Por Guido Brunet

Un denso humo frecuentemente impide respirar con normalidad en Rosario. Algunos días y noches la ciudad se torna irrespirable debido a una humareda que prácticamente la atraviesa. Si bien se creía que se había disipado, durante los últimos días, el humo volvió. Como un verso troileano, ¿por qué dicen que se fue, si siempre está llegando?

No es una situación nueva para los habitantes de esta parte del sur santafesino y el norte bonaerense, aunque esta temporada el problema se agravó por la bajante del río y la falta de lluvias.

El humo llega desde las islas frente a Rosario pertenecientes a la provincia de Entre Ríos. Según se presume, la causa de los incendios es la quema de pastizales para acondicionar el terreno para la cría y el engorde de ganado. Su consecuencia: problemas a la salud, imposibilidad de circular por la ruta que une Rosario con Entre Ríos y el serio daño al ecosistema de la zona, fundamental -entre otras cuestiones- para evitar inundaciones.

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Unos 70 bomberos, una brigada forestal con 13 rescatistas de la Policía Federal, un helicóptero de Prefectura Naval, un avión hidrante y uno de observación, provistos desde el Servicio Nacional de Manejo del Fuego realizaron un operativo sin precedentes para lograr apagar los principales focos ígneos en las islas.

De los 19.300 kilómetros cuadrados totales que tiene el Delta del Paraná, los incendios forestales que afectan las islas consumieron, según información del Ministerio de Seguridad de la Nación, cerca de 16.884 hectáreas de pastizales hasta el 16 de junio. Aunque el fuego comenzó mucho antes y se repitió luego de esa fecha, por lo que las estimaciones de héctareas devastadas llegan a cerca de 25 mil.

 

 

Mediante satélites se detectaron más de 3.700 potenciales focos de incendio, lo que representa la cifra más grande registrado en los primeros semestres de los últimos nueve años, según la la Universidad de San Martín.

 

El secretario de Gobierno de Rosario Gustavo Zignago afirmó, entrevistado por Conclusión, que “es muy sugestivo que al lado de un incendio se provoque otro incendio, y junto a él siempre hay ganado, lo que no nos deja margen a la duda de que se trata de actividades voluntarias». «Le pedimos a la justicia de Entre Ríos que las investigue, y si las conductas que están asociadas a prácticas voluntarias que constituyen delito, se les aplique las responsabilidades correspondientes”, completó el funcionario.

En la misma línea se pronunció Gabriel Fuks, secretario de Articulación Federal de la Nación, quien coordinó las acciones para combatir el fuego. Fuks relacionó los incendios con la quema para el ganado, al remarcar que los mismos “tienen que ver con el corrimiento de la frontera agropecuaria”. “Es para que en esa zona crezca pasto para las vacas. Eso produce nuevas pasturas, entonces se aumenta la superficie donde se produce soja”, sumó el titular del área que pertenece a la cartera de Seguridad.

 

«Rosario está bajo el humo hace meses, hay días que más y días que menos depende el viento. Es una emergencia ambiental tremenda», consideró el secretario nacional.

Cabe destacar que la ley entrerriana permite la utilización del fuego en ámbitos naturales, pero sólo con previo permiso de las autoridades competentes. Según Fuks esto no se está dando, ya que son quemas “totalmente incontroladas” realizadas de manera “irresponsable”.

 

Al rescate

Unos 70 brigadistas que permanecieron una semana en Rosario alojados en el Hipódromo, tres aviones hidrantes, un helicóptero y un avión vigía participaron en los operativos llevados adelante desde el 11 al 20 de junio para intentar controlar el fuego sobre las islas. Así como personal del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, de la Prefectura Naval Argentina y de la Policía Federal trabajó en la zona. Paralelamente se montó un centro de operaciones en el aeroclub de Alvear, desde donde partían las naves hacia las islas.

Marcelo Barúa, bombero voluntario de Las Flores (Santa Fe), uno de los rescatistas que llegaron a la ciudad e integrante de la Brigada de Incendios Forestales de la provincia, relató a Conclusión que “se empezó en un trabajo de contención. Todo de forma helitransportada porque es imposible hacerlo por tierra, es un terreno complicado para hacerlo a pie”.

