Por Alejandra Ojeda Garnero

Tras dieciséis meses de juicio, con una audiencia por semana, y con los acusados detenidos en prisión preventiva desde hace más de cinco años, continúa el juicio por la muerte de Franco Casco en los Tribunales Federales de Rosario. Un total de diecinueve policías son juzgados por el delito de desaparición forzada, torturas y muerte del joven oriundo de Florencio Varela. Sin embargo, todos sostienen su inocencia desde el primer día.

En la audiencia de este jueves, tal como lo hicieron en la anterior, ampliaron su declaración indagatoria tres de los policías acusados como autores de “privación de la libertad, muerte, imposición de torturas, tormentos físicos y psíquicos, seguido de la negativa a informar sobre el paradero del mismo”, según consta en el expediente. Contaron con lujo de detalle y presentaron pruebas de las funciones que cumplieron en la dependencia entre el 6 y 7 de octubre, cada uno en el horario que desempeñaba habitualmente.

Vale recordar que Fiscalía y Querellas afirman que Franco Casco fue detenido en la noche del 6 de octubre de 2014 en la Estación Rosario Norte, lugar donde el joven tomaría un tren para volver a Florencio Varela. Fue trasladado a la comisaría séptima, torturado hasta la muerte y luego arrojado al río, donde apareció veinticuatro días después.

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Sin embargo, los acusados sostienen su inocencia desde el inicio de la investigación, al manifestar que Franco Casco fue detenido el 7 de octubre de 2014 a las 13.15, por el llamado de un vecino que denunció que personas merodeaban la zona de la plaza de Alsina y Bordabehere con aparentes intenciones de robo. El comisario Diego Álvarez y el jefe de sumarios César Acosta salieron en el móvil 4387 y según consta en el acta de procedimiento, detuvieron a Franco en Catamarca y Constitución. Fue trasladado a la comisaría, donde se realizaron los trámites de rigor y luego se le otorgó la libertad por orden del fiscal Álvaro Campos. A las 22.05, según consta en el libro de guardia, se retiró de la dependencia.

A lo largo del debate prestaron su testimonio algunas de las personas que estuvieron detenidas en la comisaría séptima, supuestamente en el mismo momento que estuvo Franco. Muchos de ellos aseguraron que eran «maltratados, golpeados y verdugueados» por la policía, mientras que otros aseguraron que «el trato era bueno, era un penal iglesia donde había conducta» y nunca habían recibido malos tratos.

Cecilia Contino, acusada en calidad de autora de los delitos imputados, prestaba servicio en la comisaría séptima en el horario de lunes a viernes de 8 a 16 y sábado por medio, en la oficina de Disponibles, donde realizaba trabajo administrativo. Aunque los días de visitas colaboraba en las requisas a los familiares y los elementos que llevaban para los detenidos. Entre las tareas que realizaba, estaba el armado de “las carpetas de los detenidos”, motivo por el cual los internos la identificaban y llamaban “Chechu”. El acercamiento con los detenidos tenía que ver con la consulta de los datos, poner la foto, las fichas y demás en la carpeta. En esos escasos intercambios, los reclusos le pedían a Contino si podía enviar un mensaje a algún familiar, a lo cual en la mayoría de los casos “por una cuestión humana” accedía, porque “ellos no tenían salida con los celulares”, contó la agente.

“Nunca tuve problemas con ningún interno, ni con los familiares”, dijo Contino porque “a veces éramos pocos y colaboraba con el ingreso de las visitas. A veces requisaba a las personas, a veces requisaba bolsos”.

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Sobre Contino pesa la acusación de autora de un delito que prevé una condena de prisión perpetua. ¿Por qué fue acusada? tiene que ver con un error involuntario. El 6 de ocutbre de 2014 ingresó a la comisaría a las 9.20, según consta en las planillas. Pero no se registró la salida, que como era habitual fue alrededor de las 15.30.  Y por ese motivo la acusación la ubica en la comisaría la noche del 6 cuando, según su teoría, Franco fue detenido, torturado y muerto en la comisaría.

