Por Alejandro Maidana

Si la ordenanza para alejar los agrotóxicos es celebrada por el agronegocio, no quedan dudas que la misma se encuentra anclada en los beneficios de un sector que nunca pierde, en detrimento de otro que sigue exponiendo su vida a los bajos instintos de quienes solo persiguen su negocio. Si bien sostenemos que no se trata solo de una cuestión de metros de exclusión a la hora de asperjar, y sí de la imperiosa necesidad de avanzar hacia otro modelo, los distintos venenos a los que están expuestas  las poblaciones rurales, nos empujan a complejizar el debate sin medias tintas.

Tanto las innumerables evidencias aportadas por la ciencia digna, como el reclamo y resistencia  de los pueblos fumigados y distintas organizaciones campesinas, han puesto en jaque los débiles argumentos discursivos de los dueños de todo. Amparado en un lobby tan feroz como inescrupuloso, el agronegocio no tiene pensado ceder un centímetro en su voracidad por consolidar el rinde, así éste traiga consigo un sinfín de problemáticas tanto ambientales como sociales.

Tandil es una de las ciudades más fumigadas del país, su medula agrícola empuja a una dependencia imposible de evitar. En ese marco, y por las sostenidas denuncias sobre fumigaciones realizadas por un grupo de vecinos organizados, se llevo a cabo un estudio concretado por un grupo de investigación de la Universidad Nacional del Centro (Unicen). El mismo arrojó la existencia de 16 tipos de sustancias peligrosas para la salud humana en 15 escuelas rurales del partido de Tandil.

>>Te puede interesar: En Tandil las escuelas rurales deben convivir con 16 tipos de agroquímicos

Es evidente que este estudio, que contrasta claramente contra la palabra hegemónica del lugar, no ha servido de parámetro para la toma de decisiones medulares a la hora de repensar qué tipo de producción agrícola se necesita. En Tandil la máxima ostentación política posible, está a cargo de   Miguel Ángel Lunghi desde 2003, pero claro, si bien en este país no sorprende los cargos a perpetuidad que ostentan algunos, lo que si resulta verdaderamente escalofriante,  es que la profesión del intendente de Tandil, es la de pediatra. Vaya paradoja.

Una ordenanza ¿renovada?

Si bien la misma reunió a distintos actores involucrados en la temática, como científicos, vecinos, la Mesa Agropecuaria: con representantes del Colegio de Ingenieros Agrónomos, el Círculo de Ingenieros Agrónomos, AAPRESID y aeroaplicadores, el único sector beneficiado fuer el mismo de hace largas décadas.  Si bien los beneficiados sostienen que la nueva normativa modifica y amplía la zona de exclusión y la zona de amortiguamiento para la aplicación de los productos  mal llamados fitosanitarios (son agrotóxicos), la realidad indica que se podrá fumigar a solo 60 metros de las viviendas y a 150 de las escuelas.

Las áreas de prevención se modifican sobre distintos espacios que comprenden las urbanizaciones especiales, las banquinas de rutas, los cursos de aguas, los campos deportivos, la circunscripción 1, las zonas A y B de los Centro de servicios rurales de 1ra categoría y los de 2da categoría (establecimientos educativos rurales, centros de salud y los establecimientos elaboradores de productos alimenticios).

Con respecto a los establecimientos educativos rurales se intensificaron los cuidados al momento de la aplicación. Habrá que mantener una distancia de 150 metros de exclusión y hasta 500 metros de amortiguamiento, además de la obligación a tener una barrera forestal, de acordar con las instituciones el horario de aplicación y como fundamental tener la escuela vacía. Cambiar para que nadie cambie, las BPA (Buenas Prácticas Agrícolas), son solo un nuevo ardid utilizado por aquellos que intentan bajarle el tono a una discusión que con seguridad y por peso propio, irá aumentando a través del tiempo.

>>Te puede interesar: Agrotóxicos: preocupación por la contaminación en escuelas rurales

A las BPA se las desarticula con el imprescindible trabajo de la ciencia digna al servicio del pueblo, y no de las corporaciones. El ingeniero químico Marcos Tomasoni después de un largo y minucioso trabajo, llegó a la conclusión que la deriva de los agroquímicos es incontrolable.  Las tres derivas son los tres momentos en que los agroquímicos pueden salir de la parcela, son tres formas de pensar y diagramar en la mente una imagen que le resulta imposible de captar al ojo humano.

Meses atrás y a través de una recomendable charla con Conclusión, el ingeniero Marcos Tomasoni dejó en claro que “cabe destacar que los químicos del agro son invisibles a la vista humana, y aquí está uno de los principales conflictos para debatir esta problemática y que el agronegocio lo ha sabido utilizar de sobremanera. Mi teoría es muy concreta, hasta el 90% de los agroquímicos puede salir de la parcela a través de su fase gaseosa, puede olerse en algún caso en base a su concentración en el aire, o no, si la aplicación es muy baja. El agrotóxico va a permanecer suspendido pudiendo alcanzar distancias kilométricas tan solo con una suave brisa”. Tomando como referencia esta investigación, y teniendo en cuenta un agroquímico puede llegar desde cualquier punto de la Argentina, a cualquier punto de Australia en solo dos semanas, da por tierra el argumento de las fumigaciones controladas.

Guardapolvos rebeldes

Esta iniciativa que nace desde la alarmante realidad de las escuelas rurales fumigadas, sigue recorriendo distintos establecimientos con el fin último de generar conciencia en aquellos que padecen cotidianamente los impactos del modelo agrotóxico. Desde la Junta Vecinal de Tandil se impulsó la idea de intervenir guardapolvos con el fin de último de alertar sobre la deshumanizante realidad que atraviesan.

