El gabinete de seguridad del gobierno de Israel aprobó que el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu acceda al pedido del presidente palestino, Mahmud Abbas, de reducir aún más el suministro eléctrico a la Franja de Gaza.

La decisión fue duramente condenada por el movimiento islamista Hamas, que controla la Franja, y al que Abbas, que dirige Al Fatah, quiere presionar con esta medida.

El portavoz de Hamas, Abdul Latin Kanu, advirtió en un comunicado oficial que presionar más a Gaza sólo traerá «consecuencias negativas» y que Israel será el único responsable. Existe el temor de que la medida empeore aún más la situación humanitaria en la Franja de Gaza.

Como consecuencia de esta decisión, se teme, el conflicto entre Israel y Hamas podría agravarse.

En la pequeña franja costera residen alrededor de dos millones de personas, y soportan continuos cortes de electricidad desde hace años. En los últimos tiempos sólo había cuatro horas de luz al día.

La única central eléctrica en el enclave palestino a orillas del Mediterráneo se tuvo que cerrar hace dos meses por falta de combustible. Según la prensa israelí, hace algunas semanas Abbas informó a Israel de que cortaría en un 40 por ciento la cantidad de dinero que le transfiere para proveer a Gaza de electricidad.

Israel respondió entonces que el suministro eléctrico sería acorde a los pagos recibidos y anoche los ministros aceptaron por unanimidad la recomendación del Ejército de actuar en la línea de Abbas y no aflojar las restricciones sobre Hamas.

El mes pasado Abbas declaró que iba a detener los pagos de ese suministro. Tras esta situación figura la lucha de poder entre Al Fatah y Hamas, que hace diez años tomó por la fuerza el control de Gaza.

Por otra parte, el Ministerio de Justicia de Israel confirmó también hoy que avanza una ley que reduciría los fondos que Jerusalén recauda y envía a Ramallah en concepto de impuestos de mercaderías que tienen como destino final Palestina y que pasan por sus puertos.