La vicepresidenta Cristina Kirchner se presentó este sábado en la Feria del Libro que se realiza en La Habana, donde reclamó al FMI una «quita sustancial» de la deuda tras cuestionar con dureza el préstamo concedido al gobierno de Mauricio Macri, y remarcó por otro lado que fue víctima un «lawfare» con «componentes mafiosos».

La ex mandataria presentó su libro «Sinceramente» en la sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña en La Habana donde se realiza la nueva edición de la feria y, ante un auditorio que contó con la presencia del presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, realizó una exposición con fuertes conceptos tras varios días de bajo perfil.

En medio de la negociación que el presidente Alberto Fernández encara con el Fondo Monetario Internacional, la vicepresidenta acusó al organismo de violar su propio estatuto con el préstamo de 44 mil millones de dólares a la gestión anterior y reclamó una «quita sustancial».

«Dieron un préstamo violando el estatuto. Ahora escucho que no se puede hacer una quita al capital del Fondo porque su estatuto lo prohíbe. También prohíbe que se den préstamos para que se fugue el dinero ¿por qué vamos a hacer valer una prohibición y otra no? Apliquen el estatuto entero», manifestó.

La ex mandataria sostuvo que «todos deben respetar las normas, el acreedor y el deudor» y agregó: «Por lo menos debería establecer una quita sustancial porque se hizo un préstamo comprometiendo el 60% de la capacidad prestable del organismo y violando las obligaciones que tiene el propio Fondo».

En otro tramo de su discurso, llamó «inefable» al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuyo apoyo es esperado por Fernández para lograr un acuerdo con el FMI en la renegociación de la deuda.

Además, remarcó que la Argentina «no puede pagar si no puede crecer», en línea con lo que viene planteando el Presidente, y agregó: «No podemos crecer si el Estado no inyecta fondos a la economía. No se sale de una recesión restringiendo la inversión del Estado y para pagar tenemos que salir de la recesión».

La ex mandataria habló además de la emergencia que declaró el Gobierno en distintas áreas y destacó la referida a las tarifas eléctricas por los aumentos de los últimos cuatro años, tras lo cual aseguró que el Ejecutivo tiene «todos los instrumentos para poder hacer una revisión tarifaria».

«Una revisión que le devuelva a los argentinos la confianza de que cuando votan y se les dice que vamos a hacer tal cosa se van a hacer, y yo estoy convencida de que se van a hacer, porque Alberto tiene ese compromiso ante la sociedad y no tengo dudas que lo va a cumplir», agregó.

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Por otro lado, la vicepresidenta volvió a hablar de «lawfare» (o «guerra judicial») y señaló que «en la Argentina el lawfare tuvo un componente mafioso: ir contra la familia».

«Esto se tradujo en la persecución a mis hijos pero especialmente a Florencia, tal vez por verla vulnerable, tal vez porque advirtieron en mi vida cotidiana era un lugar muy especial para mí», sostuvo la ex mandataria.

En este sentido, volvió a vincular las causas judiciales en su contra con el gobierno de Macri y agregó: «Debe ser ese componente mafioso de los ancestros de quien fuera presidente, como dijo un columnista del diario Página 12».

«En el posmodernismo ya no era necesario desaparecer a los dirigentes políticos que consideraran un peligro para el establishment, porque se lo invalidaba políticamente a partir de la condena mediática, primero, y luego la condena judicial de lo que se había instalado mediáticamente», agregó.

«Fue lo que intentaron hacer conmigo, condenarme socialmente, aislarme, de modo tal que no fuera un peligro para lo que querían hacer», agregó la vicepresidenta.

Saludo a Macri «a lo Trump»

La segunda en la cadena de mando, además, reconoció que la expresión de disgusto que mostró durante el traspaso de mando entre Alberto Fernández y Mauricio Macri fue porque «no quería darle la mano» al mandatario saliente y evaluó en primera persona que «los argentinos somos tilingos».

«Quiero contar la historia verdadera. No es que puse esa cara, me salió. Porque cuando él me extendió la mano, por un instante pensé en no dársela. No se la quería dar, porque no soy hipócrita y después de todo lo que había hecho contra mí y mi familia me parecía un gesto de hipocresía», contó la ex mandataria.

Entre las risas del auditorio de la sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña en La Habana, la vicepresidenta sostuvo que finalmente le dio la mano a Macri porque se «imaginaba lo que iban a decir» si no lo hacía pero que «mientras pensaba todo eso» le «salió esa cara».

La ex presidenta comparó la situación con lo ocurrido recientemente en el Congreso de los Estados Unidos cuando el presidente, Donald Trump, evitó darle la mano a la titular de la Cámara de los Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, quien a su vez rompió el discurso del mandatario.

Tras afirmar que si eso hubiese ocurrido en la Argentina se hubieran escrito «ríos de tinta» porque «hay muchos admiradores de lo que pasa en el país del norte», lanzó: «Lo tilingos que somos los argentinos, y me incluyo».

«Uno también tiene eso de adoptar cosas que te imponen como forma de comportamiento. Todos tenemos eso. Es hora de dejar de ser un poco tilingos y asumir lo que sentimos y también sentirnos orgullosos», agregó.