Sin embargo, el 7 de octubre, se registra el ingreso a las 9.20 y salida a las 15.45. Cuando ingresó Franco, Contino estaba completando el Libro de Visitas, en el mismo “se puede observar mi letra”, y lo vio pasar solo unos 30 segundos.

“Escuché en este juicio quejarse a los detenidos por las requisas. No son agradables ni para nosotros ni para los requisados, pero es algo que tenemos que hacer porque al penal nos pasan drogas, armas, celulares y por una cuestión de seguridad la tenemos que hacer. Es parte de nuestro trabajo”, aseguró.

Sobre el incidente del colectivo de la línea 110,  que había sido asistido por el comisario Álvarez y el jefe de sumarios Acosta en Ovidio Lagos entre Brown y Güemes, contó que le consultó “a una compañera de la comisaría octava y me pasó la copia del libro de guardia, un acta de procedimiento y el recibo de actuaciones del Ministerio Público de la Acusación”, lo cual demuestra que ese hecho ocurrió en la noche del 6 de octubre como lo indicaron los efectivos acusados y como se demostró con los recorridos del GPS, las modulaciones desde el móvil policial con la central 911 y la publicación de la noticia periodística en el portal web de Lt3.

Planilla horarios de servicio de Cecilia Contino

Otro punto que aclaró Contino tiene que ver con la rueda de reconocimiento que se realizó para que Ramón Casco señale a la persona que lo atendió en la comisaría cuando fue a consultar por el paradero de su hijo. Ramón señaló a Cecilia Contino, pero ella afirma que no atendió a la familia “porque no era mi función atender gente. Salvo algún caso excepcional que estuviese ahí”. En una charla con Greiner “ella me dijo que atendió a los familiares, se pudo haber confundido el hombre”, al señalarla, “pero yo nunca atendí a la familia”.

Ante la consulta de un defensor sobre el diálogo entre Greiner y la familia de Franco, dijo que “preguntaron por Franco Casco, buscó en el libro y no había ningún Casco. Y cuando le comentó que era de Buenos Aires, entonces ella le dijo que podía ser de la Guardia anterior, y al consultar dijeron que si, pero les dijeron que había estado una persona llamada Franco Godoy, entonces el padre dijo que era el apellido de la madre. Le explicaron que había estado demorado”. Los cálculos indican que el día que la familia fue a preguntar por Franco a la comisaría ya era 9 de octubre. También confirma que los familiares de Franco tomaron conocimiento del paso del joven por la comisaría, a través del personal policial, por lo tanto no hubo ocultamiento, como señala la acusación.

Aunque no era su función, también “les llevaba la comida a los internos, si no había personal masculino, abría la reja, aunque ahora me doy cuenta que era un riesgo, pero lo hacía para que puedan comer, por una cuestión humana”.

Luego de las aclaraciones, comenzó a detallar todo lo que hizo desde la noche del 6 de octubre. “Esa noche la recuerdo porque vino a comer mi sobrina y era una de las primeras veces que se quedaba a dormir en mi casa. La dejé quedarse porque al otro día no había jardín”. Pero aclaró que “a las 4 de la tarde ya estaba en mi casa”, aunque en el registro de la comisaría no se dejó constancia de su salida.

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Al día siguiente “la levanté, la llevé a la casa de los padres y me fui a trabajar”, contó. “El 7 a las 9.30 llegué a la comisaría, trabajé en mi oficina hasta la hora de comer, fui a la guardia y cuando estábamos yendo a comer el jefe le dijo a Acosta que lo acompañe en el móvil. Lo cargué y le dije ‘te están haciendo hacer dieta’, y me reí de mi compañero. Después de comer, levantamos la mesa”.

Luego continuaron cada uno con su tareas, Contino tomó “el libro de la visita, lo empecé a rayar (trazar líneas para que queden las columnas donde dejar asentado) para el ingreso”.

