Frente a las adversidades económicas que atraviesan la historia de nuestro país, los trabajadores han recurrido a diferentes oficios y vocaciones para desenvolverse, buscar el mango y poder vivir y mantener a la familia.

En épocas donde el trabajo escasea, la creatividad aparece y expone conocimientos con los cuales uno puede encarar un emprendimiento o un proyecto que conlleve poca inversión pero que sirva para sobrevivir.

Muchas personas lo desarrollan por un período de tiempo hasta encontrar un trabajo que le brinde seguridad social, pero también existen aquellos que van un paso adelante e intentan hacer de esta idea una empresa.

Dentro del rango de estos últimos, se encuentran Fernando y Soledad, dos emprendedores que un día decidieron poner una mesa y una parrilla en una esquina para vender tortas asadas y con tiempo, fe y esfuerzo lograron mejorar el lugar y construir algunos carritos más para aquellos que necesitaran trabajo.

En diálogo con Conclusión, el asador de estas tortas y dueño de la Empresa Torta Asada Zion, nos contó que comenzaron con este emprendimiento para juntar dinero para realizar un viaje a una convención cristiana.

«En el tiempo que comenzó estábamos yendo a una iglesia y teníamos que ir a una convención, y necesitábamos juntar el dinero para viajar. Entonces con unos amigos comenzamos a hacer torta asada en esta esquina con una mesa y una parrilla que yo había inventado y Dios nos fue llevando a hacerlo una vez por año y luego empezamos, por la realidad argentina, a hacerlo más seguido«, contó Fernando.

Al consultarle sobre cuando decidieron pasar de la parrillita y la mesa a un carro con techo, el vendedor de Zion contó que «este carro nace de una vez que estuvimos un día acá y diluvió. La gente nos compraba por lastima, parecía. La gente siempre compra y ayuda«.

La Empresa de Torta Asada logró en estos años consolidar una clientela fija. Menéndez detalló: «Nosotros tenemos nuestra clientela que va desde gente que con el carrito cirujeando, hasta policías, recolectores, de todos lados vienen. Gracias a dios se hizo conocida. También viene gente de otro lado, como de Pergamino, y nos cuenta que la familia le encarga».

Fernando contó que cuando empezaron solo hacían «torta asada común», pero con el tiempo se dieron cuenta que «la gente se cansó», por lo que decidieron un día agregarle «chicharrón».

«Al tiempo le pusimos salame. Luego jamón y queso. Hoy en día tenemos siete variedades como jamón y queso, albaca y queso, entre otras«, mencionó el emprendedor.

Con el tiempo pudieron aumentar la producción y generar trabajo. «Nosotros ahora tenemos varios carros hechos por mí. Nos compran la masa y le prestamos el carro. Se le da la posibilidad de que la persona con verdadera ganas pueda hacerlo«.

Para la pareja fue fundamental tomarse en serio el emprendimiento desde un principio. Fernando argumentó que este puesto de torta asada «lo empecé como una empresa».

«Yo trabajaba en una empresa de venta maquinas sembradoras, estaba cómodo. Pero no era la entrada de dinero que necesitaba. Entonces salió esto, y a depender de Dios. Cuando empecé llegue con un carrito chiquito a cuadruplicar el sueldo», especificó.

Creer en Dios para el matrimonio fue fundamental en este proyecto: «La fe es importante. Yo salte como Pedro al agua y empecé a correr. Tenemos nuestros altos y nuestros bajos. Pero vendemos alrededor de cien tortas por días. Uno hace lo que puede para sobrevivir«.