Miles de sudaneses protestaron este martes contra el Gobierno militar en la capital Jartum, donde las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos para dispersarlos, como en otras ciudades del país africano, dos días después de la renuncia del primer ministro civil.

Policías, soldados y paramilitares lanzaron gases lacrimógenos contra los civiles concentrados ante el palacio presidencial de Jartum, informaron testigos a la agencia de noticias AFP.

Los manifestantes coreaban «¡No al gobierno militar!» y pedían la caída del Consejo de Gobierno liderado por el general Abdel Fatah al Burhan, quien encabezó el golpe de Estado del 25 de octubre pasado.

Las calles que conducen hacia el cuartel general del ejército, ubicado en el centro de la capital, habían sido cerradas, en medio de un imponente dispositivo de seguridad, añadieron los testigos.

Decenas de manifestantes también se concentraron en la ciudad vecina de Omdurmán y bloquearon las calles con adoquines y ladrillos.

Los activistas prodemocracia intensificaron las convocatorias a manifestaciones después del golpe de octubre, tras el cual el entonces primer ministro, Abdala Hamdok, y ministros de su gabinete fueron detenidos.

Este golpe provocó manifestaciones masivas y una violenta represión que hasta ahora dejó al menos 57 muertos y centenares de heridos, indicó el sindicato independiente de médicos.

Por lo menos 13 mujeres denunciaron violaciones durante los disturbios, de acuerdo a informes de la ONU.

A pesar de una represión mortífera, la presión popular, punta de lanza de la revuelta contra el general Omar al Bashir, depuesto en 2019 por el Ejército, se volvió contra los propios militares después del golpe de octubre pasado.

Los activistas instaron este martes a los manifestantes a salir a las calles y dirigirse hacia el palacio presidencial «hasta obtener la victoria».

La renuncia de Hamdok hace temer un retorno a la dictadura.

El 25 de octubre, tras semanas de creciente tensión entre facciones rivales y una serie de protestas callejeras, el Ejército de Sudán arrestó a varios miembros del Gobierno, incluido Hamdok, que al día siguiente fue puesto bajo arresto domiciliario.

Al Burhan anunció entonces la disolución de este organismo de transición y del gabinete de Hamdok, así como la imposición del estado de emergencia en Sudán, heredado de la era del dictador Al Bashir.

Sin embargo, el 21 de noviembre, y tras haber pasado un mes en arresto domiciliario, Hamdok regresó al puesto del primer ministro gracias a un acuerdo con el general Burhan que buscaba apaciguar las protestas.

Este acuerdo político estipulaba el regreso del primer ministro depuesto al cargo y la liberación de todos los presos políticos en el país.

La Asociación de Profesionales Sudaneses, gremio que se opone a las autoridades militares, rechazó el pacto por su parte, al calificarlo como un acto de «traición» y mantuvo la presión en las calles.

Sin embargo, el domingo, luego de protestas reprimidas que dejaron dos muertos, Hamdok reprochó al Ejército haber incumplido con su compromiso de evitar «el derramamiento de sangre» y presentó su renuncia.

Tras su dimisión, Estados Unidos llamó a las autoridades militares de Sudán a garantizar el establecimiento de un Gobierno civil.

Los Gobiernos europeos también expresaron su preocupación.

Al Bashir, juzgado en diferentes procesos, está encarcelado desde que fue apartado del poder. Pero muchas figuras de su régimen siguen mandando, incluyendo al general Burhan.

A la vez, Al Burhan garantizó por decreto la impunidad de las fuerzas de seguridad al tiempo que aseguró que los cuerpos de seguridad continuarían con la transición democrática hasta el traspaso del poder a un Gobierno civil y prometió garantizar elecciones en julio de 2023.