En ese momento, observó la llegada de Álvarez y Acosta trasladando a un joven que después supo se trataba de Franco Casco. Además de Contino, en la comisaría estaban “Acosta, Álvarez, Benítez, Guerrero, Hernández y Greiner.

Álvarez y Acosta salieron a las 12.45 y volvieron pasadas las 13. “A Franco lo ingresaron al cuartito de requisa”. “Entró Diego fumando, y me reí porque le habían roto la camisa, por el costo, porque nosotros nos compramos el uniforme”, comentó.

“A Franco lo vi treinta segundos de mi vida. En el mismo momento estaba ingresando la visita, algunos llegan temprano porque a los dos de la tarde empezamos a revisar todo y a anotar, para que a las tres ya estén todos ingresados”.

El fiscal le consultó cómo estaba vestido Franco: “No me acuerdo la ropa, pero fugazmente puedo decir que arriba tenía una ropa azul. Sabía que era él porque le rompió la camisa al jefe”.

Al igual que los detenidos, Contino se enteró del caso por televisión, pero “cuando vi la noticia no me sonaba para nada Casco, porque yo hago la lista de todos los detenidos”, incluso de quien estaba en el transitorio. Esto se debe a que el joven, al ingresar a la comisaría se identificó como Franco Godoy, el apellido de la madre.

También se puso en duda la presencia de la médica policial para la revisación de Franco, “yo no me la crucé porque ya me había retirado, pero en el libro de guardia consta” que Contino se retiró a las 15.455 y la Dra. Zelaya ingresó a las 16 del día 7 de octubre”.

“Construyeron un monstruo”

Al cerrar su declaración, Contino expresó que “a modo personal es horrible sentir que no te escucha nadie. Es una pesadilla”.

“Construyeron un monstruo en los medios que nada tiene que ver conmigo, pero los que me conocen saben quién soy, que no soy capaz ni de encubrir ni de hacer algo tan aberrante. Ahí afuera está mi familia, también la familia de Franco, porque en definitiva buscamos todo lo mismo, verdad, justicia y nosotros le sumamos la libertad”.

Además, se refirió a la difícil situación económica que atraviesan todas las familias de los imputados para llevar adelante los gastos del proceso “vendiendo rifas, bingo, torta en el parque, haciendo cenas, de todo, con un sacrificio enorme porque económicamente no estoy bien”, cerró.

Frenando Blanco también amplió su declaración indagatoria para contar que “tomé conocimiento de la causa el 4 de septiembre de 2014 cuando me entero que me piden la detención. Fui a la comisaria y Gendarmería me informa que me iban a detener”. Estuvo treinta días detenido y luego recuperó la libertad.

En el mes de octubre de 2014 cumplía servicio en la comisaría séptima los días pares, de 8 a 20 horas. El día 6 de octubre de 2014, salió de la comisaría séptima, y cumplió un adicional en un club para un partido de básquet. El día 7 estuvo franco de servicio. Es decir, que no estuvo la noche del 6 cuando supuestamente Franco llegó a la comisaría, según la teoría acusatoria, pero tampoco el 7 porque estuvo de franco. A pesar de ello permanece detenido desde 2019 y enfrenta una posible pena de prisión perpetua.

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Cuando fue detenido, lo asistió una defensora oficial, que al igual que sus compañeros, fue aconsejado para no declarar. Aunque era su voluntad “porque no tenía nada que ocultar”. Luego del trámite “al día siguiente me fui a un adicional y después a mi casa”.

Tras recuperar la libertad, “me reintegro a mis labores, hasta el 7 de enero de 2019 que Gendarmería me notifica que tengo que ir al Juzgado y me informan que tengo una detención por un cambio de calificación y no entiendo por qué”.

