Por Lautaro Zeballos

La nueva ministra de Trabajo de la Nación, Raquel «Kelly» Olmos, expuso rápidamente la impronta que le impondrá a la cartera laboral y la postura que asumirá el Ejecutivo ante gran parte de los desafíos económicos del presente. Ante el pedido de incremento salarial de 130% que había impulsado el Sindicato de Camioneros (finalmente acordó un 107% en cuatro cuotas), la funcionaria planteó que una suba de esos niveles sería «excesiva» e «insolidaria» porque impulsaría una nueva escalada inflacionaria que empeoraría las condiciones de vida de toda la población, sobre todo de aquellos sectores que no logren alcanzar una recomposición de ingresos similar.

Cabe interpelar estos planteos a través de interrogantes que permitan profundizar el análisis. Las manifestaciones de la funcionaria abren un amplio abanico de puntos a abordar, que van desde la valoración del porcentaje como un exceso hasta la idea que identifica a las subas salariales como uno de los orígenes de la inflación.

Para poder acceder a una mayor claridad sobre estas afirmaciones y deconstruir las razones que las originaron, Conclusión dialogó con el economista de la Fundación Pueblos del Sur, Esteban Guida, quien recordó en primer lugar que la inflación es un fenómeno multicausal, que en el país además presenta características complejas, por lo que «es difícil discriminar y descartar que algo no genere inflación».

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«Lo que pasa es que tenemos por un lado el impacto sobre los costos de las unidades productivas. La mano de obra, desde luego es uno de esos costos que incide en diferente magnitud, según el sector del que se trate. Esto es inexorable. Por otra parte, y tal vez esto tenga que ver un poco con el argumento del gobierno, un precio de referencia, como es el salario en la economía, va generando actitudes especulativas o de remarcación en el resto del escenario económico», dijo ante este medio.

«En general -amplió- los gobiernos siempre tratan de que el conjunto de los acuerdos paritarios de los gremios se muevan más o menos en conjunto, por dos motivos: para mantener el costo salarial en una pauta establecida con respecto al resto de los precios, y -por otra parte- para que no haya diferencias y desavenencias, incluso dentro de los mismos sectores de los sindicatos. Cuando esto no ocurre, tenemos estos problemas, que incluso se han manifestado también en los distintos puntos que se aprobaron con media sanción en el Presupuesto 2023: sectores beneficiados versus sectores perjudicados, que van generando un diferente impacto en los precios relativos, que generan nuevas distorsiones».

El economista Esteban Guida.

De esta manera, el economista explicó que los salarios están incluidos como componente de la estructura de precios, aunque resaltó que debe quedar en claro que los mismos -cuando aumentan en determinado porcentaje- no se trasladan porcentualmente de forma directa a los índices inflacionarios. Por ejemplo, el incremento de 107% que consiguió Camioneros -para tomar uno de los valores en danza- no se traducirá completamente a un 107% de inflación.

«No podemos ir hasta el extremo de decir que, porque los salarios aumentan un tanto por ciento, la inflación se reproduce como tal. Esta exageración, que incluso en algún momento de la historia económica argentina se ha planteado y marca que los aumentos salariales son el principal elemento de la velocidad del ritmo de los precios, no es así; no tiene esa magnitud», aclaró Guida.

Esto ni siquiera sucede con un sector como el de camioneros, cuya importancia en la estructura logística del país es nodal a raíz del desmantelamiento del sistema ferroviario en otras épocas de la historia reciente. Aun con esta implicancia sobre los costos, que tiene como consecuencia un envión inflacionario que no puede desconocerse, el traslado a precios está lejos de ser lineal.

¿EXCESIVO?

Otro de los puntos abordables de las declaraciones de Olmos es el supuesto «exceso» en el porcentaje de suba salarial que exigieron desde la conducción del sindicato. Al ser consultado por esto, Guida indicó que es necesario incorporar un análisis que recorra en retrospectiva las pérdidas que sufrió el salario real en los últimos años y su retroceso en la participación en el ingreso nacional.

