El presidente estadounidense, Donald Trump, criticó este martes a China porque «siempre quiere cambiar el acuerdo en su favor», mientras se desarrolla en Shanghai una ronda de negociaciones para destrabar la guerra comercial, en la primera cumbre entre delegaciones de ambas potencias desde que instauraron una tregua arancelaria a finales de junio en el marco del G20 en Osaka.

«Mi equipo está tratando con ellos, pero siempre quieren cambiar el acuerdo en su favor», escribió Trump en Twitter, reiterando que China quiere esperar hasta las elecciones para ver si es elegido un demócrata, de modo de firmar un gran acuerdo y seguir «rapiñando a Estados Unidos».

Para el presidente norteamericano «China está haciendo las cosas mal» ya que «registra el peor año en los últimos 27». Además, subrayó que la economía estadounidense «se hizo mucho más grande que la china en los últimos tres años».

«Cuando gane (las elecciones), el acuerdo que obtendrán será mucho más duro de lo que estamos negociando ahora… o ningún acuerdo», amenazó el mandatario.

La cadena de tuits se produjo en momentos en que delegaciones de ambas potencias se volvieron a ver las caras en la capital económica china, por primera vez desde que Trump y su par chino, Xi Jinping, instauraron una tregua arancelaria a finales de junio en la primera ronda de negociaciones comerciales tras la cumbre celebrada el pasado 29 de junio en el marco del G20.

Por Estados Unidos participa el representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, mientras que China está representada por el viceprimer ministro, Liu He, y el ministro de Comercio, Zhong Shan, quien no participó en las anteriores rondas, informó la agencia de noticias EFE.

La prensa local informó que esta nueva fase de las tratativas comenzó con un perfil muy bajo en esta capital económica de China, en la que el dispositivo de seguridad desplegado a las afueras del hotel donde se aloja la delegación estadounidense es la única señal visible de la reunión.

Las negociaciones se detuvieron en mayo, y el presidente estadounidense Donald Trump subió del 10 al 25% aranceles a productos chinos por 200.000 millones de dólares, lo que llevó a su homólogo chino, Xi Jinping, a responder con tasas a productos estadounidenses por valor de 60.000 millones.

En la cumbre del G20, celebrada en la ciudad japones de Osaka el 28 y 29 de junio, ambos mandatarios acordaron una nueva tregua, por la que Washington frenó la imposición de nuevos aranceles al resto de las importaciones procedentes de China y accedió a permitir que las empresas estadounidenses vendan productos a la tecnológica Huawei.

Los analistas, no obstante, descartan que se vaya a cerrar un acuerdo definitivo en esta ronda.

El economista jefe del banco de inversión chino CITIC, Liao Qun, explica en un artículo publicado en el diario nacionalista Global Times que cuanto mucho «se puede esperar un acuerdo comercial parcial y temporal».

Pese al aparente acercamiento de las últimas semanas, que culminó en el encuentro de hoy, China se niega a cruzar tres líneas rojas: exige la anulación de los aranceles adicionales a sus productos, se niega a que sus compras de bienes estadounidenses no «se correspondan con la realidad», y quiere que el acuerdo sea justo para ambas partes.

Beijing se niega a realizar reformas económicas o políticas que «pongan en riesgo la dignidad nacional» de China, es decir, su soberanía para decidir las líneas maestras del funcionamiento del país.

En tanto, persiste un desacuerdo en temas como las dificultades para que las empresas estadounidenses accedan al mercado chino o que, una vez ahí, partan en desventaja contra las estatales chinas, subsidiadas por Beijing.

Las tensiones entre Washington y Beijing tienen sus raíces en el desequilibrio de la balanza comercial a favor de China, que exporta 419.000 millones de dólares más de lo que importa desde Estados Unidos.

Trump aseguró que esto se debe a las injustas prácticas comerciales del gigante asiático.