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“Ésta fue la vez que más demanda de recursos se necesitó”, comentó Barúa, a la vez que ponderó que “se logró controlar el fuego en un tiempo rápido, teniendo en cuenta las dimensiones del lugar”. Al ser consultado por las causas de los siniestros, señaló que «fueron provocados por la mano del hombre”.

Rubén Barraud, otro de los brigadistas que arribó a Rosario desde San Jorge, detalló que “se trabajó en cuatro focos de incendios, que afectaba a Rosario y la zona». El bombero contó que la labor fue ardua, ya que en las islas «hay partes duras, blandas, pajonal, una masa orgánica muy honda». «Lo que quedan ahora son puntos calientes que se pueden reiniciar y se puede propagar el incendio”, advirtió.

 

Sobre los días compartidos en el Hipódromo rosarino, Barúa comentó que fueron “excelentes”. “Somos gente que habla el mismo idioma. Sabemos cómo trabajar y respetarnos. Ha sido una buena convivencia”.

“Llamamos a la prevención. Vamos a tener una temporada con muy poca lluvia. Con mucho combustible en las islas. Habría que tratar de no realizar quemas. Ante la menor señal de humo, por favor avisar a prefectura”, pidió, por último, el bombero.

 

Gonzalo Ratner, subdirector de Defensa Civil de Rosario

El subdirector de Defensa Civil de Rosario, Gonzalo Ratner, indicó, en diálogo con Conclusión que «lo más complejo fue la coordinación, ya que participan distintas áreas de los tres niveles de Gobierno, ya que trabajan muchas fuerzas, todas enfocadas en el mismo objetivo«.

Para el encargado de la dependencia local se trata de «una oportunidad histórica» de resolver la problemática de manera permanente. «Arriesgar vidas y disponer de recursos económicos para combatir los incendios tiene que servir para que surja una solución de fondo«, expresó.

Irrespirable

El Laboratorio de Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) realizó mediciones de la calidad del aire en la ciudad de Rosario, desde el 11 al 15 de junio -momento de mayor intensidad de fuego en las islas- y registró valores de contaminación cinco veces mayores a los permitidos en la normativa provincial. «Se trata de una devastación del ecosistema», enunciaron desde el Laboratorio.

“Se hace una medición gravimétrica y se toma 16.5 litros por minuto”, explicó el director del proyecto, el ingeniero Rubén Gabellini, en entrevista a Conclusión. A partir de este registro la contaminación fue «cinco o seis veces mayor a la permitida«, detalló el docente.

Rubén Gabellini- Laboratorio de Medio Ambiente UNR

«Si sumamos los efectos antropogénicos del hombre a la problemática que tenemos en la ciudad de contaminación ambiental, estamos sonados«, analizó el responsable del Laboratorio.

Así pues, el Laboratorio de Medio Ambiente comunicó que «el impacto que produce tiene un alcance que excede las inmediaciones donde se generó, ya que las partículas respirables se han trasladado por efecto del viento a una distancia de hasta 60 kilómetros, lo que se conoce como Efecto paragua».

«El cuidado del ambiente tienen que ser una política pública tanto de Municipio, Provincia y Nación. Creo que acá hay medidas para tomar. Hay que estudiarlo y tomar conciencia porque si nosotros no cuidamos el planeta no va a venir nadie a cuidarlo», reflexionó el docente. Y consideró que «el Estado debe controlar, para que estemos sanos».

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El Proyecto de Alerta Temprana (SAT), integrado por meteorólogos aficionados, también analizó la calidad del aire en Rosario y alrededores. Según la información obtenida, el domingo 14 de junio, en la zona cercana a Baigorria, se registró 120 ug/m3 (valor que expresa la concentración de contaminantes en el aire), lo que representa que el ambiente es dañino para la salud para grupos sensibles, siendo menos de 100 dañino para la salud de la población en general.

https://www.facebook.com/proyectosat/posts/1106793933026861

 

Al día siguiente, en el sector de La Florida se detectaron valores similares, y en la costa de Granadero Baigorria la calidad del aire fue «moderada».

https://www.facebook.com/proyectosat/posts/1107906532915601

 

Uno de los responsables de SAT y titular de la estación meteorológica de Granadero Baigorria, Jorge Giometti, precisó: «El viento ha traído el humo hacia las zonas urbanas y es lo que aviva el fuego, y cuando la temperatura es elevada la vegetación que está por delante empieza a arder casi espontáneamente«, a la vez que señaló que “los grandes núcleos urbanos tienen como una cúpula de calor, que ha hecho elevar el humo, y cuando se enfría cae, y pueda caer en pueblos vecinos.