Mucho se habló de los errores u omisiones, fechas equivocadas y demás en el libro de Guardia, tomados por la acusación como prueba, entre otras, para tratar de demostrar un intento de ocultamiento por parte de los policías, sin embargo, Blanco aseguró que “en el expediente figura que me hallaron el día 8 y tampoco entiendo por qué”, porque el día 7 ya se había presentado y quedó detenido.

El 6 de octubre de 2014, en el libro de Guardia, Blanco tiene “ingreso a las 9.15 y salida a las 20.30”, además presentó “la planilla de adicional que fue ingresada al expediente en el año 2019”. Y también consta la nota donde el club solicita “a la división de policía adicional la planilla correspondiente”, para el sevicio adicional de un partido de básquet.

Planilla de horarios de servicio de Fernando Blanco

Del mismo modo que sus compañeros, Blanco volvió sobre sus pasos y revisó el libro de Guardia para reconstruir aquellos días, y observó que “en el libro de Guardia no aparece, pero si en el GPS la salida a la estación de servicios de Salta y Callao para cargar combustible. Fui en el móvil 4387. Pero seguro había mucha gente y seguí de largo, era víspera de feriado”. El motivo por el cual no fue asentado en el libro “puede ser un error involuntario. Salí y dije voy a la estación de servicio y se olvidó de anotarlo”. Este ejemplo intenta demostrar que muchas situaciones que ocurrían en la comisaría no se registraban, por errores involuntarios u olvidos y sin ninguna intención.

Cuando se retira de la comisaría el 6 de octubre “fui al servicio adicional. Me presento con mi compañera en el Club Estudiantil”, según las planillas ingresó a las 20.30 y se retiró a las 0.30. Se trataba de un evento deportivo en un club de básquet.

Se especuló en algún momento sobre la posibilidad de que haya abandonado el lugar donde cumplía adicional, pero, Blanco explicó que eso es imposible “porque cuando finaliza el evento tenemos que hacer firmar por un responsable, en este caso el presidente del club, sino no cobramos el servicio”.

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Explicó que una vez que se presentan al servicio adicional no se pueden retirar hasta que termina, en este caso porque, “al costado de la cancha hay unas mesitas donde están los dirigentes del club, y yo con mi compañera estamos a siete metros para ver si pasa algo. Cuando termina, acompañamos a los árbitros hasta su auto particular hasta que se retiran del lugar”.

Para demostrar que estuvo en dicho lugar, Blanco contó que “hice una llamada con mi teléfono y me toma la antena de esa zona”.

El abogado Guillermo Campana le consultó sobre las funciones que cumplía en la comisaría y si tenía contactos con los detenidos: “Mi función es refuerzo de guardia, atención al público, cabo de cuarto, puedo manejar, lo que haga falta en la comisaria, hay muchas funciones que puedo realizar”.  Sobre el contacto con los detenidos dijo que “estaba en la guardia, así que iba y venía”.

El juez Paulucci quiso saber que hizo el día 6 en la comisaría, “hice traslado a la mañana de chofer y después de cabo de cuarto”, dijo.

Palabras finales

“Soy papá de cuatro nenas, la mas grande tiene 20 años y la más chica 2. Como papá entiendo a Ramón Casco por la pérdida, que debe ser un dolor inmenso la pérdida de un hijo. Nadie está preparado para perder un hijo”.

“Me cuesta mucho este proceso, la pasé muy mal, en 2019 terminé en Buenos Aires, estuve veinte días encerrado en un cuartito de uno por uno, sin comunicación con mi familia, mis hijas no sabían donde estaba, que había pasado. Cuando supuestamente venía al Juzgado a declarar y quedó todo ahí, no sabía por qué estaba. Como tampoco entiendo cuando me cambiaron la calificación, por qué lo hicieron”, se quejó Blanco sobre su absurda situación.

“Entiendo a Ramon, pero ni yo ni mis compañeros tuvimos nada que ver con el fallecimiento de Franco. Quiero justicia, y quiero que mis hijas vean y entiendan por qué estoy acá, por qué pasé tanto tiempo detenido, por qué no las puedo llevar a la plaza”, lamentó.

