Los vecinos y comerciantes de la zona de Rioja al 800 reclaman por la falta de servicio eléctrico. Desde hace varias semanas sufren cortes de varias horas por la falla de una fase en la cuadra.

Algunos cortes de energía se extienden por diez o doce horas, como el del último viernes por la noche, cuando la luz regresó recién el sábado al mediodía. El lunes la EPE realizó reparaciones en la cuadra pero luego se volvieron a producir cortes, como el de este jueves por la tarde.

En el edificio de Rioja 831 los vecinos cuentan que viven muchas personas mayores, que por los cortes no pueden salir debido a que no funciona el ascensor.

 

Además, una vecina relata que a su hijo se le quemó la batería del celular a raíz de un corte. «No quería volver a mi casa el viernes por la noche porque sabía que no había luz», dice Patricia.

En plena cuarentena, uno de los principales problemas de la falta de electricidad es la imposibilidad de estudiar o trabajar desde casa, como hacen los alumnos en estos momentos o muchas personas que deben realizar sus actividades laborales desde su domicilio.

«Ahora todo se potencia, con la pandemia todo es un drama, si dependés de la electricidad para estudiar o trabajar durante la cuarentena no lo podés hacer», destacó una mujer que reside en la zona.

«Sistemáticamente se corta, vienen (la EPE), cambian un fusible y se vuelve a cortar«, mencionó Ricardo, vecino del lugar. «Llamamos y nos dicen que la cuadrilla está trabajando y no es así», denunció el hombre.

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«Queremos que nos solucionen el problema. Cuando vinieron a arreglar dijeron que se iba a solucionar y hoy tuvimos cortes de nuevo«, señaló Graciela, otra vecina de la zona.

Varios comercios de la cuadra deben soportar los constantes cortes eléctricos, como es el caso de una escuela de peluquería, una farmacia y el bar de la esquina de Rioja y Maipú, entre otros negocios. Precisamente el local gastronómico sufrió las quemaduras de dos heladeras a raíz de los cortes, así como también perdió gran cantidad de mercadería.

Su titular, Osvaldo, indignado por la situación, reclamó una rápida solución del problema: «Nos cobran tarifas del primer mundo y tenemos un servicio del quinto mundo«. A la vez que Susana, la otra dueña, contó que la tarifa que pagan de electricidad asciende a unos 20 mil pesos mensuales, que no bajaron durante la época que permanecieron con las puertas cerradas por la cuarentena.

«En la situación que está la gastronomía hacerle esto a los comercios es condenar a muerte a muchos negocios«, reclamó el dueño del bar.