Jorge Giometti- Proyecto SAT

«Hace unos meses agregamos un medidor de partículas, que detecta partículas de 2.5 millonésimas de metro, o sea, tan pequeñas casi como una bacteria. Esa partícula al ser tan pequeña penetra a los albeolos pulmonares y puede terminar en el torrente sanguíneo», refirió Giometti.

Para el estudioso de los fenómenos climáticos, los datos recabados son fundamentales para elaborar una respuesta al problema. «Si bien los valores fueron elevados, aunque no lo hubiesen sido, también hay que tener en cuenta la cantidad de horas a la que uno está expuesto al humo. Y sobre todo en días en los que el viento lo trajo a la ciudad, fueron muchas las horas de exposición«, enfatizó.

En cuanto a las causas de los incendios, apuntó: “Tenemos un río muy bajo, por lo que toda la vegetación acuática se encuentra fuera de su medio, por lo tanto está seca, y una temporada con poca lluvia. Todo fue propicio para que una vez que empiece el fuego sea prácticamente imparable«.

“La lluvia apagó algunos de los focos ígneos, pero otros permanecieron porque la vegetación seca es una especie de colchón, entonces el foco permanece en la parte baja, quedando a la espera de que las condiciones de viento lo vuelvan a encender«, añadió Giometti.

Salud afectada

La exposición al humo, según los especialistas afecta las vías respiratorias. Sobre todo de quienes ya poseen una condición previa. Tal es así que los casos de consultas por broncoespasmos o crisis asmáticas en los efectores públicos de Rosario han aumentado durante el mes de junio.

Silvia Mirmiroli- Subsecretaria Salud Pública Rosario

Si bien desde la Secretaria de Salud no pueden asegurar que hayan estado directamente relacionadas con la inhalación de humo, Silvia Marmiroli, subsecretaria de la cartera, reconoció que «seguramente alguna incidencia de esto tuvo».

En charla con este medio, el neumonólogo Ricardo Oyola explicó que «las personas con problemas respiratorios son las más afectadas por las partículas que caen de las cenizas, que cuando el viento viene hacia Rosario, las sufrimos todos». «A los pacientes asmáticos o con EPOC, por ejemplo, esto le irrita las vías respiratorias y pueden descompensarlos«, clarificó. «Si estuviésemos constantemente con el problema nos podría enfermar», remarcó.

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«Aquellos que pueden no tienen que salir de la casa», recomendó el especialista. Aunque consideró que las partículas pueden ingresar al hogar e «irritar». En el mismo sentido se manifestó Mirmiroli: «Más allá de que las personas puedan tener distinta tolerancia al humo, es importante que tratemos de, en los momentos en que se nota el ambiente muy cargado, permanecer adentro. El humo está formado por gases y partículas finas que penetran fácilmente y, así como penetran en los ambientes, lo hacen en los pulmones».

En un marco de pandemia, Oyola subrayó que el humo «agrega una agresión a las vías respiratorias, que se suma al frío«. En cuanto a esto el doctor expresó que el uso de barbijo fue beneficioso debido a que limita el ingreso de partículas del humo al organismo.

 

Cansados del humo

En la Argentina existen aproximadamente 600.000 kilómetros cuadrados de humedales, lo que representa el 21,5% del territorio nacional. Son ecosistemas naturales que proveen un conjunto de bienes y servicios que garantizan la calidad de vida tanto de los pobladores como de los habitantes de áreas vecinas.

Aunque heterogéneos entre sí, los humedales tienen como condición básica permanecer en condiciones de inundación o, por lo menos, con su suelo saturado con agua durante largos períodos de tiempo. También se distinguen por la variada presencia de plantas y animales en su superficie. Algunas de las amenazas en estos sistemas son las mega-urbanizaciones, avance de frontera agrícola, industrialización de procesos de pesca y deforestación.

