto bilateral sobre la situación en la isla de Taiwan.

La palabra clave en toda la gira fue “progresos”, en referencia al mantenimiento de un diálogo en el cual la agenda presenta más puntos de discordia que de entendimiento. En una visita marcada en un comienzo con reuniones tensas con el Jefe del Departamento de Política Exterior del Partido Comunista Chino, Wang Yi, y con su homólogo, Qin Gang, y con un tono marcadamente duro a tenor de los comunicados emitidos por la diplomacia china, la gira tuvo el componente de la sorpresiva reunión entre Blinken y el presidente chino, Xi Jinping. En dicha reunión se encontraron puntos de acuerdo que no fueron precisados, pero que permitieron mantener un nivel de diálogo a futuro. En particular, dos puntos contribuyeron a mantener a flote la relación: la declaración del presidente Biden de que EEUU no apoya la independencia taiwanesa (una reafirmación del principio de “una sola China” y de la política de “ambigüedad estratégica” que mantiene EEUU con relación a Taiwan) y, por otro lado, la promesa china de que no contribuirá al esfuerzo bélico ruso con ayuda militar.

Más allá de esto, surge de la reunión un estado de calma en las relaciones bilaterales, sin una resolución de los temas de fondo. El objetivo de mínima parece cumplido: el restablecimiento de cierto nivel de diálogo, dejando los temas de mayor importancia para instancias de resolución al más alto nivel, lo que podría ocurrir en la próxima reunión del G-20 en la India a realizarse en septiembre. En este sentido, la reunión Blinken Xi produjo un golpe de efecto que hizo subir las expectativas de una posible cumbre Biden-Xi en septiembre. Estados Unidos pudo retomar diálogos en temas comunes como los medioambientales, pero no llegó a cumplir el objetivo de reanudar el diálogo a nivel de ministros de Defensa, un tema crucial en medio de las tensiones militares bilaterales en torno a la cuestión taiwanesa.

Según el conductor del programa, Santiago Toffoli, existe una estrategia diplomática de dos frentes por parte de Estados Unidos, quien combina un discurso conciliador con medidas asertivas en el área del Pacífico, tales como la reunión de los consejeros de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Japón y Filipinas, que tuvo lugar en Tokio, y el posible establecimiento de bases militares en Filipinas, sumado a las ya mencionadas iniciativas de AUKUS y el Quad. Todo esto, sumado a las relaciones chino-rusas y a los movimientos diplomáticos de Pekín en Medio Oriente, configura un escenario de tensa coexistencia que promete ser la tónica en el mediano y largo plazo.

Desde el lunes pasado hasta el viernes 23, el primer ministro indio Narendra Modi comenzó una gira por EEUU cuyo punto culminante -más allá de su visita al Congreso, lo que lo convirtió en uno de los pocos líderes que se dirigió al hemiciclo en dos ocasiones- fue la cumbre presidencial con su contraparte estadounidense Joseph Biden. El ambicioso objetivo de la gira era el de reforzar las relaciones bilaterales en un momento crítico enmarcado no sólo por las consecuencias de la guerra en Ucrania, sino por las tensiones con China, tradicional rival geopolítico de la India. El acercamiento a la India no es nuevo: más allá de la agenda compartida en cuanto a relaciones económicas, tecnológicas y de seguridad, el reforzamiento de la relación bilateral ha sido una constante en los últimos años por parte de EEUU. Según Toffoli, lo que caracteriza a la relación bilateral es su pragmatismo, procurando no sólo apuntalar a la India como contrapeso de la influencia china, sino también alejarla de la órbita rusa en términos de provisión militar, todo ello en medio de los cuestionamientos hacia el gobierno de Modi en torno a la presión que ejerce sobre la oposición política y sobre las minorías religiosas, en particular la musulmana.

Los resultados de la gira pueden ser considerados como un éxito si se piensa en la firma de acuerdos para la producción conjunta de motores para aviones de combate, en un entendimiento cuasi inédito que comporta un esquema de transferencia de tecnología que no se ha dado en los últimos 50 años entre EEUU y sus aliados, co lna sola excepción de la transferencia de tecnología nuclear que es parte de la alianza del Aukus. Al mismo tiempo, y en cuanto a lo económico, se intentó contrapesar la posición dominante del tándem China-Taiwan en cuanto a semiconductores con la firma de un acuerdo de inversión por más de U$S 800 millones, entendimiento que sustenta el programa “Made in India” para el desarrollo de estas tecnologías, y que tendrá su primer semiconductor local listo para finales del año que viene.

India ha mantenido una postura pragmática en su política exterior, rehusando formar parte de los esquemas tradicionales de bloques, de allí el posicionamiento neutral de este país con respecto a negarse a sancionar a Rusia por la invasión a Ucrania. La declaración conjunta respetó estos lineamientos, y si bien llamó a Rusia a respetar la integridad territorial ucraniana, mantuvo su posición en cuanto a la apuesta por medios diplomáticos para la solución del conflicto. Debe recordarse que India es uno de los compradores de crudo ruso a precio de descuento, lo que no ha representado un obstáculo a la hora del acercamiento con EEUU.

Otros ejemplos de la neutralidad india son la negativa a las presiones para formar parte de OTAN Plus 5, un acuerdo que aspira a extender los acuerdos militares de la Alianza Atlántica más allá de su territorio -negativa que precedió a la visita de Modi- y la percepción desde Nueva Delhi del Quad como un mecanismo logístico eficaz en cuanto a la provisión de vacunas durante la pandemia. Según Emilio Ordoñez -otro conductor del programa- debe prestarse suma atención al efecto de estos acuerdos y de la rivalidad sino-india en el marco del renovado perfil de BRICS.

Por último, este domingo se celebraron las elecciones presidenciales en Guatemala, en las que además se renovaba el Congreso y se elegían alcaldes, en un contexto políticamente agitado, entre presiones contra el periodismo con el arresto de figuras de este ámbito críticas al gobierno de Alejandro Giammatei, y la proscripción de algunas candidaturas como la de Telma Cabrera (Movimiento de Liberación de los Pueblos) o Carlos Pineda (Prosperidad Ciudadana, quien partía como favorito), todo ello con el eje de seguridad como eje central, muy influido por las políticas hiper-punitivistas de Nayib Bukele en El Salvador. En este escenario, tres candidatos llevaban posibilidades de triunfo: Zuri Ríos (Alianza Valor-Unionista), hija del dictador Efraín Ríos Montt; Sandra Torres (Unidad Nacional de la Esperanza, UNE), ex esposa del ex presidente Álvaro Colom, y clara favorita en los sondeos; y Edmond Mulet (Cabal), vinculado a los ámbitos diplomáticos guatemaltecos.

Esta elección se enmarca en un clima social conservador, más allá de la popularidad alrededor de la candidatura de Torres. En cuanto al primer punto, se debe destacar el comunicado firmado por tres candidatos en contra del aborto y del matrimonio igualitario. Otro factor es la ya mencionada alta popularidad de las ideas de Bukele para combatir el crimen, como lo prueba el proyecto de Ríos para la creación de una megacárcel, análogo al ejemplo salvadoreño. Como último factor, que explicaría el aumento del voto en blanco, las tres candidaturas forman parte del establishment político guatemalteco, habiendo participado en comicios anteriores y, en el caso de Torres, esta es la tercera vez consecutiva que se presenta. Todas las encuestas apuntan a que habrá una segunda vuelta, a celebrarse el 20 de agosto.