«Para decir si es mucho o poco, realmente hay que tener mucho cuidado y ver en qué período y cómo es esa situación de ese sector en él. A nadie le gustaría sostener una situación de pérdida del salario real por mucho tiempo. El problema es que en el desorden económico que hay, ante la falta de un programa económico integral y un proyecto de Nación que -más allá de las ideas- contenga al conjunto de los sectores productivos del país, la cincha opera y el sálvese quien pueda hace que estas cosas ocurran», sostuvo.

Y advirtió: «Los sectores con más poder presionan y amenazan con parar el país y hay otros sectores que tienen menos poder de influencia y entonces tienen que aceptar las condiciones. Esto me parece que no es bueno para la economía ni para la política, porque termina siendo una ley de la selva donde prevalece la voluntad del más poderoso. Así me parece que el país no sale».

Para el economista de la Fundación Pueblos del Sur, en la actualidad las distintas profesiones quedaron en una lucha únicamente destinada a sostener los niveles de ingresos reales, lo que desplazó hacia el margen la discusión estructural de un país viable para el conjunto de la población. Una verdadera asignatura pendiente.

ANCLAS Y NAUFRAGIOS

Al momento de responder si el Poder Ejecutivo tiene al alcance algunas políticas que puedan funcionar como ancla ante el avance de la inflación, el economista resaltó que las medidas de estabilización estrictas, sin un programa económico de crecimiento y desarrollo, «solo serán una sábana corta» que «nunca han funcionado».

«Ya se han probado anclas de todo tipo y nunca han funcionado. Tiene que haber una propuesta de crecimiento y desarrollo que tenga que ver con la actividad productiva e industrial predominando -o complementando- a la producción primaria, que sobre todo recupere el rol de las empresas estratégicas con la participación del Estado en los sectores logísticos y energéticos de las industrias principales, para impulsar una expansión de la economía traccionada por el sector público pero con base en el sector privado», apuntó.

Una de las propuestas que aparecen en el debate en torno a cómo recomponer poder adquisitivo apunta a implementar un aumento salarial por decreto. Al ser consultado por la posibilidad de que dicha política genere un impulso inflacionario, Guida no lo descartó, pero no se mostró con buenas expectativas ante la implementación de una medida de estas características debido a que, «con la velocidad que llevan los precios hoy, un aumento puntual en un momento determinado puede generar una mejora muy coyuntural, pero desvanecerse o licuarse inmediatamente si la inflación permanece».

Igualmente, el referente de la Fundación Pueblos del Sur instó a dejar de lado debates superficiales y avanzar en discusiones de fondo que fijen un rumbo soberano para la economía nacional, hoy abocada a responder a intereses extranjeros como los del Fondo Monetario Internacional.

«El gobierno hoy claramente está llevando adelante una política recesiva restrictiva para estrangular la demanda agregada y evitar que el país consuma dólares que están reservados para el pago de la deuda. Con ese contexto; con esa idea, que está acordada con el Fondo como programa económico, el resto realmente tiene poco sentido y se transforma en esto: en parches permanentes, como incluso puede ser este bono de 45 mil pesos para personas que no han cobrado absolutamente nada en los últimos dos meses, que puede sonar como una medida paliativa pero claramente es un alivio minúsculo y para un sector muy específico de la población», alertó.

«Lamentablemente hace mucho tiempo que los distintos gobiernos no plantean la definición de un país soberano, que satisfaga primeramente las necesidades del conjunto de los argentinos antes que las de los intereses extraños. Creo que, en tanto y en cuanto sigamos dilatando la discusión de un plan nacional, que pongan las necesidades del conjunto de los argentinos primero y además tome del resto del mundo las políticas que le han permitido desarrollarse y no la prédica de los países que se desarrollaron, vamos a seguir discutiendo lo mismo y votando presupuestos que se disputan por migajas o puntos y comas; y vamos a seguir en un modelo que nos lleva al fracaso como sociedad. Esto creo que está claramente de manifiesto en la realidad actual», completó.