Por Facundo Díaz D’Alessandro

Jorge Rulli es un mito viviente de la historia política argentina de los 60 y 70. Militó desde los 15 años en la resistencia peronista, y tuvo una vida atravesada por los procesos políticos latinoamericanos, con toda la lucha armada a cuestas.

Entre esas tensiones, sobre todo internas, Rulli pareció siempre atenerse a una consigna que, a la luz de la historia, no todos los integrantes de aquellos grupos pretendieron o entendieron cómo seguir: lealtad al general Juan Domingo Perón, exiliado.

En esos años iniciáticos, incluso viajó a China, a pedido de Perón, para entrenarse en el Ejército de la Liberación que allí crecía. Cuenta la leyenda que cantó la marcha peronista en las plazas de Beijing.

También estuvo preso, sufrió la tortura en forma brutal, al punto que pasó años en una clínica de rehabilitación para torturados, en Suecia, donde asegura que le «enseñaron a vivir» otra vez.

Hoy es un experto en desarrollo sustentable, referente ineludible en la lucha contra los transgénicos y una de las voces de alerta más estridentes ante las consecuencias del modelo agrario actual, particularmente afincado en Argentina.

En su paso por Rosario, algunos días atrás, en la inmediata previa a las elecciones primarias del domingo 11 de agosto, Rulli presentó su reciente publicación «La agonía del peronismo» y otorgó un extenso mano a mano a Conclusión, en el que trazó su visión descarnada, tanto de ese movimiento que parece explicar el devenir de la patria desde su irrupción a mediados del siglo XX, como de la sociedad argentina actual, el destino del mundo y la necesaria refundación de los valores primarios y el «tejido social», hoy el único acto «revolucionario» que puede resultar efectivo.

– En la última campaña se ha polarizado mucho la competencia, por lo menos desde las palabras de los candidatos y desde los eslóganes, «entre dos modelos de país». Teniendo en cuenta que usted viene de una época donde las grandes vertientes en pugna tenían que ver con el marxismo, la socialdemocracia, y otras… ¿Esta lucha antagónica es tal?¿Qué reflexión le generan esas palabras?

– La polémica es entre supuestos dos modelos, uno populista y otro democrático, según lo que escucho. Es una gran estafa, una gran simulación. Argentina se alimenta de simulaciones. Este último acuerdo que se propone, con la Unión Europea, es inviable. Ellos lo saben, nada de lo que hacemos nosotros podría ser consumido por un europeo. Nosotros le estamos dando papa transgénica a nuestros niños, un italiano no alimentaría a sus cerdos con esa papa; hasta las galletitas tienen soja transgénica, es invaible. Están engañándonos, hay un acuerdo profundo. Ellos comparten el modelo extractivo, de minería química, de sojización, y de los pooles. Es el mismo sistema, implica el desarraigo y la desolación del pueblo argentino, que es la más grave situación que estamos viviendo. La gente es entonces rehén, no tiene suelo, de ahí el antiguo término ‘desolación’. Tampoco tienen raíces. La llevan al conurbano, de un lado a otro, totalmente impotentes y a merced de punteros, de planes, y ahí se sirven unos y otros. Lo denuncié hace mucho tiempo y realmente uno habla ante oídos cerrados.

– ¿A qué responde eso? ¿No hay rebeldía posible en las cercanías del poder, la globalización se ha desplegado ya hacia adentro de todo el aparato?

– La globalizacion es. El hombre más rico de la Argentina era el secretario del Consejo Judío Mundial. Es dueño hasta del predio de La Rural. Y sectores supuestamente del peronismo, siguen hablando contra la oligarquia de vacunas, hace años que no existe más. Los ricos de apellidos vascos desaparecieron, todo el poder del campo argentino es de familias de apellidos judíos. Eso se vio con la crisis del campo. Hablar de esto me ha dejado bastante solo. Todo el mundo sabe que Néstor dio esa pelea desde los departamentos de Eduardo Epstein en Puerto Madero. Pasa que no queremos entender porque nos asustamos frente a la conspiración. Es como que a la Argentina la han elegido para destruirnos los mandantes internacionales. Veía fotos en la Facultad de Filosofía, a un aula la designaron aula Evita. Estaban todas con pañuelos verdes, es una trampa, constantemente destruyendo las bases de lo que fue el peronismo, que ha terminado.

