El secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, junto al canciller Jorge Faurie y el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, fueron los funcionarios que quedaron retratados como la comitiva que consiguió la «histórica» firma del acuerdo comercial Mercosur-Unión Europea. Sin embargo, un mes antes de sumarse al Gabinete de Macri, Etchevehere había sido muy crítico de la oferta europea para la exportación de carne desde el cono sur. «Es el equivalente a dos hamburguesas para cada habitante de la Unión Europea por año», había apuntado en octubre de 2017, respecto de la «muy escasa» oferta de la UE, que no se modificó respecto de lo firmado el viernes y muy lejos de la pretensión original.

El acuerdo celebrado por el oficialismo contempla una cuota de 99 mil toneladas anuales de carne, equivalentes con hueso, por lo que el volumen real es de 76 mil toneladas. Además, del total, el 45 por ciento es de carne congelada, que no es vista con atractivo por el sector. Lo que se destacó del acuerdo fue el bajo arancel del 7,5 por ciento y la eliminación en el caso de la cuota Hilton.

«La integración inteligente en el mundo es el camino. Se abre un futuro de oportunidades para la agroindustria argentina. Orgulloso de ser parte del equipo que lidera Mauricio Macri», celebró el secretario el viernes. Sin embargo, en octubre de 2017, un mes antes de ser nombrado ministro por Macri y cuando participaba de las negociaciones con la UE como representantes de la Sociedad Rural, la mirada de Etchevehere era mucho más crítica respecto del acuerdo.

Las pretensiones de los cuatro socios del Mercosur —que representan el 20 por ciento de la producción mundial de carne bovina y el 22 por ciento de su comercio internacional— era de 300 mil toneladas, un equivalente a solo el 3 por ciento del mercado cárnico europeo. La oferta que los negociadores de la UE ponían sobre la mesa era muy similar a la alcanzada con el acuerdo del viernes pasado: 70 mil toneladas anuales, siempre a dividir entre los cuatro países por mecanismos aún no discutidos.

«Muy escasa», había calificado el entonces titular de la Sociedad Rural la oferta de los europeos y graficó: «Europa consume, anualmente, ocho millones de toneladas de carne, y esa oferta a los cuatro países del Mercosur es el equivalente a dos hamburguesas para cada habitante de la UE por año».

La mirada de Etchevehere era compartida por sus pares de Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur (FARM), que tras la ronda de negociaciones, había resaltado: «Europa consume casi 8 millones de toneladas de carne vacuna por año, por lo tanto, esas 70 mil toneladas significarían para los 500 millones de habitantes, unos 130 gramos en promedio».

«La magra oferta de la Unión Europea no llega a significar el 30 por ciento del volumen total exportado por el Mercosur con ese destino es una propuesta avara que no contribuye al necesario ánimo de integración comercial que se persigue con las actuales negociaciones», era la postura de la FARM un año y medio antes de los mensajes festivos que compartieron Macri y su par brasileño, Jair Bolsonaro.

La mirada negativa respecto del acuerdo de uno de los principales productos de la región también era compartida dentro de la Mesa de Enlace. Por aquellos días, el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Dardo Chiesa, proponía otro tono en la negociación: «La mezquina oferta de UE era esperable, hay que ser firmes en las negociaciones y no firmar nada hasta tener una propuesta aceptable».

La nueva lectura del secretario Etchevehere, que asegura que «pontenciará la agroindustria», dependerá de los pasos que aún restan para poner en marcha el acuerdo firmado, entre ellos, la aprobación del acuerdo por los Congresos de los cuatro países del Mercosur y los 28 de la UE.

En Francia, el presidente Emannuel Macron ya tuvo que adelantar una «evaluación completa» del acuerdo debido a las críticas recibidas por los productores franceses, los partidos ecologistas y funcionarios oficialistas que advirtieron el peligro que implicaría permitir ingresar al país alimentos producidos con químicos prohibidos en tierras francesas, entre ellos, el glifosato.

Fuente: Página 12