Silvia es vecina de Gardey y quién puso manos a la obra invitando a diez artistas a sumarse a esta movida que busca visibilizar y hacerle frente a una manera de producir enemiga de la biodiversidad. El arte como herramienta de concientización y transformación social, una actividad que toca las fibras más profundas para activar la búsqueda emancipadora de aquellas respuestas ocultas.

Te puede interesar: Agrotóxicos en escuelas rurales: reflexiones de quienes llevaron adelante una crucial investigación

Cabe destacar que algunos artistas abordaron la muestra desde la muerte de las abejas, otros desde la peligrosidad del trigo HB4 hasta la problemática de las personas celíacas, enfocándose en el glifosato en lugar del rechazo al gluten. Desde el arte nació una nueva barricada, un renovado grito que emerge desde las entrañas de una memoria fumigada, abrazada a la vida y a los sueños que empujan a torcer un paradigma aterrador.

Laura Garnica es artista plástica (ceramista independiente),  vive en Tandil en una casa de adobe que levantaron junto a Dino, su compañero. En diálogo con Conclusión indicó que “Silvia, de la Junta vecinal Tandil, me ofreció participar de una intervención cuya base eran guardapolvos. La temática estaba centrada en la utilización de glifosato; venenos contaminación y sequía entre otros pesares.  Al toque me copé y elegí intervenirlo con una pintura. Lo hice feliz, este guardapolvo representa el «Tire y afloje » de ésta lucha por una vida mejor y saludable  contra estas poderosas corporaciones que nos están destruyendo hace años”.

Lo expresado en el guardapolvo de Laura, refleja una constante en un mundo deshilachado que propugna por no sucumbir a las ideas destructivas de un puñado de facinerosos. “La imagen refleja a una chica tironeada de las mangas, ella queriendo ir hacia la vida, pero a la vez es tironeada por los rezagos que deja la destrucción. La lucha siempre es así, en todo sentido, una mitad crea conciencia; la otra arrasa sin importar nada. Resultó un verdadero placer poner mi granito de arena en éste proyecto”, indicó.

Silvia Diocares es artista plástica y gestora de esta propuesta, si bien es nacida en Neuquén, en plena Patagonia argentina, reside hace más de dos décadas en la provincia de Buenos Aires. “La motivación que encontramos en esta lucha tiene su anclaje en que se trata de una problemática que no es ajena a nadie. Es muy grave lo que está sucediendo, es preocupante la falta de conciencia colectiva al respecto, por ello a través del arte, la herramienta que en lo particular se usar y tengo la certeza que genera cambios, decidimos avanzar en esta muestra”.

>>Te puede interesar: Agrotóxicos en Tandil: entre el trigo transgénico y la carta a Kicillof

Desde la Junta Vecinal por un ambiente saludable de Tandil vienen impulsando una serie de actividades que tienen como única fin, ponerle un freno a las actividades que atentan contra la salud y la vida. “Contamos con mucha información, no solo con las causas que genera el uso de agrotóxicos en los medios de producción, sino también en las personas que se involucran para que esto se sostenga. Alimentos que no alimentan, producciones que enferman y generan un profundo desequilibrio en el medio ambiente, como aún la gente no relaciona sus problemas con este modelo, el arte viene a dar ese empujoncito que hace falta”.

Gabriela Gauna es artista y docente de plástica en distintas escuelas del Partido de Tandil, invitada por la Junta Vecinal no dudó en decir presente. “Me incentivó a participar en esta movida el hecho de ser celíaca, y que gracias a muchas investigaciones se ha podido comprobar que la intolerancia al gluten está relacionado a la utilización de agrotóxicos. Siento y tengo la certeza que somos lo que comemos, que el pan nuestro de cada día nos enferma. Por todo lo antes mencionado fue imposible no participar en esta maravillosa muestra colectiva. Vamos por más”.

Las postales del agroveneno también tuvieron la participación de Pau Aldea, “mi guardapolvos estuvo titulado <después de hora>, con ello busqué recordar ese momento de castigo que se implementaba en las escuelas cuando te exigían escribir cien veces «no debo realizar tal acción». Busque llamar la atención de aquellos que somos fumigados a diario y que también fueron «niñes», que también asistieron a las escuelas, y que también al corto o largo plazo se verán afectados”.

Para finalizar, fue el artista Pablo Orcajo quién brindó su testimonio y sensaciones sobre una muestra que sigue recorriendo el departamento interpelando la médula productiva del lugar y por ende del país. “Acepté con mucha alegría y compromiso este convite de Silvia Diocare, en lo particular intervine un guardapolvo propio que utilizaba en mi taller de artes plásticas. Me enfoqué en lo doloroso y preocupante que resulta que nuestras hijas e hijos que forman parte de las escuelas estatales padecen en carne propia el flagelo de las fumigaciones con agrotóxicos de los productores industriales linderos a los establecimientos. Esta es una propuesta muy ingeniosa y necesaria, el camino siguiente es avanzar en otra con la intención de que puedan participar otras personas que no se encuentren ligadas al arte y puedan expresar su visión de esta espinosa realidad”.

Quiénes también participaron de la actividad, fueron Nancy Salle, Nora Mendívil, Emmanuel Alcalá, Jorge Fodor, Mariana Hoffman junto a niños y niñas de Villa Cordobita. La muestra seguirá recorriendo cada arrabal fumigado, como supo hacerlo en el Encuentro anual de Jóvenes y Memoria en Chapadmalal, gracias a la docente Fernanda Mazzei. Cabe destacar que la intervención de los guardapolvos  también dijo presente en las distintas intervenciones artísticas realizadas tanto en el Concejo como en la municipalidad.

Fotos gentileza Junta Vecinal de Tandil.