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Uno de los mayores recursos de estas áreas es la amortiguación de inundaciones. “Son como una esponja –compara Monkes-, cuando hay exceso de agua por precipitaciones. El suelo del humedal es muy poroso y absorbe el agua. Eso hace que río abajo no haya inundaciones”, destaca el especialista.

Sin embargo, las modificaciones del terreno dificultan que se provea ese beneficio, lo que puede generar inundaciones. “Cuando hablamos de modificaciones, nos referimos a grandes hectáreas, no pequeños productores que hacen un dique o un terraplén”, detalla Monkes.

 

Bajo la consigna Basta de quemas, más de 500 personas, entre organizaciones no gubernamentales y vecinos de Rosario se convocaron el miércoles 17 de junio en el Parque España para «abrazar» al río Paraná y las islas en el momento más álgido de la quema de pastizales.

Jorge Bártoli, referente de la ONG El Paraná No Se Toca manifestó a Conclusión que el fuego en los humedales «es una situación gravísima que viene a poner sobre la mesa un vacío de normas claras y decisiones políticas y recursos asignados a la protección del medio ambiente».

«Las problemáticas ambientales no están instaladas en la agenda política. Hasta que eso no pase este tipo de problemas no van a tener solución y los conflictos van a ser mayores. Este es un caso clarísimo de abandono de las temáticas ambientales», amplió.

«Las quemas están asociadas a una coyuntura ambiental generada por la falta de lluvias, la bajante y los incendios provocados de manera histórica relacionados con la producción ganadera», explicó el ambientalista. «Es para beneficio de unos pocos actores a los que lo único que le interesa es engordar vacas de la manera más barata posible a costa de la salud pública. Este caso es clarísimo cómo se afecta a la sociedad en su conjunto», sentenció.

Con respecto a las otras problemáticas por las que atraviesa la zona, Bártoli enumeró: «Terraplenamiento, sobrepesca, caza furtiva y avance la frontera agropecuaria e inmobiliaria».

 

Ley adormecida

Una de las grandes luchas de los movimientos ambientales es la de contar con una Ley de Humedales, que proteja este ecosistema. Se presentaron dos proyectos en el Congreso, en 2013 y 2016, ambos aprobados por el Senado. Pero al no ser discutidos en Diputados perdieron estado parlamentario.

La primera iniciativa se aprobó por unanimidad en el Senado; la segunda, de 2016, tuvo mayor discusión que derivaron en distintas modificaciones al proyecto original de Fernando «Pino» Solanas, entre ellas la exclusión de los salares de altura de Jujuy, propuesta por la senadora Silvia Giacoppo, de esa provincia, con el fin de no afectar a la industria del litio.

Le ley de humedales es una ley de presupuestos mínimos para la conservación, protección y uso racional y sostenible de los humedales. O sea, en la que se establece un piso de cantidad de recursos provinciales destinados a la preservación de esos lugares.

Entre los objetivos de la última ley aprobada en Senadores se pueden citar: mantener los procesos ecológicos y culturales de los humedales garantizando los servicios ambientales que brindan; proteger y conservar la biodiversidad de los humedales; contribuir a la provisión del agua y regulación del régimen hidrológico en las distintas cuencas del territorio nacional; fomentar las actividades de conservación, manejo y uso sostenible de los humedales; establecer criterios básicos de manejo y uso de los humedales para todo el territorio, que tengan en cuenta sus características ecológicas y su estrecha dependencia del mantenimiento de su régimen hidrológico; implementar las medidas necesarias para evitar la alteración de las características ecológicas de los humedales, identificando y limitando las actividades que amenazan su conservación y sustentabilidad.

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Sobre el proyecto de 2013, que apuntaba justamente al Delta del Paraná, el licenciado en Ciencias Ambientales, Julián Monkes, quien realizó su tesina de grado sobre este tema, apuntó a Conclusión que “había productores que tenían miedo de que les tiren los diques y terraplenes, y no era esa la idea. Así que creo que faltó mayor consenso con el sector productivo del agro”. Con la propuesta de 2016 hubo más consenso, pero “aparecieron intereses más explícitos de la minería, vinculados a los salares de altura de Jujuy, donde hay litio”, afirmó.

Los proyectos permitían ciertos tipos de producciones y prohibir o regular otras, que cambien el suelo y lo sequen, como por ejemplo, grandes superficies de soja, que elevan el terreno para la producción”, remarca el licenciado.

