Hace unos días, Dante Sica, sostuvo que “no estamos viviendo una crisis de empleo”. Aunque llame la atención que siendo Ministro de Producción se refiera al tema laboral, le incumbe el tema, puesto que con los últimos cambios introducidos por el Presidente Mauricio Macri en el organigrama del estado nacional, su cartera incluye al ex Ministerio de Trabajo, actualmente devenido en secretaría.

El hecho es que las declaraciones del ministro no se condicen con la realidad que reflejan los últimos datos publicados por el INDEC, que indican que la tasa de desempleo en Argentina alcanzó el 9,6% de la población económicamente activa en el segundo trimestre del año, avanzando casi un punto por encima del mismo período del año 2017 (8,7%) y alcanzando niveles de desocupación que no se observaban desde hacía una década.

Por su parte, los datos oficiales indican que entre el segundo trimestre de 2017 y el segundo trimestre de 2018, la tasa de actividad (es decir, la relación entre las personas que trabajan o buscan trabajo y la población total) pasó de 45,4% a 46,5%, y la tasa de empleo (la relación entre las personas ocupadas y la población total) varió de 41,5% a 41,9%.

Al analizar estos datos interanualmente, se observa que el nivel de empleo y de desocupación se expandieron pero a diferente velocidad. Mientras que la cantidad de desocupados creció alrededor de 1 punto porcentual, el nivel de empleo solamente varió 0,4 por ciento. Teniendo en cuenta estos datos, surge una pregunta: ¿qué factores pueden explicar este comportamiento en las tasas laborales?

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En primer lugar, se observa que aumentó la cantidad de personas que trabajan o que buscan trabajo; es decir, la población económicamente activa creció 1,1% en comparación con el segundo trimestre de 2017. De este nuevo grupo de personas que se incorporó en la fuerza laboral algunos encontraron empleo y pasaron a ser ocupados, o aunque no tuvieron éxito siguen en la búsqueda, por lo que se los considera desempleados.

Por otra parte, tal como lo muestran los resultados del INDEC, este aumento del 1,1% en la población económicamente activa se explicó en mayor medida por la incorporación de mujeres en el mercado laboral que de hombres.

Este traspaso de inactivos al universo laboral puede ser entendido desde la siguiente perspectiva: ante un contexto de pérdida de poder adquisitivo o de pérdida del trabajo de algún miembro de la familia, personas que previamente no trabajaban o no tenían interés o necesidad de hacerlo, ahora salen a buscar un empleo.

Por ejemplo, un grupo familiar antes lograba cubrir su consumo básico con el ingreso de un solo integrante. Ahora, con la alta inflación y la baja de los salarios reales, se necesitan más ingresos para cubrir la misma canasta de bienes, por lo que otro miembro debe salir a trabajar. Este fenómeno se refleja en un aumento de la población económicamente activa y denota un empeoramiento en el bienestar de las personas (reflejo de las consecuencias que genera la redistribución del ingreso a favor de los grupos económicos concentrados que propicia el gobierno nacional actual).

En un contexto de recesión económica donde, por ejemplo, la industria manufactura (sector que explica el grueso de los empleos registrados) acumuló una caída interanual de 5,7% en julio pasado, no resulta desacertado suponer que, ante un contexto así, la creación de empleo sea menor a la destrucción de este.

Por último, lo que se observa a partir de los datos publicados por el INDEC, es un crecimiento en la precarización del empleo. En términos interanuales, el aumento en el nivel de empleo se explicó en mayor medida por un incremento en la cantidad de empleados no asalariados, principalmente cuentapropistas.

Teniendo en cuenta que estos datos refieren al segundo trimestre del año, es de esperar un empeoramiento en el empleo producto de la agudización de la crisis económica.

El ministro Sica subestima irresponsablemente la gravedad del hecho y elude los efectos nocivos de la política económica llevada a cabo por el gobierno que integra, porque no pueden reconocer que son parte de sus objetivos.

La dinámica del empleo en los próximos meses demostrarán nuevamente que la palabra de los funcionarios del gobierno de Cambiemos vale menos que un billete de dos pesos.