– ¿Y ese «desgarramiento» se replica en toda la sociedad?

– Estaba leyendo lo que está pasando en Brasil, que está muy cerca. Aquí no sabemos quien es Bolsonaro, que no es ningún loco. Es un perverso, que es mucho peor. Tiene a todos enloquecidos. Ha logrado que cuestiones de la esfera pública se instalen en el plano de lo privado, eso desgarra a la sociedad brasilera. Acá ocurre algo parecido. La diferencia entre kirchneristas y macristas, lleva a que haya matrimonios que no pueden hablar casi. Milito desde los 15, he estado en todas. Estamos todos como hojas en el viento. No sabemos qué hacer. Nos han desgarrado. Estamos rehenes, prisioneros de políticas que nos exceden. Vengo convocando una cierta indulgencia que me cuesta tener. Nos vamos a quedar solos . Cuando leo lo de Brasil me doy cuenta que es una política. Nunca paso eso, que los fenómenos políticos se instalen en la esfera privada. Rompes con tu primo, hermano, amigo, no puede ser. Perdonemos a los otros, suspendamos el juicio.

– ¿Las luchas del pasado, ya han quedado arrasadas? El sueño de la revolución, un mundo mejor…

– Hoy es imposible. El modo en que se condujeron esas luchas nos llevaron a tanto fracaso que lo único que lograron es una intrusión masiva del peronismo, que ya no es peronista. Es un movimiento intrusado, como si tuvieras una casa y te la ocuparon y vivís en la vereda. Yo estoy en la vereda, no reconozco a nadie, hacen un mural con Martín Fierro besándose con Cruz. Y chicas con pañuelo y es el peronismo, y yo no tengo más nada que ver con eso.

– ¿Hay una salvación para ese peronismo?

– Plantar un frutal en tu vereda, decirle a la patrona que haga un bizcochuelo y, como se hacía antes, cortas un pedazo, pones servilletita arriba, se lo das al pibe y que se lo lleve a la vecina, que nos diga si le gusta o no, empezá a rearmar el tejido social, esa es la revolución: hace el bizcochuelo y daselo a la vecina, es más importante que votar a uno u otro. Hay que rescatar las raíces y va a costar mucho.

– ¿Cuándo comenzó esa «intrusión» que señala en el peronismo?

– Esta gente es una casta parásita, muy difícil de superarla, tiene un manejo de la población infernal. En el conurbano vivo aterrado, de como manejan a la gente. Enfrentamos duramente a los montoneros por diferencias ideológicas, cuando se convirtieron en una organización política militar, porque empezaron a parasitar las instituciones del peronismo. Ellos desobedecieron a Perón mucho antes de la plaza. Rompimos y armaron una Juventud Peronista paralela. Nos impresionó mucho que a poco andar juntaban más gente que nosotros, cómo podía ser. Tuve esa duda y esa preocupacion durante cuarenta años, hasta que fui a dar una conferencia a San Pedro y después a Ramallo. Hablando, el remisero que me llevaba me contó que militaba en La Matanza. Y en qué grupo?, le digo. La JP. Pero vivías ahí? No, nunca salí de San Pedro, me contesta. Entonces, todas las semanas se llenaba un gran ómnibus e iban a La Matanza, por eso eran más. Era impensable en esa época, con una moral estricta en los dirigentes, en ese clima, mover Juventud Peronista, era impensable, una felonía. En eso estaba (Patricia) Bullrich, que ahora es ministra de Mauricio, peronizado por Menem. Cuando terminó la dictadura, todos volvieron bajo el ala de Cafiero, la renovación mezcló a todos.

– Entonces, casi intuyendo la respuesta, ¿como ve a la conducción del partido hoy?