A pesar de ser un pedido que lleva años y de haberse presentado dos proyectos de ley en este sentido, la ley de humedales aún continúa cajoneada. Las razones, según Monkes, son los grandes intereses alrededor de estos sistemas. “Los humedales abarcan desde la turbera en Tierra del Fuego, el Delta del Paraná y los salares de altura en Jujuy. Por eso los intereses para que esa ley no salga eran muy variados y había muchos y había presiones de muchos grupos en paralelo”, ratificó Monkes.

 

Reunión, prohibición, provocación

En una acción que increíblemente nunca se había dado, funcionarios nacionales, del Municipio de Rosario y de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos el viernes 12 de junio firmaron en Rosario un acuerdo para prohibir las quemas durante 180 días. Casi como una provocación, a pocas horas hubo 40 nuevos focos ígneos.

En la reunión, a través del Plan Nacional de Manejo del Fuego, Nación decidió proporcionar dos aviones para que permanezcan en la ciudad por cincuenta días. Otra resolución en la “hoja de ruta” elaborada en el cónclave fue la de implementar una herramienta tecnológica para unificar la información tanto de la ciudad de Nación, las provincias de Entre Ríos y Santa Fe y la ciudad de Rosario. También se creó un grupo de fiscalización intejurisdiccional por parte de Santa Fe, Entre Ríos y Nación.

 

El Ministerio de Medio Ambiente declaró la emergencia ambiental, y los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos la prohibición de las quemas. Pero no hubo caso. El fuego continuó.

El Gobierno entrerriano es quien tiene la facultad de otorgar permisos para la explotación de esos terrenos, y cobra impuestos por esas prácticas, así como posee la potestad de autorizar o no las quemas en las islas. Tras el encuentro en Rosario, Martín Barbieri, secretario de Ambiente de Entre Ríos, acentuó que “desde la provincia repudiamos y condenamos la actitud de las quemas», y dijo que «a pesar del trabajo que hacemos no llegamos a tiempo para atender el tema de los incendios, el Delta es una zona de gran extensión y difícil acceso”.

Sobre el control en el lugar, el funcionario de la vecina provincia agregó: “Desde el año pasado tenemos entre 40 y 60 actas labradas por las quemas. Hay alrededor de diez productores y propietarios que han sido multados”. “Entiendo la bronca de los rosarinos pero me quedo con la tranquilidad de que hacemos todo lo posible. Pero hay zonas a las que es muy difícil acceder, solamente se puede hacer por aire”, finalizó el entrerriano. Al mismo tiempo, expuso que se labraron cerca de diez actas en lo que va del año a titulares de campos por los incencios.

En la misma línea, la ministra santafesina de Ambiente y Cambio Climático, Erika Gonnet, señaló que Entre Ríos afirmó que Entre Ríos «tiene voluntad de acabar con el problema pero no tienen las herramientas, por eso es fundamental la participación de la Nación, ya que nos abre la posibilidad a otras herramientas para trabajar en conjunto».

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Asimismo, los distintos gobiernos proponen una “solución de fondo”, que sería la reconversión de la actividad productiva para lograr una economía más sustentable y así evitar que se continúen quemando las islas para la actividad ganadera. Una idea con consenso entre el Municipio de Rosario, Santa Fe, Entre Ríos y Nación.

El intendente rosarino Pablo Javkin, destacó que durante el cónclave «se han abarcado cuestiones de la emergencia y otras más de fondo para que esto no se repita«. «Esto es novedoso», destacó. Y reclamó que, desde enero, momento cuando comenzaron las quemas, «tuvimos días insoportables en la ciudad«. «Si hay una actividad ilegal que genere perjuicio para los que vivimos en la zona que nadie pueda beneficiarse», contempló.

Por su parte, Sergio Rinaldi, periodista especializado en medio ambiente, enfatizó que “para que los incendios terminen debe haber decisiones políticas”. Y agregó, sobre la participación gubernamental, que «a veces se responde en función de lo que esta pasando, una vez calmados los incendios seguiremos con esta intención de que este lugar sea una área protegida, seguiremos con la preservación de este lugar. Porque si se apagan los incendios y en quince días lo olvidamos, volvemos a foja cero”.

