Por Guido Brunet

A Lautaro Sarmiento del Centro de Atención Local (CAL) de la Agencia Nacional de Pensiones se le prohibió el ingreso a la oficina una mañana y varios días después recibió el telegrama de despido.

El hombre continúa asistiendo a su puesto de trabajo como desde hace catorce años y exigiendo, junto a sus compañeros, la vuelta al trabajo de los cesanteados tanto de Rosario como del resto del país.

Por su parte, Claudio Campos es uno de los 44 trabajadores de Cargill que fueron despedidos por la cerealera. Tras cinco años de realizar tareas en la fábrica, durante sus vacaciones le notificaron que no iba a formar más parte de la compañía.

Sin embargo, con un grupo de compañeros, continúan presentandose en la puerta de la planta de Villa Gobernador Gálvez para reclamar la reincorporación de los despedidos.

Seguir yendo a trabajar

“Hay una lista, una lista negra”, comienza diciendo Lautaro Sarmiento, trabajador de la oficina local de la Comisión Nacional de Pensiones. Y a continuación explica la modalidad: una persona se para en la puerta con un papel en su mano que detalla quienes no pueden ingresar a su trabajo. En esa hoja aparecía el nombre de Lautaro.

Luego, llegan los telegramas, que pueden tardar varios días. Lautaro habla con calma, pero mastica bronca. Igualmente va todos los días a la oficiana y realiza sus tareas normales.

El hombre pasó de verse como trabajador formalizado a estar despedido. El 13 de abril rindió el concurso en Buenos Aires para pasar a planta permanente. Tres días después se enteró que estaba despedido y a la semana le llegó el telegrama de despido.

Además, en diciembre renovó su contrato, pero hace dos semanas fue rescindido, por lo tanto no le corresponde indemnización.

Los despidos empezaron en abril. De los 71 que figuraban en esa lista de todo el país estaban Sarmiento y un compañero de la oficina de Rosario. Lautaro llevaba 14 años trabajando allí (desde los 26) y su compañero once años -tres de ellos en la ciudad-. “Es una parte importante de mi vida, es lo que me ha permitido vivir estos años”, comenta Lautaro en diálogo con Conclusión.

Los trabajadores de Pensiones de la Agencia Nacional de Discapacidad del Centro de Atención Local (San Lorenzo 1045) denuncian el “vaciamiento” del programa por parte del Gobierno nacional y exigen la reincorporación de los despedidos. Actualmente se encuentran es estado de asamblea permanente con encuentros diarios.

Estamos todos precarizados con un contrato que es una porquería”, sentencia Sarmiento. Se trata de un contrato anual, que posee el 90 por ciento de quienes trabajan en Pensiones, según explicó a Conclusión la delegada de la oficina local Alicia Escudero.

Cuando ingresó en 2004 Lautaro, hicieron una huelga por cincuenta días con ocupación y paro presencial. En aquel momento lograron el reconocimiento de la relación laboral, a la que desde el organismos llaman “planta transitoria”.

“En este marco de despidos nos toca a nosotros, pero estamos dispuestos a pelearla y a hacer todo lo posible. En Rosario tenemos una unidad importante y tiramos todos para el mismo lado”, reafirma Lautaro.

Programa “hecho pelota”

La Comisión Nacional de Pensiones hasta febrero dependía del Ministerio de Desarrollo Social, pero el Gobierno lo pasó a Secretaría de Presidencia.

Los trabajadores del programa denuncian un vaciamiento por parte del Gobierno nacional. El año pasado se dieron de baja 170 mil pensiones. Ante las protestas sociales, se frenó y se revisaron las prestaciones. Aproximadamente 70 mil se volvieron a otorgar y las 100 mil restantes se encuentran en revisión.

Lautaro aclara que él mismo pudo observar los expedientes archivados en cajas en Buenos Aires. “Son cien mil personas que esperan que les salga el beneficio y los pasan de una oficina a otra para que no sacar las pensiones”, comenta. “Al programa lo están haciendo pelota”, dice contundente Sarmiento.

En el Centro de Atención Local (CAL) de Rosario realizaban los trámites de pensión por discapacidad, por vejez y de madres de siete hijos o más. La ayuda económica que se brinda es el 70 por ciento de una jubilación mínima, unos 5.300 pesos y una obra social, lo que les permite a aquellos que cuentan con una discapacidad grave acceder a un tratamiento.

El Gobierno pasó a Anses las dos últimas, por eso se está “desguasando” al organismo, detalla Sarmiento. “La perspectiva del Gobierno es destruir o reducir al mínimo este programa porque es una caja grande, ya que hay cerca de un millón de pensionados en el país”, analiza.