Walter Benítez cumplió funciones como cabo de cuarto durante 15 años, los primeros 11 estuvo en la comisaría séptima. Desde 1998 a 2001 estudió Abogacía en la UNL, luego tuvo que abandonar por trabajo, pero retomó en el 2014 pero al ser detenido no pudo continuar con su carrera. Su último destino fue Medicina Legal, justamente porque le permitía estudiar. Estuvo el 7 de octubre en la comisaría y tuvo contacto directo con Franco. Al igual que sus compañeros, está acusado como autor del delito de desaparición forzada, seguida de muerte y torturas, con una pena en expectativa de prisión perpetua.

En quince años de servicio siempre se desempeñó como cabo de cuarto, «encargado de detenidos, a cargo de los penales, en relaciones funcionales con los detenidos». Su función específica es tomar los datos de los detenidos para las comunicaciones pertinentes, hacer las fichas y atender la demanda de los detenidos. Nunca tuvo una denuncia.

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Benítez aclaró que “después que sucedió esto en la séptima, que hacen marchas, vienen las autoridades políticas, nos habían dado el respaldo político para seguir trabajando en la comisaria. Pero a las pocas semanas nos dan el traslado. A pesar de haber sido trasladado por un problema con un detenido seguí trabajando en la misma función, generalmente en estos casos se cambia de sector”, explicó.

También aclaró que “nunca fui citado a declarar, ni en la justicia provincial, ni en la federal. Salvo el 4 de septiembre de 2017 que fui detenido».

Benítez reconstruyó todos sus movimientos desde el 6 al 7 de octubre de 2014.  En el libro de guardia 15, folio 17, “está la orden de servicio de la cancha de central. Por lo general había en la comisaria dos grupos, de la gente que quería ir a la cancha de Nob o de central. Me gustaba ir más a la de central”, a la cual fue el día 6 para el adicional del partido con Lanús, que además fue el que originó el hecho del colectivo de la línea 110, a la cual fue Álvarez con Acosta. Cumplió el horario de 14.30 a 20.30.

Luego del adicional en la cancha de Central, Benítez, que pertenece a la congregación de la iglesia ubicada en Oroño y 27 de febrero, realizó «tareas vinculadas a la iglesia».

El día 7, “estuve en la comisaría de 7,30 a 19,30 prestando servicio, el día 6 estuve en la cancha de central, a cargo de Fernando Peresin, en la puerta 7″. Las antenas de la zona captaron llamados que hizo desde su celular.

Sobre lo que ocurrió el día 7 dijo que “fue un día normal, con el solo hecho que era feriado, era como un sábado o domingo. Pero había visita, si o si teníamos que organizar la visita. Yo era el encargado de hacer la comida (para el personal policial) porque estaba cerca del penal, y me podían pedir si necesitaban algo”, explicó.

Planilla de horarios de servicio de Walter Benítez

Sobre el penal dijo que “era muy tranquilo, nunca hubo problemas. Los internos tenían conducta”, en consonancia con la declaración que prestaron los más de treinta detenidos a lo largo de este juicio.

Aparte de Álvarez y Acosta, Benítez fue quien tuvo contacto directo con Franco Casco, Godoy al momento de la detención. Hasta la fecha se desconoce por qué dio el apellido de su madre.

“El día 7 estuve a las 7,30 de la mañana como un día normal. Todo lo que pude reconstruir fue por los libros de guardia, lo de adicional en la cancha no lo recordaba, era habitual pero no lo recordaba”, contó.

Como era habitual al ingresar “el 7 hago el control de penal, con Zorzoli y Diaz, estaban todos los detenidos y me preparaba para el día de visita”, explicó.

“El 7 de octubre ingresó Franco Godoy, pero no recuerdo si yo estaba en la cocina o lavando los platos. Llegan Álvarez y Acosta con Franco y me dicen, ‘ahí te lo llevan’”.