 

Denuncias penales

El Municipio de Rosario y el Ministerio de Medio Ambiente, así como desde el grupo activista El Paraná No Se Toca, denunciaron penalmente las quemas, pero a pesar de las múltiples presentaciones judiciales realizadas hasta el momento no hay imputados por los incendios.

El fiscal federal de la ciudad entrerriana de Victoria, Carlos García Escalada, quien se hizo cargo de la investigación tras la denuncia presentada por Pablo Javkin, calificó como «muy grave» la situación de los incendios en las islas del Delta del Paraná, y aseguró que la justicia ya tiene «prácticamente determinado» quiénes serían los responsables de esas quemas.

«Estuvimos reconstruyendo los lugares donde se produjeron incendios que han causado distintos problemas en Rosario, y se incorporaron las denuncias de San Lorenzo y Arroyo Seco en torno al mismo tema», añadió el funcionario judicial entrevistado por la radio LT8.

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Para García Escalada «hay que analizar cada caso» y citó un delito en el Código Penal, que hace mención a «aquel que sin causar una situación de peligro común entorpezca la circulación por rutas». “Este sería el caso de la conexión vial Rosario-Victoria, que se ha visto afectada, ahí el artículo 194 del Código Penal estipula penas de hasta 2 años de prisión», amplió el fiscal.

Y continuó: «También existe el delito de incendio, previsto en el Artículo 168, que son conductas dolosas, de un accionar deliberado por parte del autor. En este las caso las penas son de 3 a 10 y de 3 a 15 años, dependiendo de la gravedad del delito». «Es muy grave, y es una práctica que se viene desarrollando en los tres últimos meses sin respiro, afectando en forma significativa el medio ambiente y a las ciudades linderas a los incendios», cerró el fiscal de la causa.

 

Las tragedias de 2008

Las consecuencias de los incendios en las islas no son solamente los daños a las vías respiratorias y al medio ambiente, sino que las quemas incluso se han llevado vidas humanas. Nueve personas murieron en el año 2008 debido a la escasa visibilidad en las rutas a raíz del humo.

Semanas atrás, para prevenir siniestros viales durante los días en que llegó el humo de las islas se debió cortar la traza Rosario- Victoria. «El humo mezclado con la niebla generó una disminución importante de la visibilidad en las autopistas de ingreso a la ciudad», comunicó el subdirector de Defensa Civil Gonzalo Ratner. A pesar de la poca visibilidad en el acceso a Rosario por el puente que une la ciudad con Entre Ríos, no hubo que lamentar víctimas. En este sentido posiblemente el aislamiento obligatorio haya sido un factor importante, ya que a partir de la cuarentena la circulación por la arteria es prácticamente nula. 

Desde Compromiso Vial, manifestaron a Conclusión que, según datos oficiales, hay 54 personas fallecidas en el puente Rosario- Victoria desde su inauguración. Entre las causas de los choques se encuentra el humo provocado por quema de pastizales, tanto de islas como campos cercanos a la traza.

«Dentro de las causales de los choques fatales se encuentra el humo, y también de otros siniestros que no fueron fatales pero dejaron víctimas gravemente heridas», expuso Mariana Sena, secretaria de la ONG. «Es una ruta peligrosa, con poco control, a la que se le suma el tema del humo. Son elementos que hacen que la gente exponga su vida. Y en algunos casos han llegado a ser fatales», alertó Sena.

En 2008, incendios que provenían del Delta del Paraná medio (Entre Ríos y el norte de Buenos Aires) dificultaban la visión en la ruta nacional 9. Por esta situación, el 10 de abril de 2008 en el kilómetro 150, a la altura de San Pedro, sobre el carril Rosario-Buenos Aires, cuatro personas murieron y unas 20 resultaron heridas en un múltiple choque en el que participaron 18 camiones, dos ómnibus de larga distancia y varias camionetas y autos.