«La perspectiva del Gobierno es destruir o reducir al mínimo este programa porque es una caja grande»

También se tramitan las ayudas urgentes para personas con enfermedades graves. “Trabajamos con el sector más vulnerable de la sociedad. Por eso es la pata más jodida de todo esto”, expresa el empleado de la entidad.

“El programa funcionaba bastante bien y desde hace un par de años lo están destruyendo”, cierra Lautaro Sarmiento.

Despidos y amenazas

El 29 de febrero Claudio Campos entró en vacaciones, pero en lugar de pensar en el lugar para descansar junto a su familia, debió comenzar a transitar una situación muy diferente. Es que el 30 de ese mes recibió el telegrama de despido enviado por la multinacional Cargill. “No respetaron ni las vacaciones, no les importa nada”, comenta a Conclusión.

En Cargill, los trabajadores despedidos fueron 44, de los cuales 11 aceptaron un acuerdo con la empresa, pero 33 continúan en la lucha por volver al trabajo. Luego llegó la conciliación obligatoria que les permitió reingresar a planta. Finalmente, fueron despedidos. Hasta el momento continúan yendo a las puertas de la planta para exigir la reincorporación y se proclaman en estado de alerta.

Claudio cuenta que se les ofreció un retiro voluntario, aunque se les exigía que acepten porque “ya estaban despedidos”. Además, denuncia que los aprietes y las amenazas con más despidos continúan dentro de la planta.

Campos da cuenta de una persecución sindical, ya que todos los echados pertenecen al gremio de Aceiteros. “Me dijeron que me despedían porque levantaba más la bandera de Aceiteros que la de Cargill. Le dije que por supuesto”. Claudio dice que la intención de la empresa fue “romper” el sindicato.

Claudio, de 36 años, hacía cinco que trabajaba en la planta, tiene una familia que sostener y un crédito hipotecario por pagar. “Nos complica muchísimo el día a día”, lamenta Campos. “Con mi edad y como está la situación hoy en día no voy a conseguir un trabajo fácil”, manifiesta.

La explicación para Campos es que Aceiteros es el un gremio que pelea paritarias y el que más hace cumplir las normas de higiene y seguridad. “Quieren hacernos trabajar igual cuando hay veneno o sin protección en altura, ya hemos tenido muertes en el puerto y no queremos que vuelvan a pasar”, ejemplifica.

La situación del despido no es nueva para Claudio, ya lo habían intentado hace cuatro años. “Lo quisieron hacer en 2014 y no pudieron, entonces esto fue como una revancha”, relata Campos. En ese momento fueron despedidos varios empleados que se encontraban contratados. Realizaron un paro que permitió la reincorporación, y al año siguiente los pusieron como efectivos.

Ahora, Claudio confía en que volverá a trabajar en la planta y su intención es continuar con el reclamo. “El sindicato siempre está con nosotros, no se casan con nadie, y lo único que nos pide es la unión, ya que dicen que con la unión vamos a lograr todo”, comenta Campos. “El sindicato nos defiende y nos ayuda con muchas cosas”. Entre otras cuestiones, con un sueldo, aunque mucho menor al que percibía en Cargill.

«Sabemos que esto va a ser largo, que va a costar pero vamos a ir hasta el final»

“La familia y el sindicato nos dan la fuerza para seguir luchando y no bajar los brazos. Sabemos que esto va a ser largo, que va a costar pero vamos a ir hasta el final. Y no tenemos dudas de que vamos a triunfar, pero hay que tener paciencia y seguir firmes”, destaca Campos.

“Nosotros capacitabamos a seis chicos por turnos. No pueden decir que no trabajabamos ni nada por el estilo porque los muchachoss aún siguen trabajando gracias a lo que le enseñamos nostros”, se defiende Claudio.

Desde la empresa dicen que “no vamos a ingresar más”, dice crudamente Claudio, a pesar de que “recaudan 100 mil pesos por minuto”.

Actividades

Los trabajadores de Cargill realizarán una jornada este martes 1 de mayo para reclamar por sus puestos laborales. El festival será en el Club Talleres de Villa Gobernador Gálvez (Juan Domingo Perón 1790) desde las 11 con música en vivo.

Previamente, concentrarán a las 9.30 en Plaza de la Madre de dicha localidad (Perón y San Martín).

Mientras que los trabajadores de Pensiones realizarán un abrazo solidario para pedir por la reincorporación de los trabajadores. La cita será en San Lorenzo 1045 el jueves a las 11.