Aldo Battisacco – Conclusión Buenos Aires

El pasado miércoles, las comisiones de Economías y Desarrollo Regional y Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados dieron despacho favorable a un proyecto de ley que propone crear un régimen de promoción a la producción y elaboración de productos orgánicos, con el que se busca dar al sector estabilidad y previsibilidad por un plazo de 10 años y fomentar la actividad en economías regionales. Ahora, la iniciativa deberá ser discutida en la comisión de Agricultura y, en caso de obtener dictamen positivo, estará lista para ser tratada en el recinto.

En la discusión legislativa estuvo presente el presidente de la Cámara de Certificadoras de Argentina, Gabriel Berardinelli, quien habló con Conclusión y dio precisiones sobre la importancia que una ley así tendría para la actividad, al tiempo que explicó en qué consiste el trabajo de certificar a un producto como orgánico.

“Como una de las organizaciones privadas que trabajan en el sector orgánico, nos toca venir a defender la promulgación de este proyecto de ley, que viene desde el año 2013. Los productores cuidan los recursos naturales, como el agua, aire y suelo, y la actividad permite desarrollar el arraigo, potencia a las economías regionales, coloca valor agregado al mercado interno y a las exportaciones, y trae divisas a la Argentina”, enumeró el empresario.

Consultado sobre cómo es la certificación de productos orgánicos, Berardinelli detalló que esta tarea se rige por una norma, y que las certificadoras tienen inspectores –que están habilitados por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA)– que se encargan de hacer un seguimiento y controlar que los productos sean elaborados de forma orgánica.

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Además, indicó que en Argentina existe un marco normativo desde 1992, que permite exportar a la Unión Europea, Japón u otros destinos. “La certificación garantiza que el producto se hizo de forma orgánica”, sintetizó el empresario.

En este sentido, sostuvo que hay equivalencias normativas –trabajadas por el SENASA– entre Argentina, la Unión Europea y Japón a la hora de calificar a un producto como orgánico, lo que permite comercializar los bienes en estos mercados.

Seguidamente, aseguró que las certificadoras no pueden comercializar productos orgánicos ni asesorar a los productores: “Como auditores, podemos decir si un producto es orgánico o no, pero no nos podemos involucrar en la parte comercial, que pertenece a los productores. Tampoco podemos asesorar, esa tarea recae en un técnico. Si desarrollamos más la producción orgánica en el país, se va a generar más trabajo para los técnicos”.

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Por otro lado, Berardinelli destacó la necesidad de una ley que fomente la producción orgánica en pequeños y medianos productores de las economías regionales, a los cuales –explicó– les cuesta entrar al mercado, generar volumen, tener calidad y pagar la certificación.

Y agregó: “Es necesario que los diputados entiendan lo que es la producción orgánica. Desde Argentina no estamos haciendo nada para ganar más mercados, mientras que hay países vecinos que sí lo hacen”.

“La producción orgánica abarca todas las cadenas productivas. Hay productos primarios, como cereales y oleaginosas, también aromáticas, azúcar, vinos, yerba, té, ganadería avícola, bovina y porcina. Todo lo que hay en la mesa podría ser orgánico. No estamos hablando de una cadena alimenticia, sino de un sector alimenticio completo donde el consumidor quiere comer sano, sin productos químicos, ni fertilizantes o herbicidas, con una comida que respete el planeta y los recursos naturales, eso es la producción orgánica y eso es lo que tenemos que defender”, concluyó Berardinelli.