Seguramente se está en presencia de una movilización de trabajadores como la que no se produjo en muchísimos años a esta parte; y seguramente, también, muchos más de quienes acuden a la movilización en Buenos Aires convocada por todas las centrales obreras, están movilizados en sus lugares de trabajo o en su hogares ¡Macri lo hizo!

Y Macri está logrando, y en buena hora, la unidad sindical. Aquello que no pudieron hacer por sí mismos los dirigentes gremiales por poder, intereses o absurdas diferencias ideológicas, lo está haciendo Macri. Porque a Moyano y Yasky, por ejemplo, no los une una absoluta afinidad ideológica, los unen las primeras políticas económicas adoptadas por el gobierno nacional que están golpeando fuerte a la clase trabajadora argentina. Y los dirigentes gremiales temen. Temen que se cumpla aquello que decía Perón: “Con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes”. Es que cuando las bases advierten que algunos “jefes” están de luna de miel con el poder político mientras ellas mastican hiel, la cosa se pone fea.

El único dirigente de peso, de renombre nacional, en opinión del autor de esta nota, que comprendió inicialmente, antes del prólogo de esta historia, que los trabajadores necesitaban una voz que los representara fue Pablo Michelli. Los demás parece que entendieron más tarde, o no les quedó más remedio que entender, a algunos,  pues de otra forma sus afiliados “iban a hacer  sonar la voz del escarmiento”.

Es que la realidad, es dura: alrededor de 140.000 despidos en el primer trimestre; casi un millón y medio más de pobres según ha informado la Universidad Católica Argentina; gente que comienza a pedir comidas en las parroquias de las iglesias (como lo confirmó a quien esto escribe un alto dignatario de la Iglesia Católica); trabajadores y jubilados que no pagaban ganancias y que  ahora pagan, son todos datos de la realidad que son incontrovertibles, imposibles de ocultar.

“Cirugía sin anestesia”, decía Carlos Menem, durante su campaña, que había que aplicar a ciertos males y malos del país. Lo hizo, pero le aplicó la cirugía sin anestésicos a los de siempre, a los más desprotegidos. Como el hombre es el único animal (¿animal? ¡ojalá lo fuera!) que tropieza con la misma piedra, Macri pretende arreglar los problemas apelando a una receta parecida: ajuste que recae sobre los sectores más vulnerables.

¿Que el gobierno que se fue cometió errores? Sin dudas ¿Que hasta hubo quienes llegaron al terreno de los horrores? Probable. Pero eso no implica que se deban tolerar medidas que son inconducentes, que generan angustia en la población y tienen en vilo a una gran masa de la población. No se puede decir, alegremente: “queremos lo mismo que los trabajadores, que baje la inflación y generar empleo”, mientras se producen miles de despidos y la inflación sigue viva y coleando al galope de los formadores de precios a quienes nadie les pone freno. No se puede prometer para más adelante, para un tiempo futuro, mientras el dolor es hoy. No se les puede eximir de impuestos a ciertos poderes de tributos, mientras a las clases pobres y media de la Patria se les aumentan las tarifas en un porcentaje que es para el “Créase o no”… ¿Para qué continuar?