Un grupo prodemocrático, que ha estado organizando asistencia mutua entre residentes desde el comienzo de la guerra entre el Ejército y fuerzas organizadas paramilitares, había divulgado anteriormente un balance de 11 muertos, todos ellos civiles.
Debido a los combates, muchas familias han quedado atrapadas, con poco o ningún acceso a electricidad, agua, alimentos y medicinas. El país tiene una de las tasas de desnutrición infantil más altas del mundo con más de 600.000 niños con desnutrición aguda grave antes de los enfrentamientos.
Los enfrentamientos también dejaron hasta este martes unos 2.600 heridos en un contexto de explosiones y disparos que aún se escuchan en la capital Jartum. Desde Naciones Unidas afirmaron que las labores humanitarias han sido severamente limitadas mientras empeoran los combates.
Antes del estallido de violencia, más de un tercio de los 45 millones de habitantes de Sudán, uno de los países más pobres del mundo, dependían de la ayuda humanitaria que fue suspendida tras la muerte de tres empleados que trabajaban para esa agencia de las Naciones Unidas.
Los manifestantes coreaban "¡No al gobierno militar!" y pedían la caída del Consejo de Gobierno liderado por el general Abdel Fatah al Burhan, quien encabezó el golpe de Estado del 25 de octubre pasado.
La noticia de los arrestos de este martes por la noche coincide con un tercer día seguido de protestas en Jartum y otras ciudades contra el golpe del lunes pasado, y con el cierre de muchos negocios en la capital tras un llamado a la huelga general y la desobediencia civil.
Las protestas comenzaron horas después de la toma del poder por los militares y según se informó, al menos cuatro manifestantes murieron y otros 80 resultaron heridos por las fuerzas de seguridad que abrieron fuego.
Los militares compartían el Gobierno con la dirigencia política desde 2019. La Asociación de Profesionales, junto a los sindicatos médico y bancario, denunció el Golpe de Estado y llamó a la desobediencia civil en su ciudad capital, Jartum.