Tras más de 36 horas de “rosca” incesante en el Palacio Vasallo, se aprobó el Presupuesto 2019 enviado por el Ejecutivo, mientras el amanecer del viernes ya estaba cómodamente instalado en una Rosario pasada por agua.

Cerca de la medianoche del jueves, tras varias horas de negociaciones y muchos borradores trajinados, se abrió la sesión en la sala de sesiones “Raúl Alfonsín” del Concejo Municipal. Un mero formalismo para poder seguir buscando “consensos”, una de las elegancias léxicas preferidas de los ediles.

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Es que si empezaba el viernes sin abrirse, la sesión se caía y habría que extender por una semana más la “prórroga” bajo la que funcionó por estos días el cuerpo legislativo local, por lo que se llamó inmediatamente a un cuarto intermedio hasta el verdadero inicio: pasadas las 4 y media de la madrugada.

Así, entre gallos y medianoches (nunca mejor dicho) y con los votos de Cambiemos y de la mayoría de los concejales justicialistas, el oficialismo consiguió la aprobación del proyecto de Presupuesto 2019 que había enviado el Ejecutivo, prácticamente íntegro.

Con otros temas espinosos como la nueva ordenanza de nocturnidad, o la autorización para construir tres torres altísimas en pleno microcentro (proyecto del desarrollador Aldo Lattuca) postergados para el próximo período, ya en 2019, el centro de las discusiones fue la ordenanza impositiva.

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Como el agregado de la sexta cuota de patente automotor, iniciativas opositoras como la de elevar la alícuota con que se grava el Drei a entidades financieras, el tope a los «superpoderes» para traspasar partidas a gastos corrientes, o, sobre todo, el pedido del Ejecutivo para extender la potestad de la intendenta para aumentar la tarifa del transporte urbano.

Así, la administración de Mónica Fein encarará el último año de su segundo mandato al frente del municipio, con un presupuesto de 24 mil millones de pesos, con un 57 por ciento del total que será invertido en áreas sociales, además de la suba de la Tasa General de Inmuebles (TGI) en torno al 35 por ciento.

El ardor de las velas

Con los pájaros ya cantando en derredor de la vasta extensión natural frente a la que se ubica el Palacio Vasallo, adentro, la edila Verónica Irizar, titular de la comisión de Presupuesto y Hacienda del Concejo y flamante pre-candidata del socialismo para la intendencia en 2019, fue la encargada de exponer las “bondades” del texto presupuestario.

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Para inversión en obra pública establece un 18 por ciento del presupuesto, alrededor de 7.700 millones para el próximo año (más de la mitad serán aportes de recursos provinciales). En relación a las obras, se prevén 578 millones de pesos para desagües cloacales y 486 millones de pesos para desagües pluviales en barrios de la ciudad, además de mejoras en avenidas y accesos a Rosario.

En tanto para el plan Abre, abocado a políticas de vivienda y hábitat, la inversión estimada alcanza los 973 millones, en 35 barrios. La inversión dedicada al control en espacios públicos y mejora en los parques, plazas y corredores, su parte, demandará 1.600 millones de pesos.

A la hora de justificar el acompañamiento general del proyecto, coincidieron a grandes rasgos, en las voces de las edilas Norma López y Germana Figueroa Casas (que lucieron, como todas sus pares de género, carteles contra la violencia machista), Cambiemos y la mayor parte del justicialismo.

Esgrimieron, luego de exponer algunas críticas y afirmar que “no es el presupuesto ideal sino el posible” que se trata de una “herramienta de gobernabilidad” con la que el municipio necesita contar.

El peronismo consiguió que el oficialismo (y finalmente también Cambiemos) acceda a elevar el gravamen a entidades financieras, sin llegar a duplicarlo como pedía originalmente la iniciativa del edil Eduardo Toniolli.

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Esto aportará alrededor de 90 millones de pesos para financiar el transporte urbano, sumados a los subsidios destinados al Fondo Compensador y al Plan de Movilidad, que alcanzarán a 992 millones de pesos.

Por su parte, Cambiemos, a diferencia del peronismo, sí acompañó al oficialismo para prorrogar las facultades de Fein respecto al boleto (por seis meses), así como el aditamento de una sexta cuota de patente del automotor, a cambio de algunas modificaciones al proyecto.

Entre ellas, una ampliación del número de cuadras a pavimentar (tras una polémica respecto al monto destinado a cada cuadra), y la fijación de un límite a las partidas de gastos de capital que el Ejecutivo está habilitado a traspasar a gastos corrientes.

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Por el lado del resto de la oposición, alzó la voz la concejala Celeste Lepratti (Frente Social y Popular), quien como a la vez también hicieron ediles de Ciudad Futura, o el justicialismo, consideró “una vergüenza” votar en esos términos la normativa “más  importante del año”.

Lepratti lo adjudicó, entre otras cosas, a “caprichos” de algunos. A esto se sumó, por ejemplo, Caren Tepp, quien señaló que “desde las 3 de la tarde” las pretensiones de unos y otros eran conocidas y que “esperaron a que se vayan los medios para convocar a las comisiones”.