El gobierno de Portugal puso a militares y miembros de fuerzas de seguridad a conducir camiones de transporte de combustible, en un intento por alejar el peligro de desabastecimiento por una huelga, por tiempo indefinido, convocada por los trabajadores del sector en demanda de mejores salarios.

La intervención gubernamental en la huelga fue ordenada por el consejo de ministros en aquellas zonas en las que las autoridades consideran que no se cumplen los servicios mínimos, especialmente en el sur del país y en los recorridos que llevan combustible a los aeropuertos.

El gobierno echó mano al concepto de «requisición civil», que permite obligar legalmente a las huelguistas a trabajar para cumplir con los servicios básicos y autoriza a movilizar a miembros de las Fuerzas Armadas.

Desabastecimiento

El primer ministro, el socialista António Costa, dijo después de una reunión con el presidente, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, que se había detectado en distintos zonas que los servicios esenciales habían dejado de cumplirse.

En su primer día, la huelga dejó más de 500 estaciones de servicios del país desabastecidas, lo que supone 17% de la red nacional.

Deseoso de evitar el caos que vivió Portugal durante la anterior huelga de transportistas en abril pasado, cuando los aviones tuvieron que repostar en España y arreciaron las críticas por falta de previsión, el primer ministro actuó con firmeza a apenas dos meses de las elecciones.

En ese contexto, fijó servicios mínimos del 100 por ciento para el abastecimiento de aeropuertos, puertos, servicios de seguridad, bomberos y emergencias médicas, de 75% para el transporte público y de 50% para el suministro de combustible a los particulares.