 

A pesar de las muertes, las quemas continuaron, y una semana más tarde se repitió la tragedia. A escasos 26 kilómetros del primer siniestro, un choque en cadena se llevó la vida de otras cuatro personas. El hecho ocurrió cerca de la localidad de Gobernador Castro (departamento de San Pedro), en el kilómetro 176 de la misma autovía, en el mismo sentido que el choque anterior. En el impacto, intervinieron dos autos, siete camiones, tres colectivos de larga distancia y una combi. El saldo fue otra vez de cuatro muertos y cerca de 25 heridos. Todo se inició al colisionar un ómnibus y un camión, lo que generó un incendio, donde murieron dos choferes de El Rosarino y el conductor del vehículo que transportaba mercadería y su acompañante. En esa jornada también se produjeron otros choques en la misma ruta.

Unos días después, el 22 de abril de 2008 otro camionero murió y cuatro personas resultaron heridas en una colisión entre tres camiones, dos camionetas y un auto en el kilómetro 153, entre San Pedro y Baradero. Para los investigadores, según señalan las crónicas del momento, todas las colisiones se debieron a la intensa niebla y humo que dificultaba la visión.

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Ese año es recordado debido a la magnitud de las quemas de pastizales, a punto tal que el humo llegó hasta la ciudad de Buenos Aires. Según las estimaciones de la Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, la superficie quemada en la región alcanzaba en el mes de mayo de 2008 unas 206.955 hectáreas, cerca del 11 % del Delta.

Un informe elaborado sobre ese evento por diferentes instituciones, entre ellas el Conicet, documentó cómo la vegetación quedó reducida a cenizas, y alertó sobre posibles impactos en la calidad del agua por el incremento en la entrada de sólidos en suspensión. El documento estimó que se necesitarían aproximadamente 11 años para volver a almacenar el carbono emitido por los incendios.

Como uno de los legados de esta situación, en septiembre de ese año la Legislatura de la Provincia de Entre Ríos sancionó la ley N.º9.868, que establece la prohibición del uso del fuego en el ámbito rural y forestal sin autorización expresa de la autoridad de aplicación. Y a nivel nacional, la Ley 26.815 de Manejo del Fuego prevé apercibimientos y multas, entre otras sanciones, para quienes enciendan fuego en bosques y pastizales.

Especies en peligro

En los humedales del Delta del Paraná conviven 700 especies de plantas vasculares con una diversidad de fauna (al menos 50 especies de mamíferos, 260 de aves, cerca de 300 de peces, 27 de anfibios, más de 30 de reptiles y una enorme variedad de invertebrados). A ellas se suman las aves migrantes no nativas, y especies similares de peces que aún se desconocen.

En el marco de los incendios se encontraron quemados carpinchos y hurones, entre otras especies. Desde El Paraná No Se Toca recordaron que algunas ya se encuentran en peligro de extinción “desde el proceso de deterioro que viene desde hace años por la sobrepesca, la contaminación, la caza deportiva y furtiva, y los terraplenamientos que cambiaban el ecosistema para la ganadería”.

Además, el yaguarundí, un felino que se veía en la zona frente a Rosario se encuentra en franca desaparición, así como también el lobito de río y el aguará popé. Entre las aves “se dejó de ver el federal y el boyero pico de marfil, y entre los peces el pacú y el manguruyú, que eran de la zona», puntualizan desde la ONG.

 

Economía sustentable

La quema de pastizales es una práctica típica previa a la plantación de cultivos extensivos (en el caso de Entre Ríos, soja) o para que crezcan pasturas de uso en la ganadería. Pero estas acciones afectan los beneficios de estos ecosistemas, como son la amortiguación de inundaciones, la absorción de carbono y la provisión de alimentos para la gente que lo habita.

Un estudio de la Universidad de San Martín señala que «en condiciones controladas, el manejo del fuego puede contribuir a promover una variedad de respuestas de la vegetación e incluso de biodiversidad, con algunos efectos potencialmente benéficos para la ganadería». Sin embargo, alerta que “realizar quemas en un contexto de sequía y bajante extraordinaria del Paraná, con múltiples focos simultáneos en toda la región sin planificación ni control, implica un riesgo de devastación de los ecosistemas”.

El informe de la Usam, a cargo de Patricia Kandus, Natalia Morandeira y Priscilla Minotti, investigadoras del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de esa casa de estudios, considera que «este tipo de quemas no sólo afectan negativamente a la biodiversidad sino que también atentan contra la variedad de usos y modos de vida isleños, ya que la ganadería no es la única actividad que se realiza en las islas». Ya que comparte espacio con otras prácticas como la forestación, la apicultura, la pesca, el turismo y actividades recreativas y deportivas.

