Desde dentro, desde fuera y a gran distancia de la sede de las Naciones Unidas en el lado este de Manhattan, fue obvio que el presidente ruso, Vladimir Putin, cambiaba la forma estratégica de los acontecimientos mundiales, y ha encontrado un respaldo sustancial entre los estadounidenses también para formar una coalición internacional para derrotar el terrorismo.

El discurso de Putin ante la Asamblea General de la ONU, donde defendió la Carta de las Naciones Unidas (de la época de Franklin Roosevelt), fue contundente y efectivo.

Dijo que en todo el Medio Oriente, el norte de África y el sur de Asia se ha esparcido rápidamente el terrorismo, el empobrecimiento y la falta de respeto a la vida, todo ello generado por las guerras de cambio de régimen, o «guerras por la democracia», las cuales se han emprendido violando la Carta de la ONU y el derecho internacional, y esta devastación seguirá esparciéndose hasta que se le detenga. «No podemos seguir soportando este estado del mundo», indicó.

 Guerra fingida

La guerra completamente fingida de la «coalición de 60 naciones» que encabeza Obama supuestamente en lucha contra los terroristas del EIIS, se ha reducido a un par de ataques aéreos al día mientras que se ha elevado la cifra de «aliados» de Estados Unidos que se incorporan con todo y armas estadounidenses al EIIS y al-Qaeda, lo cual ha hinchado las filas de los yihadistas a unos 30,000 combatientes solo en Iraq y Siria.

Sin embargo, ha surgido de repente una nueva coalición, para combatir realmente a los terroristas, en torno a la iniciativa rusa para Siria del Presidente Putin, con el respaldo de China. El cambio se está difundiendo por toda Europa al igual que en el Medio Oriente, con relación a la aceptación de esta iniciativa.

Putin simplemente demostró el principio del flanco, frente a un momento decisivo de fracaso total de las políticas de Obama, y ha dejado a la Casa Blanca de Obama en la confusión y la rabia.

Mientras tanto, ante el derrumbe de Wall Street, el presidente de China, Xi, anunció otros $ 100.000 millones de dólares, a través de la ONU, para el desarrollo internacional de la infraestructura. La política de desarrollo económico confuciano de China, en la que «todos ganan», es parte integral del viraje mundial que está en marcha.