– Lo que me encuentro es una conducción peronista en la que nadie puede confesar su pasado o tiene un pasado muy corto, no se sabe de donde vienen. Hay que reconocer que el perosnimo cambió su conducción, su línea, su estrategia. Ha habido un entrismo que triunfó, se instaló, se tergiversó la historia para justificar cambios. Hay momentos en que es muy difícil debatir, como cuando Cooke plantea el voto a Frondizi. Era todo o nada, esperabamos el golpe y sumarnos. El eligió el camino político, muy inteligente pero que llevó a que Frondizi estuviera en el gobierno, no cumpliera y cuando se desató la lucha por el frigorífico Lisandro De La Torre, Perón ordenó avanzar con todo y ante los primeros muertos decidimos, en un error terrible de la JP, tomar el destacamento de Aeronáutica. Nadie nos había preparado, cuando nos barrieron la JP quedo descabezada. Apareció una segunda línea muy mediocre. Con problemas psicológicos. La consecuencia de esa actividad tan pobre fue, de alguna manera, la muerte de Felipe Vallese. No había capacidad organizativa para proteger. La lucha interna no se sabía por qué, qué retroceso. Ahora habría que reconocer que la revolución está en su fase más recóndita. Ha retrocedido totalmente. Nos quedamos sin base humana, la gente tiene que aprender a ser autosuficiente, recuperar autoestima.

 

– Y a nivel internacional, hoy con una globalización cuestionada, ¿hay otra respuesta? Usted estuvo en Suecia, se suele mencionar a la socialdemocracias nórdicas como un ejemplo exitoso… ¿Es así?

Estuve cuando estaba Olaf Palma. Un tipo genial, fuera de serie. Lo mataron y ahí cambio todo. El partido es muy burocrático, pasa que Olaf Palma era socialdemócrata pero había llegado a la cima por un bypass, su madre era aristócrata, era un tipo especial, fue asesor de un ministro y se montó por arriba. Pero los que escalan son tecnócratas. Y el sindicato forma tecnócratas, cambió mucho Suecia. Y en el mundo, hay apenas reductos como pueden ser kurdos, el zapatismo, asamblearios de Europa, alternativos cooperativas, centros comunitarios. Pero son pequeños núcleos por fuera del marco de la política, que revalidan mucho el arraigo, al autoestima, pero políticamente los tienen arrinconados. Por ahora no se ve ninguna salida, los líderes son cada vez peores. Boris Johnson que parece una especie de Trump, el francés Macron, dan pena.

– Por qué hace tanto hincapié en la cuestión ecológica? Cuán desatendido está por la dirigencia en Argentina? Es de vida o muerte pensando en el futuro?

– No se si hay futuro. Este es otro tema que el peronismo aquí ha olvidado: el documento ecológico de Perón. En Europa todos los líderes hablan de cambio climático, Londres estuvo una semana paralizado por manifestaciones de políticas ambientales. Gente joven dejó de viajar en avión. Saben que para 2050 no se sabe qué va a pasar. Gente que habla con Francisco me dijo que está convencido de lo mismo. Los procesos ya son irreversibles, el problema es que no seamos capaces ni siquiera de tratar de detener lo que viene. Lo de Perón y Ortiz fue anticipatorio. No lo han leído, ni la encíclica peronista, y que se digan peronistas y la gente los vote porque son peronistas, no puedo creerlo. 20 años de lucha contra el modelo de agronegocios y el país nos dio la espalda, no logramos casi anda, hay 58 transgénicos aprobados. Los últimos 18 los aprobó Mauricio. No es solo soja, ya ni sabemos, es un país laboratorio en muchos sentidos. Y las toxinas contaminantes están por todas partes. Lo hable con Bergoglio en su momento, hasta Cáritas daba soja transgénicas.

– ¿Entonces esta elección no cambia nada?

– Puede ser que en esta opción terrible de los argentinos haya que sacarse a Macri de encima como sea; no me lo pueden pedir a mí, no lo puedo vivir así, vivo en el Gran Buenos Aires y es un infierno. Y hay mucho pejotismo ahí. También tenes movimientos piquetereos. Mauricio no es tonto. Ha tercerizado la pobreza. Le sacó dinero a intendentes del conurbano y se lo da a piqueteros. Manejan un poder inmenso. La gente no puede salir del asistencialismo, la humillación que provoca que te den plata sin contraprestación. Desolación y desarraigo, en un lugar que no conocés, te trasladaron desde Corrientes o Santiago del Estero, te alimentan con un plan (el diezmo es ir a todos los actos sino te sacamos el plan). Si te portas bien te damos dos planes, después de años qué quedó. Comprate una moladora a crédito, hacete una huerta de radicheta en el fondo, pone un árbol en la vereda, reconciliate con los vecinos.