Luego, “abro el transitorio y lo dejan ahí”, donde le pido el nombre, apellido y dirección”, para hacer las comunicaciones correspondientes. “Abro el transitorio y lo dejan ahí”.

Después de ingresar a toda la visita de los detenidos, Benítez continúa con las diligencias de Franco, “lo saco del transitorio, lo llevo a la cocina para hacer la ficha, y en ese momento llega Acosta y le saca la foto con su celular, en mi presencia”.

“Cuando termino las fichas, lo llevo al transitorio, y en eso llega la médica, lo llevo a la cocina para que la doctora haga el examen físico y cuando termina lo vuelvo a llevar al transitorio”, detalló.

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Una vez que termina la visita, se realiza el recuento de detenidos. Luego de corroborar que no haya evadidos, se retira la visita. A las 19.30 del día 7 Benítez se retiró de la comisaría.

Para confeccionar la ficha, Benítez llevó a Franco a la cocina, le pidió los datos nuevamente, y como se dice en la jerga, “le pintó los dedos” para tomar las huellas. “Lo tuve frente a frente y al terminar las fichas se las entregaba para que las firme».

“Una vez que termina de firmar, procedo a manchar los dedos, ponerle la tinta, y eso me lleva entre 10 y 15 minutos”, contó.

“Con Franco no hubo nada que llamara la atención y me dio los datos voluntariamente», y agregó que el joven “no manifestó nada. Estaba tranquilo, lo vi tranquilo, me dio los datos y no noté agresividad ni cuestiones personales que llamaran la atención”.

También aseguró que no lo vio golpeado, a pesar de que la medica constató una escoriación en el labio. «A simple vista no vi nada en la cara, si hubiese tenido sangre me hubiese dado cuenta», explicó.

Benítez se retiro de la dependencia el 7 de octubre a las 19.30 de ese día, y las llaves del penal quedaron en la guardia. A las 22.05 de ese día Franco recuperó su libertad por orden del fiscal Álvaro Campos.

El caso

Franco Casco llegó el 29 de septiembre de 2014 a visitar a familiares en Empalme Graneros, el 6 de octubre del mismo año, y a pocos días de haber llegado de Florencio Varela, su ciudad natal, abandonó la vivienda y su familia no tuvo novedades sobre su paradero hasta que el 30 de octubre, 22 días después, cuando su cuerpo fue hallado en las aguas del río Paraná.

Un total de 19 policías, que desde un principio sostienen su inocencia, están siendo juzgados por los delitos de desaparición forzada seguida de muerte y torturas, por lo que enfrentan una posible pena de prisión perpetua. Cinco de ellos están detenidos desde hace más de cinco años en prisión preventiva efectiva, en penales federales.

Son juzgados por los delitos de desaparición forzada de personas agravado por la muerte de la víctima, imposición de torturas seguida de muerte a personas, legítima o ilegítimamente privadas de su libertad, entre los cuales se encuentran el ex jefe de la seccional 7ª Diego Álvarez, junto a los efectivos Cecilia Ruth Elisabeth Contino, Walter Eduardo Benítez y Fernando Sebastián Blanco, en calidad de autores.

César Daniel Acosta, Guillermo Hernán Gysel, Cintia Débora Greiner, Rocío Guadalupe Hernández, Marcelo Alberto Guerrero, Enrique Nicolás Gianola Rocha y Esteban Silva como coautores del delito de desaparición forzada de personas agravado por la muerte del joven.

En el caso de Franco Luciano Zorzoli, Rodolfo Jesús Murúa, Romina Anahí Díaz, Belkis Elisabeth González, Walter Daniel Ortiz y Ramón José Juárez, son acusados como partícipes secundarios.

Además, los agentes de Asuntos Internos Pablo Síscaro y Daniel Escobar fueron acusados de encubrimiento.