La Federación Rusa comenzó a votar este viernes y continuará hasta el domingo para elegir los 450 legisladores de la Cámara de Diputados, en unos comicios bajo protocolo sanitario que serán el primer plebiscito de la coalición Rusia Unida del presidente Vladimir Putin, tras la crisis económica y de salud que dejó la pandemia, el impacto político que provocó el encarcelamiento del opositor Alexey Navalny, y en medio del temor que genera una baja tasa de vacunación.

Un total de 108 millones de ciudadanos están habilitados en el padrón electoral ruso para elegir cómo se repartirán los escaños de la Duma de Estado, la Cámara de Diputados, entre los seis partidos políticos más representativos del país euroasiático.

De los 450 legisladores, la mitad se elegirán mediante representación proporcional por lista de partidos políticos -con un umbral electoral del 5%-, y la otra mitad se elegirá en los 225 distritos electorales uninominales que tiene la Federación Rusa.

Desde la votación legislativa de 2003, mismo año en el que debutó en las urnas, el partido oficialista Rusia Unida ganó todos los comicios de medio término en los que participó. Controla la mayoría en la Cámara de Diputados hace 18 años.

En las anteriores elecciones legislativas de 2016, con una participación del 47,92% del padrón, Rusia Unida obtuvo el 54,2% de los votos y consiguió sus actuales 343 bancas.

Por detrás se ubicó el Partido Comunista con el 13,45% de los votos y 43 escaños, el Partido Liberal Demócrata con el 13,28% y 40 representantes, y por último, Rusia Justa con el 6,19% de los respaldos y 23 escaños.

Pese a que no se esperan grandes sorpresas o cambios, las elecciones funcionarán como balanza para medir el peso de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus y el impacto que tuvieron las medidas del Gobierno en este último año y medio.

Aunque Putin admitió hace unas semanas que «los obstáculos en el desarrollo del país durante la pandemia, relacionados con numerosas pérdidas de empleo, el notorio crecimiento de la inflación y los golpes en los ingresos reales de nuestros ciudadanos son asuntos muy serios», también aseguró durante una reunión con representantes de su partido que se «atravesó este período de una manera mucho mejor y mucho más eficiente que muchas de las economías desarrolladas».

Entre las medidas tomadas para paliar la caída del 3,1% del PBI en 2020 -la mayor retracción desde 2009- se destacan no haber decretado un confinamiento este año como sí se hizo en la primera oleada de contagios e incentivar el consumo a través de bonos y pagos extra a distintos sectores de la población, como los 10.000 rublos (135 dólares) a jubilados, militares y «a las personas que prestan sus servicios en algunos organismos estatales», como anunció Putin hace dos semanas.

Por el lado de la oposición, en cambio, la campaña se centró en cuestionar el 6,5% de inflación interanual y «la desaparición gradual de los medios independientes en Rusia», como denunció la directora de Reporteros Sin Fronteras para Europa del Este, Jeanne Cavelier, a la agencia de noticias Europa Press y recogieron varios candidatos.

La otra gran crítica se concentró en la detención del líder opositor Alexey Navalny, de 45 años, acusado de fraude en unas transferencias de dinero a varias ONG, incluida su propia organización llamada Fundación Anticorrupción. El dirigente siempre rechazó las acusaciones y denunció al Gobierno por «persecución política».

En la previa a los comicios, Navalny y su entorno instaron a los electores a emitir un «voto inteligente» y apoyar al partido opositor que tenga más chances de derrotar al oficialismo en cada distrito, lo que en muchos casos sería el Partido Comunista.

«Desde 2003, es decir desde hace casi 20 años, ningún candidato independiente ha logrado una victoria en las elecciones a la Duma», recordó hace unos días Navalny a través de sus redes para justificar su llamado por un voto útil.

Navalny asumió esta estrategia luego que él y todos sus aliados quedaran afuera del proceso electoral.

En una decisión que sentó precedente, la Justicia rusa declaró en junio pasado como «extremistas» a las organizaciones políticas vinculadas a Navalny y sepultó los deseos de sus miembros de participar como candidatos independientes en las elecciones.

Luego, el Gobierno comenzó a exigir las empresas estadounidenses Apple y Google que borre de sus plataformas el contenido difundido por las organizaciones consideradas como ilegales, como como la aplicación «voto inteligente» creada por el equipo de Navalny.

Cuando las plataformas no cumplieron con borrar sus mensajes y aplicaciones, el Gobierno ruso acusó a las empresas estadounidenses de intentar interferir en las elecciones.

Finalmente este viernes, Google y Apple accedieron a la exigencia del gobierno ruso y suprimieron de sus plataformas las aplicaciones que guiaban para votar contra el partido de Putin.

«Hoy (viernes) a las 8 de la mañana, hora rusa, Google y Apple suprimieron nuestra aplicación Navalny de sus tiendas de aplicaciones. Es decir, cedieron al chantaje del Kremlin», dijo en la mensajería Telegram Leonid Volkov, un opositor en el exilio muy cercano a Navalny.

Pero además de la popularidad del opositor encarcelado, el Kremlin tiene otra preocupación: la pandemia y la baja tasa de vacunación en el país.

Pese a ser uno de los pocos países en desarrollar el fármaco anticovid, y de producir más de 70 millones de dosis y exportarlas a gran escala a más de 50 países, entre ellos Argentina, solo 39,9 de los 146 millones de rusos están completamente vacunados, es decir el 27,4% de la población, lejos del 60% que las autoridades se propusieron alcanzar para esta altura del año.

En este contexto se dará el primer llamado a las urnas luego del referendo constitucional del 2020, en el que se prohibió la secesión de los territorios que integran Rusia y se habilitó una nueva reelección de Putin, de 68 años, para que siga en el poder hasta 2036.