Por David Narciso

Recién esta semana la campaña electoral santafesina empezará a levantar vuelo, nada distinto a las primarias de años anteriores. Es “natural” que el electorado comience a prestar atención a los candidatos recién los últimos 10 días de campaña y más específicamente la última semana. Ese contexto no tiene nada de diferente a otras oportunidades, con el único agregado del notable malhumor social por la crisis económica del país que ya se refleja en las tendencias medidas por los encuestadores.

La semana que pasó ocurrieron dos hechos que se salieron de ese transitar sin sobresaltos. El primero fue el mal momento que le tocó vivir al candidato a gobernador de Cambiemos en zona sur de Rosario acompañado por el ministro de Interior Rogelio Frigerio.

Si las primeras noticias del incidente hicieron sospechar que podía tratarse de un hecho “plantado” como tantas veces ocurre en política, la filmación esparcida en las redes despejó dudas sobre la espontaneidad y enojo de la vecina a la que se le cruzaron los cables cuando vio representantes del gobierno nacional haciendo campaña en una de las tantas barriadas castigadas por las políticas macristas.

A Corral le tocó beber el trago amargo. Quizás sea hora de repensar su estrategia de campaña, en todo caso para la general. Todas las encuestas, propias y ajenas, nacionales y provinciales, le dan mucho más abajo de lo que era la expectativa del sector.

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Acotado a no hablar de otra cosa que seguridad, campo discursivo sobrepoblado de candidatos opositores repitiendo diagnósticos que la ciudadanía ya conoce, confió su instalación como candidato con bajo nivel de conocimiento a la visita incesante de ministros y altos funcionarios nacionales. Pero esto no es 2017. La experiencia no está dando los resultados esperados. Esos funcionarios restan más que sumar. Incluso cuando enfrentan cámaras y micrófonos se empantanan en las inverosímiles explicaciones sobre el no pago de la deuda a Santa Fe, las obras prometidas y nunca concretadas y la goleada en contra que viene recibiendo en materia económica. ¿Cuál es el negocio para Corral?

El resto de los candidatos sigue muy de cerca la evolución de Corral y ajusta sus propios movimientos. Lo que ocurre con Corral no es un detalle menor porque el proceso electoral santafesino arrancó con el presupuesto de que era una pelea de tercios. Eso no está ocurriendo ni cerca, y la campaña de Cambiemos carece de signos vitales. Corral deberá meditar detenidamente su estrategia una vez que pase el 28 de abril y rogar que Macri, Duvojne, Durán Barba y los gobernadores radicales saquen algún conejo de la galera.

Inicialmente el peronismo esperaba a Cambiemos más arriba, porque se supone que le come votos al Frente Progresista. Por eso es una variable que va estudiando para guiar sus pasos de campaña. A principios de semana , una conferencia de prensa conjunta entre peronistas y macristas resultó de lo más llamativo que dio la política santafesina en los últimos tiempos.

De todos modos esos cálculos que hace el peronismo son más para el 14 de junio que para el 28 de abril. Juntos transita la interna en los términos acordados. Nada altisonante y clima de concordancia.

Es tan “armoniosa” la interna del PJ que va a ser difícil para los electores diferenciar qué diferencia a un proyecto de otro y si esta tendencia no cambia en los últimos días es probable que terminen eligiendo en función de la historia de cada uno o la empatía al candidato, salvo aquellos casos militantes que lo harán por mandato orgánico.

A esta altura llama la atención cierta falta de volumen político de la campaña de María Eugenia Bielsa, déficit que compensa hablándoles a votantes independientes con un claro sesgo de rechazo a lo que ella nombra “corporaciones de la política”. En paralelo se esperanza con recoger en las urnas lo que no se le dio en el armado de las listas: el apoyo de quienes en las categorías a intendente, concejal y diputados opten por candidatos de Ciudad Futura, el Frente Social y Popular e Igualdad y Participación, entre otros. En esa laguna también está pescando la izquierda de Octavio Crivaro.

Para el peronismo, como viene ocurriendo desde que se acabó la ley de lemas, es importante lo que pase a partir del 29 de abril y las señales de acompañamiento que pueda dar quien resulte vencido.

Aquí es donde talla el entusiasmo que generó en todos los ámbitos del peronismo provincial el triunfo de la agrupación estudiantil Frente Patria en la Facultad de Derecho de la UNR. Una victoria así se dio por distintas variables que influyeron en la elección, pero lo que importa al PJ es que fue posible gracias a la propuesta conjunta de todos los gajos peronistas esparcidos por la vida de esa facultad. Así, La Cámpora y el Evita, que de la puerta para afuera compiten en las primarias con las listas que encabezan Marina Magnani y Eduardo Toniolli, en Derecho aunaron fuerzas. Ganó el modelo unidad, se regocijan en el peronismo por estas horas.

Para el socialismo, el retroceso en esas facultades se vive como un golpe pero no como tragedia. En el escenario universitario general mantiene un peso relevante. Por escala y porque se trata de un ámbito uniforme, para nada equiparable con la diversidad social de una ciudad o provincia, no lo interpreta como la señal de que algo diferente puede pasar, idea que busca instalar el peronismo.

El gobernador Miguel Lifschitz tomó fuerte protagonismo en la campaña, en especial en Rosario, cuidando a Pablo Javkin, pero abrazado a la socialista Verónica Irízar, a quien eligió entre los potenciales candidatos de su partido y a la que ahora pretende transferirle conocimiento, cualidades, historia y valores.

Antonio Bonfatti por su parte camina a tranco largo e incansable la provincia. Corre con ventaja en cuanto a conocimiento y experiencia. Conjuga ser el candidato del oficialismo con el hecho de haber sido gobernador. Después del 28 de abril la estrategia de campaña tendrá retoques. No es difícil adivinar que se dará estrategia para capturar votos del peronismo derrotado, pero también entre los espacios de centroizquierda y progresista que no disputan la categoría gobernador.