 

Desde la década del 2000 en el Delta del Paraná se pasó de un sistema de ganadería extensiva estacional a uno de tipo intensivo y permanente. Hoy, cerca del 13% de la superficie de la región se encuentra endicada, o sea, se trata de áreas delimitadas por terraplenes que impiden el libre ingreso de agua por las crecientes. El propósito es evitar inundaciones para beneficio de la actividad ganadera. También se realizan endicamientos para urbanizaciones como barrios privados y producciones forestales. Si los fuegos llevan a una pérdida temporal o parcial de las funciones ecológicas de los humedales, los diques determinan un cambio del humedal hacia un ecosistema terrestre. Es decir, se pierde superficie de humedal y por ende, las funciones exclusivas de estos ambientes, explica el documento.

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“El sobrepastoreo y el pisoteo por sobrecarga ganadera, la limpieza de los campos mediante el fuego, así como la construcción de terraplenes o diques para evitar el ingreso de aguas de las crecientes, son presiones sobre el sistema producto de un modelo que no sólo atenta contra la salud pública y la calidad de vida de argentinos y argentinas, sino que también avasalla el patrimonio natural y cultural de vastas zonas litoraleñas. Los impactos son acumulativos y en algunos casos pueden ser irreversibles”, advierten desde la universidad.

“Hoy nos alertan los incendios en un momento de sequía, mientras que años anteriores podíamos notar el impacto negativo de los endicamientos al anegarse grandes extensiones aledañas a esos campos protegidos, la destrucción de islas enteras por la decisión unilateral de construir un barrio privado, o el desarrollo de extensos embalses accidentales con aguas quietas cuando el agua llenó el dique y no tiene por donde salir”.

 

“El problema entonces no es la ganadería en sí misma”, aclara la investigación. “Difícilmente pueda pensarse al Delta como un área de conservación estricta”, dice el informe. “El real desafío es discutir un modelo de uso responsable, sustentable y solidario”.

En este sentido, Monkes afirmó que “las mejores políticas ambientales son las productivas, entendiendo los ciclos ecológicos de cada sistema”. “Si la producción directamente modifica el ecosistema, como secar el humedal es una cosa, pero si haces pequeños diques que permitan que el agua ingrese se pueden hacer muchos tipos de producciones. La producción frutihortícola me parece sustentable, y en Argentina hace falta; la ganadería también puede ser sustentable».

Pero el especialista aclara que “hay que poner el ojo en las grandes producciones que generan grandes impactos. Para mí la solución no es hacer un gran parque nacional y no permitir la producción, sino que haya producción no tan grande y que no modifique estructuralmente el sistema. Para producir siempre tenés que modificar el sistema en un punto, para obtener recursos. De hecho es la mejor política para vincularnos al ambiente y generar arraigo en la zona”.

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 No obstante, el licenciado en Ambiente opina que “la transición tiene que estar orientada y financiada por el Estado, porque si no termina siendo orientada por el mercado”.

“Entonces, si sale un sello verde de producción del Delta, quienes pueden adaptarse mejor a eso son los productores con mayor capital. Y los pequeños productores quedan muy desfavorecidos frente a ese mercado que se abre. Pienso en la producción forestal del Delta que tiene destino de exportación. Ese sello verde requiere una serie de pautas y normas de conservación, como dejar un corredor verde, tener cierto manejo del ciclo de agua con cierta tecnología, que eso los pequeños no lo tienen. Así que terminarían quedando más atrás, tras que ya hay una situación de desigualdad socio económica. Me gustaría que la transición sea justa y permita equilibrar ese desbarajuste, y no que lo incremente”, finalizó Monkes.

“Los humedales interpelan a las miradas sectoriales más simplistas, ya sean ultra-productivistas como conservacionistas ingenuas, que si bien presionan por una toma rápida de decisiones, resultan en conflictos socio-ambientales impredecibles a mediano y largo plazo”, consideró el equipo investigador de Unsam.

Entrevistas: Federico Morel/ Guido Brunet/ Candelaria de la Cruz
Cámara: Hernán Cabrera/ Sebastián Moreno
Edición: Hernán Cabrera